Sólo Dios puede llenar el corazón del ser humano

Pbro. Mario Ramón Tenti

Pbro. Mario Ramón Tenti

Jesús hablaba en parábolas, tomando hechos e imágenes de la vida cotidiana, para dar a conocer los misterios del Reino de Dios. Es una pedagogía simple que compara el Reino con situaciones de vida que cualquier persona puede vivir. Por lo general, las parábolas no tienen una explicación, sino que están abiertas a la interpretación de los oyentes, sobre todo de los discípulos que siguen a Jesús. Las explicaciones de algunas se deben quizás a la experiencia catequística de las comunidades que pretendían adoctrinar a sus miembros.

El Reino se compara con un “tesoro” escondido en un campo que un hombre encuentra, y es tal la alegría que experimenta, que vende todo lo que tiene para comprar ese campo. No lo está buscando, lo encuentra porque está en un lugar accesible, casi podríamos decir que el “tesoro” se deja encontrar. Entonces sí, ante tal hallazgo es necesario vender “todo” para adquirir el tesoro. Sucede así, con aquellos que se dejan sorprender por Dios, quizás sin buscarlo, sólo se alegran por el encuentro, entonces todo lo que poseen hasta ahora, aún las cosas buenas de la vida, son pequeñas comparadas con Dios y su Reino.

De igual manera, el Reino se parece a un hombre que busca perlas finas, y al encontrar una de gran valor, vende todo lo que tiene para comprarla. Aquí se trata de una búsqueda, de alguien que siente insatisfacción con lo que tiene y es y por eso busca. Al encontrar a Dios descubre que su búsqueda ha concluido, que ahora nada es más importante que ser parte del Reino, nada llena su corazón y colma su sed de búsqueda como Dios. Tanto para aquel que encontró el tesoro como para éste la perla, el Reino de Dios es más importante que todo lo que poseen. La parábola de la red retoma el tema de los justos y malos, que por el momento, están mezclados, pero vendrá el juicio que los separará.

La red ha sido echada por Dios y recoge toda clase de peces. En el futuro, al fin del mundo, los ángeles serán enviados por el Hijo del Hombre a “separar” buenos de malos.

Conclusión

A veces, en la vida, pensamos que lo que tenemos es suficiente para ser felices: familia, vivienda, trabajo, salud, amigos. Y esto, claro está, nos produce alegría y podemos pensar, como el poeta: “vida nada me debes, vida estamos en paz”. Pero, cuando hallamos a Jesús y su Reino, y experimentamos el amor de Dios, nos damos cuenta que todo lo que tenemos pasa a un segundo plano, no que carezcan de valor, sino que comparados con el amor de Dios son relativos.

Podemos pasarnos la vida buscando algo que nos llene el corazón, y a veces con gran esfuerzo, sin embargo, el Reino está al alcance de todos, “nos sale al encuentro”, no es necesario realizar grandes sacrificios, sólo hay que tener el corazón disponible para el “hallazgo”, y eso sí, cuando Jesús aparece en la vida de una persona, esta no vuelve a ser nunca más como antes, todo es transformado por su amor. ¡Anímate¡ Déjate sorprender por Dios. Sólo Jesús y su Reino pueden colmar tu sed de felicidad, de eternidad. l