Recordando la Revolución de Mayo

Por Clemente Di Lullo

Profesor especialista

N uestro país está pasando un momento grave y preocupante. Tal vez, como nunca imaginamos que podíamos vivir. En este caso es una batalla sanitaria contra un virus que amenaza al mundo entero. Las expectativas, pronostican un cambio cultural muy grande una vez pasado lo peor de la pandemia.

Pero en la historia argentina, no es la primera vez que tengamos que enfrentar peligrosos enemigos.

En lo político, y en un contexto igual de riesgoso, nació la Patria libre aquel 25 de mayo de 1810, cuando un grupo de patriotas decidió jugarse al todo o nada oponiéndose a la continuidad del régimen colonial español, para reemplazarlo por un sistema nuevo que tenía como base los principios republicanos modernos de libertad, igualdad, justicia y felicidad que son los propios del gobierno democrático, republicano y federal.

En aquellas horas difíciles, se puede decir, que nuestros patriotas levantaron más que las armas, las notas de una decisiva batalla cultural

Al definirse por estos valores también signaron, aquellos valientes, la definitiva identidad nacional que se basa en la voluntad de vivir en ‘unión y libertad’, encargándose la Constitución Nacional de 1853 de establecer de clara manera las garantías y derechos individuales que el Estado está obligado a gestionar, defender y ampliar, para confirmar aquel objetivo. Históricamente así lo ha planteado la República Argentina en los distintos foros de jurisprudencia internacional.

Entonces debemos ver claro que la Revolución de Mayo no sólo obedece a un hecho político (que lo fue) sino, y con mayor profundidad, fue un movimiento de cambio cultural a través del cual quedaba expresada la forma o modo de querer vivir y ser de los hombres que habitan el suelo de la nueva Nación que comenzó a abrir su destino aquel glorioso 25 de mayo.

Llegado a este punto, recuerdo aquellos años de escolaridad infantil cuando nuestros maestros se preocupaban no sólo por la ceremonia del acto escolar celebratorio, sino que, en las aulas nos hacían repetir los nombres de los integrantes del Primer Gobierno Patrio pues, decían, fueron hombres que merecían permanecer para siempre en nuestra memoria.

Y, tenían razón, pues no cabe duda que si pusiéramos toda nuestra voluntad y esfuerzo en imitarlos, más fortalecido resultará el espíritu nacional para enfrentar la presente crisis y las futuras que pongan en peligro la identidad cultural del pueblo argentino. Es decir, las grandes crisis, los abismos más profundos, deben encontrarnos más unidos que nunca para superarlos siguiendo el ejemplo de aquellos reformistas de 1810.

Ya lo decía Manuel Belgrano, “solo se trata de tener un poquito de amor a la Patria”.

Simplemente de eso se trata recordar la Revolución de Mayo de 1810.l