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¿La pandemia del Covid-19 traerá retraso pedagógico?

22/07/2020 21:08 Opinión
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¿La pandemia del Covid-19 traerá retraso pedagógico? ¿La pandemia del Covid-19 traerá retraso pedagógico?

Los psicopedagogos sabemos que durante las vacaciones de invierno y de verano los estudiantes se olvidan los contenidos pedagógicos debido a que la memoria a corto plazo deja de tener vigencia y si no apelan a la memoria a largo plazo el contenido se diluye, es decir se puede recuperar el contenido durante un plazo máximo de hasta 6 meses, lo bueno es que puede recuperarse con actividades que interpelen a la zona de desarrollo próximo cuando el docente quiera recuperar contenidos anteriores y preparar el terreno para que este sea el andamiaje para nuevos contenidos de cara a la zona de desarrollo potencial, esto es lo que podrá aprender con asistencia de un referente del aprendizaje.

En una situación de pandemia que aún coexiste con diversas intensidades según sea la circulación del virus pone a los padres y tutores en situación pedagógica de docentes parentales, rol que los interpeló sin consenso.

Sería muy interesante que los tutores puedan compartir sus experiencias como enseñantes y que puedan describir cómo aprende su hijo, cuál es la modalidad, los tiempos atencionales, qué lo motiva, si ha podido implementar aprendizajes significativos, a aprendizajes que sólo apelan a la memoria, etc., y así sumar con experiencia “in situ” para confirmar que cada niño aprende de manera diferente, por lo cual la manera de enseñar debe adaptarse a su estilo y no al revés…

No podemos decir en forma asertiva que cuando los alumnos regresen a las aulas hayan perdido habilidades, destrezas o conocimientos. Habrá que evaluar. Habrá que generar dispositivos con los que se pueda evidenciar si hubo o no adquisición de conocimientos, habilidades, destrezas, etc.

Lo que sí podemos afirmar es que los estudiantes de cualquier nivel que hayan presentado problemas de aprendizaje tienen mayor riesgo de retroceder académicamente, más aun si no tuvieron asistencia remota, ya que ellos por su condición para el aprender necesitaron de ayuda profesional y la mayoría no la tuvieron. Ellos son nuestros alumnos con riesgo pedagógico en los que, a mi criterio, debemos focalizarnos.

Para la mayoría de las personas que están en situación de aprendizaje, de cualquier nivel, el día 13 de marzo estuvieron en lo que sería el último día de clase, con compañeros y cuerpo docente que de repente se convirtieron en parte de su imaginario escolar y que a veces lo real quedaba representado en el chat, en la videollamada o en el whatsapp.

No sabemos si hay o no retraso pedagógico, pero sí sabemos que la pandemia les arrebató la posibilidad de hacer contacto social -gran función de lo escolar y la posibilidad de aprendizaje con el otro diferente de mí y fuera del marco de lo familiar, a lo que se suma la incertidumbre de no saber si aprendió los contenidos mínimos que impone el Ministerio de Educación para su edad y nivel de instrucción.

Quizás el resultado sea que el niño aprendió más junto a sus padres que yendo a la escuela, que la virtualidad es un recurso muy generoso para algunos niños, pero no para todos… y de allí surgirán otros dispositivos que permitan atender a esos resultados.

Los docentes pueden averiguar qué parte del programa de estudio se enseñó en la escuela y cuál se enseñó a distancia y con qué recursos.

¿Cómo evaluarán los docentes lo que les faltó por aprender? ¿Cómo complementarán esos aprendizajes en caso del regreso a las aulas, cuando se reúna la escuela con sus docentes y alumnos?

¿Y si no aprendió? ¿A quién le compete esa responsabilidad? ¿Al docente, a los tutores? ¿Existe una buena y una mala praxis docente desde la virtualidad? ¿Volvemos a la presencialidad y despedimos a la virtualidad? Muchas incógnitas. Demasiadas. Pero seguro mejorarán la actual propuesta educativa que ya venía viciada de falta de flexibilidad desde la institución escolar.

Y lo más importante, cómo evaluar el aprendizaje que deja el haber vivido dentro de una pandemia mundial que nos cambió de lleno nuestro modo de vivir y estar en el mundo.

Considero como psicopedagoga que las reflexiones pospandemia nos inducirán a poner en segundo plano lo pedagógico para:

Enfocarnos en las oportunidades para enseñar y en las habilidades para la vida. Es el momento de enseñar cómo cuidarme del virus en un ambiente menos controlado que el de la casa, cómo conservar las amistades durante el distanciamiento social, cómo usar un cubreboca sin experimentar una sobrecarga sensorial, cómo advertir en el propio cuerpo los signos de una posible invasión viral, etc.

Priorizar el juego. Estos niños advenidos alumnos estuvieron privados de la vida al aire libre, del juego y sometidos a mucho estrés del “quedate en casa”, devolviendo a la escuela la importancia de lo lúdico y de la capacidad de disfrutar con el otro.

Comunicarnos con los maestros. Las familias deberán socializar con el docente cómo vivieron la experiencia de la pandemia y saber qué preocupaciones lleva a la escuela que provienen de él mismo y/o de la familia para proporcionarle la contención y el apoyo necesario.

La pandemia ha sido difícil para todas las familias que habitan el suelo argentino que han tenido que adaptarse a muchas cosas nuevas… que retroceda académicamente.


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