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EL LIBERAL . El Evangelio

Lectura del santo Evangelio según San Juan (13,16-20)

06/05/2020 23:09 El Evangelio
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Lectura del santo Evangelio según San Juan (13,16-20) Lectura del santo Evangelio según San Juan (13,16-20)

Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo: “En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: ‘El que compartía mi pan me ha traicionado’. Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy”.

“En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado”.

Comentario

Estas palabras de Jesús se pronuncian en el discurso de despedida, en la llamada última cena. El texto comienza con un dicho del Maestro en relación con el enviado; lo compara al criado que no es más que su amo, así el enviado, no es más que el que lo envía. Por ello si el Señor va a entregar su vida por amor, aquéllos que él va a enviar, también habrán de dar su vida por amor.

No obstante, él conoce la debilidad de sus discípulos, porque sabe bien a quienes ha elegido, incluso es capaz de anticipar con palabras de la Escritura lo que va a hacer Judas. Y todo ello lo comunica para que cuando suceda, crean en él.

El texto termina con otro dicho del enviado, ahora en clave de cascada. El que recibe al enviado por Jesús, recibe al mismo Jesús; y el que recibe a Jesús, recibe al Padre que lo envió; quien acoge a los primeros, les provee sus necesidades, y recibe su mensaje, es como si lo hiciera con el mismo Jesús, y a su vez con el Padre.

Los discípulos que vamos a la misión no vamos en nombre propio, vamos en nombre de Jesús y en nombre del Padre. Nuestro mensaje, gestos y acciones los realizamos porque hemos sido enviados por otro. No somos protagonistas ni fuente de aquello que llevamos, somos mensajeros, transmisores, portadores de la buena Noticia de Jesús.

Si esto lo hiciéramos así, nuestros fracasos en la misión también los viviríamos desde otra perspectiva.

Ahora puedo preguntarme: Cuando voy a la misión ¿soy consciente que no soy el protagonista, sino que voy enviado por otro? ¿Caigo en la cuenta de que no llevo mi mensaje sino el mensaje de Jesús? ¿Tengo esto presente también en mis fracasos en la misión?

¿Cuál es la gloria divina y verdadera si no de estar sin gloria entre los hombres a causa de Dios? (...) Lo que es pequeño y que se desprecia, he aquí lo que ha elegido, mi Salvador y Dios, que ha revestido nuestra carne para confundir lo que es celebridad y riqueza entre los hombres (cf. 1 Cor 1,27-28).

Por eso vino al mundo en una gruta, fue acostado en un pesebre, llamado hijo de carpintero, denominado Nazareno, revestido de una pequeña túnica y de un único manto. Va a pie, pena, es lapidado por los judíos (cf. Jn 10,31), insultado detenido, crucificado, traspasado con una lanza, es puesto en el sepulcro y luego resucita. Así quiere persuadirnos, mis hermanos, de elegir delante de sus ángeles (cf. 12,8; 15,10) lo que él ha elegido, para que seamos coronados en el reino de los Cielos. En Cristo nuestro Señor, a quien pertenece la gloria y el poder con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.l


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