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Una noche inolvidable en la City porteña

29/04/2020 23:58 Deportivo
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Una noche inolvidable en la City porteña Una noche inolvidable en la City porteña

Por Daniel Romero

Twitter: @romero888

últimos 47 segundos. Obras y Quimsa empatan en 77, con la serie 2 a 1 en favor de la visita y con la bola en poder de la “Fusión”, luego de dos libres convertidos por Lázaro Borrell, el ala pívot cubano del conjunto porteño.

Federico Radavero es el encargado de reponer desde abajo del cesto y se la entrega a Víctor Cajal, que cruza la mitad de cancha con la marca de Roque Fernández. Convertir es clave, un error puede costar el juego. Y el reloj avanza...

La pelota vuelve a Radavero y luego, a Quincy Alexander, que esa temporada había perdido a su madre, pero volvió de Estados Unidos para cumplir con su trabajo. El extranjero se la devuelve a Cajal y de inmediato va a ponerle una cortina para armar el “pick and roll”. La acción continúa con un pase de pique al suelo del base al pívot, que recibe y gira ante la marca de Borrell para convertir en bandeja. Quimsa pasa a ganar por 79 a 77, con 29.7 segundos en el reloj. Pablo Dastugue solicita tiempo muerto. Los hinchas de Quimsa, que eran mayoría en el estadio de Obras, enloquecen.

“Teníamos que defender esa pelota”, cuenta Fernando Small, que se lesionó en el primer partido de la serie (100 a 97, en el Ciudad), no jugó el segundo (93 a 62, también en Santiago) y volvió en el tercero (derrota 74 a 73, en River).

“Faltando 30 segundos, salimos de un minuto ganando por un doble, sabiendo que era la defensa del ascenso”, recuerda el entrenador Marcelo Richotti, que venía de perder el ascenso en la temporada anterior y tenía un asistente de lujo: Miguel Cortijo.

En el minuto, Richotti dejó en claro que había que defender sin falta y que no podía pasar lo del tercer juego: Alejandro Coronel quedó increíblemente solo bajo el cesto y convirtió el doble del triunfo para Obras, que así forzaba a un cuarto juego.

El entrenador bahiense mandó a cancha a Víctor Cajal, Fernando Small, Juan ángel López, Federico Radavero y Quincy Alexander. Enfrente, Roque Fernández, Alejandro Coronel, Daniel Chaher, Federico Senitzky y Lázaro Borrell.

“Empezamos a correr para todos lados, doblábamos, nos ayudábamos, saltábamos para otra ayuda. Y ellos terminaron tomando un tiro incómodo, porque en todos lados donde llegaba la bola había una defensa. Y más allá de que uno va a buscar el rebote, son cosas del destino lo que me pasó. La pelota cayó en mis manos y no la iba a soltar más hasta que me hagan el foul”, recuerda Fernando Small, en referencia al lanzamiento efectuado por Coronel, el verdugo del juego anterior.

Richotti tampoco olvida ese compromiso para defender: “Hubo una defensa increíble en cuanto a las rotaciones, a no permitir tiros cómodos, abiertos. Y después de 6 pases que ejecuta la ofensiva de Obras, logramos que ellos tomen un tiro exigido, se queda corto y la pelota la recupera Frente (Small) y en ese mismo momento le cometen falta”.

Tras la falta sobre Small, los hinchas de Quimsa se ponen como locos. “Y Quimsa ponga huevo...”, se escucha en el estadio de Obras, mientras “Súper Frente” se dirige en soledad hacia la línea de libres y sus compañeros esperan en mitad de cancha.

El reloj marca 5.5 segundos para el final. Si convierte uno, el rival tiene la chance de empatar con un triple. Si convierte los dos, el partido está terminado.

“Traté de que no se me cruce nada y estar con la mente en blanco, porque me podía jugar en contra y quería estar lo más concentrado posible. Sólo pensaba en que la pelota entre y se termine el partido”, cuenta Fernando, que era un jugador con buenos porcentajes desde la línea de libres.

“Tenía muchísima confianza de que Fernando iba a meter los dos tiros libres y fue lo que sucedió. Con 4 puntos a 6 segundos, ya el partido quedó definido”, recuerda Richotti, que a esa altura del juego ya estaba con una camisa celeste empapada en transpiración.

Comienza la fiesta

Obras quedó con la última bola y Chaer intentó atacar el cesto, pero la perdió y ya no hubo tiempo para más. El sonido de la mesa de control desató el festejo de jugadores y cuerpo técnico sobre el parqué. Quimsa cerraba la serie 3 a 1 y se quedaba con uno de los dos ascensos a la Liga Nacional.

“Quedé tirado en el piso, fue un momento de lágrimas. Ahí sí, recordé todo lo que había vivido en esa temporada, que venía de una operación e iba jugando progresivamente. Todos esos momentos se me cruzaron en la cabeza, más la emoción de saber que había tanta gente en la tribuna, que había hecho un sacrificio grande para quedarse, como mi padre (“Jhoni”), que estaba en la tribuna y también se quedó desde el viernes que habíamos jugado”, comenta Fernando, ya retirado de la actividad y hoy convertido en director deportivo de Juventud BBC.

“Cuando terminó el partido, pensé en la gente, la familia. Encontrar de golpe a muchos que uno ni sabía que estaban ahí, fue algo único. Haberlo compartido con amigos como Víctor (Cajal), Frente (Small), Bruno (Ingratta), Guido (Garnica), con quienes hemos tenido la suerte de compartir un equipo que ha logrado algo muy importante para el club”, recuerda Juan ángel López, que tenía 21 años y hoy con 35 estaba jugando hace poco en la misma categoría.

El festejo del ascenso fue de alto voltaje emotivo para los protagonistas, para los que estuvieron en la cancha y para los que sufrieron frente a los televisores. Desde Pedemonte, colgado en uno de los aros, hasta Alexander, llorando como un niño, emocionaron a toda una provincia.

El festejo con los residentes santiagueños y el regreso a casa

Tras el título, un grupo de santiagueños residentes en Buenos Aires se contactó con Roly Navarro, mánager del equipo, para invitar a toda la delegación a celebrar en un resto bar de Belgrano, en el microcentro porteño.

Roberto Rodríguez (fallecido), Mario Paz, Matosas Ominetti, “Pilo” Brandán, Pablo Acosta, Mario Chara, “Cañon” Ibarra, “Matute” Navarro, “Rudy” Perez y “Pechuni” Lasso tuvieron ese gesto con los héroes del ascenso.

“Cuando Quimsa empezó a participar, nos seguían por todas partes. Ellos prepararon el festejo, lo cual nos llenó de alegría. Pasamos una noche muy linda hasta altas horas de la madrugada”, comentó Roly, que fuera jugador del Inti Club.

Tras el festejo, la delegación emprendió el regreso y en horas del mediodía llegó a Pinto, donde la gente los invitó a entrar a la ciudad. Los chicos de una escuela hicieron un cordón para recibir a los jugadores. Luego, a almorzar.

Roly comentó que Radio Panorama iba informando sobre la ubicación y la gente de Real Sayana, Icaño y Taboada salía a la ruta con banderas argentinas a saludar el paso del colectivo. En Fernández los esperaba mucha gente y tuvieron que ingresar.

Al ingresar a la ciudad, los jugadores pasaron a un autobomba y se armó la caravana.l


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