Cuando el cielo se tiñó de negro y blanco

Por Pablo Díaz

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Parecía un cuento de hadas. De esos con final feliz. Es que no podía ser mejor el desenlace. Central Córdoba, con el Ing. José Alfano como presidente, acababa de cumplir 100 años de vida y recibió el regalo esperado: el ascenso a Primera División.

Ocurrió el 8 de junio de 2019 y, en la previa al primer aniversario de esa gesta histórica, bien vale hacer un repaso por un recuerdo que todavía está muy fresco en la memoria de la familia ferroviaria.

Todo comenzó la tarde del 30 de julio del 2017. y ese inicio fue duro, cruel. Central Córdoba perdía 2-1 en Floresta, ante All Boys, y descendía de la B Nacional al Federal A. Esa misma tarde su entrenador, Gustavo Coleoni, decidió quedarse en busca de revancha. Y vaya si la tuvo.

El “Sapo”, que había desembarcado en el Oeste seis meses antes, pudo armar su equipo. Lo hizo con jugadores de experiencia y jerarquía. Lo moldeó y le inyectó esa estirpe ganadora. Fue arrollador el paso de Central en aquel Federal A. Y el 22 de abril del 2018 lograba regresar a la BN.

No fue necesario incorporar muchos refuerzos. La base de ese equipo era tan sólida que se mantuvo para ir por más.

Inicio de temporada

El inicio de temporada generó algunos nubarrones porque los resultados no acompañaban. Pero se disimularon con el buen andar del equipo en Copa Argentina, donde eliminó a equipos de Primera (Vélez y Tigre) y cayó de manera increíble en cuartos de final ante Gimnasia de La Plata, por penales.

Después de aquel sofocón que hizo caer al Ferro en zona de descenso, mientras Mitre peleaba la punta, el equipo comenzó a estabilizarse. Los resultados llegaron y, rápidamente, el descenso quedó en el olvido. Ahora sí estaban todos enfocados en el objetivo principal: pelear por el ascenso.

La BN era peladísima, con muchos equipos en el lote de arriba. Lograr el ascenso directo comenzó a ser casi utópico, por lo que había que redoblar esfuerzos para conseguir un lugar en el reducido. No fue fácil, se tuvo que batallar y mucho hasta la última fecha, pero se consiguió.

Comenzaba otra historia. Ahora era todo o nada, a matar o morir. Central arrancaba con Platense sabiendo que definía de visitante y tenía desventaja deportiva: a igualdad de puntos y diferencia de goles, quedaría eliminado.

El 0-0 en la ida obligó al Ferro a ganar en Vicente López. Y lo consiguió a 15 minutos del final, con una estupenda definición de Pablo Ortega tras la notable asistencia del “Gato” Luján.

En semifinales vino Almagro y otra vez la desventaja deportiva. Encima arrancó perdiendo en Santiago, pero Melivilo hizo una jugada maradoneana y empató rápido. Después, Ramírez puso un pase riquelmeano y el “Bicho” se encargó del 2-1. El mismo resultado se dio en José Ingenieros, por lo que Central llegaba invicto a la final con Sarmiento. Ya no había desventaja deportiva, pero debía definir de visitante. El goleador Rossi alegró a todos pero Miracco selló el 1-1 en la ida. En Junín, los palos y el 0-0 llevaron la definición a los penales. Taborda atajó el tercero y Ramírez clavó el quinto en el ángulo para desatar la euforia. Lo que siguió es difícil de describir con palabras. Llantos y más llantos entre miles de abrazos, en Junín y en la plaza Libertad. Y al día siguiente, un recibimiento memorable para los héroes, mezclados en una marea humana.