Condenado volvió al calabozo por haber vulnerado una orden judicial al ir a casa de su ex Condenado volvió al calabozo por haber vulnerado una orden judicial al ir a casa de su ex
Dos semanas después de recuperar la libertad del último incidente, un ex presidiario retornó ayer tras las rejas de una comisaría, acusado de vulnerar las reglas de conducta impuestas tras ser condenado por múltiples agresiones contra su ex pareja.
Se trata de Marcelino Horacio Rojas, de 40 años, con residencia en calle Guyana del B° América del Sur, a quien la fiscal Cecilia Gómez Castañeda habría atribuido “desobediencia judicial” de un conjunto de medidas dictadas a fines de abril, en resguardo de una mujer de apellido Arévalo, ex pareja.
Los escándalos de Rojas están documentados en las páginas policiales. Por ejemplo, hay dos legajos del 2017 y septiembre del 2018, los cuales adquirieron más valor en enero del 2019.
Rojas reapareció en escena. Aún sin tener ningún vínculo con Arévalo, se le presentó en la casa y le hizo una fuerte escena de celos, pero 40 minutos después un policía le colocó las esposas.
En febrero, la jueza de Género, Cecilia Laportilla, le dictó la preventiva por ‘lesiones y amenazas agravadas por el vínculo’, en perjuicio de Arévalo.
El 5 de junio del 2019, Rojas fue condenado a un año y medio de prisión por golpear a su pareja, de cumplimiento efectivo, ya que registraba una condena por robo.
En el 2° juicio, la fiscal de Género, Silvina Paz, imputó a Rojas “lesiones leves calificadas por relación de pareja y mediando contexto de violencia de género reiteradas y amenazas en concurso real” en perjuicio de su pareja.
Paz recordó que Rojas bajo la excusa de buscar su DNI ingresó al domicilio de Arévalo y la insultó; también, la agredió a trompadas, la empujó contra una ventana y rompió los cristales. Ya en el piso, la habría pateado y antes de retirarse, la amenazó que la iba a pasar peor. Finalmente, fue condenado y declarado reincidente.
De vuelta, tras las rejas
El 22 de abril, Rojas recuperó la libertad. Ni bien se asomó a la calle, volvió a la casa de Arévalo, lo demoraron y le dictaron nuevas reglas de conducta.
Volvió otra vez a la casa de Arévalo, armó otro escándalo y la policía hizo lo que hace siempre: detenerlo. Y Rojas hizo lo de siempre, agachar la cabeza y resignarse a una fría celda.
