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Los mayores de 50, y no los jóvenes, son quienes más noticias falsas comparten

26/08/2020 14:02 El Cronista
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Los mayores de 50, y no los jóvenes, son quienes más noticias falsas comparten Los mayores de 50, y no los jóvenes, son quienes más noticias falsas comparten

Cincuenta años, más o menos, tenía Alonso Quijano cuando dio en creer que lo que los libros de caballerías relataban era cierto. En

varias ocasiones, a lo largo de la novela cervantina,se maniesta la sorpresa de que un hidalgo, que en elresto de cuestiones hace gala

de un razonamiento discreto y hasta admirable, tenga por verdaderos los increíbles y disparatados sucesos de esas obras.

Tal vez tenga algo que ver en ello la edad. De haber sido más joven, puede que no se hubiera convertido en el Caballero de la Triste

Figura. No hay que olvidar que elsegundo ventero, que no debía de ser de edad muy diferente a la de Don Quijote, tenía también por

cierto que lo que los libros de caballería contaban ocurrió realmente tal y como lo describían.

No son, desde luego, los libros de caballerías lo mismo que lasfake news, o noticias falsas, con las que convivimos en la actualidad,salvo

tal vez en el hecho de que unos y otras “no están obligados a mirar en delicadezas ni verdades”. Sin embargo, sí podría ser la edad un

factor relevante a la hora de predecir quiénes van a creer este tipo de fabulaciones.

Sobre las noticias falsas, que es lo que ahora interesa, en un reciente artículo, dos profesores de psicología de la Universidad de

Harvard arman que los adultos de más de 50 años son responsables del 80% de su difusión en Twitter y que los mayores de 65 las

ven en Facebook siete veces más que los usuarios de menos edad. En denitiva, que los mayoresson quienes más comparten, y de ese

modo difunden, noticias falsas.

¿Por qué lo hacen?

Tres son las explicaciones que se han dado para ello,siendo la más común la que arma que el paso del tiempo da lugar a deciencias

cognitivas que impiden que los mayores puedan distinguir con facilidad la verdad de la mentira. Sin embargo, parece que son más

relevantes otras dos: los cambios sociales y la falta de conocimiento sobre cómo funcionan las redes sociales.

1. Deciencias cognitivas

Si usted tiene más de 65 años es probable que sea víctima de la ilusión que hace aparecer como más verídico aquello que se repite con

frecuencia, ya que exige un menor esfuerzo cognitivo. Pero en esto no se diferenciaría mucho de los jóvenes, así que no valdría para

explicar por qué puede ser víctima de las fake news con más facilidad.

En lo que sí se diferenciaría de los jóvenes es en que tiene una mayor facilidad para olvidar dónde leyó una noticia o de dónde le llegó

la información. La consecuencia de esto es singular: la existencia de agencias u otros actores dedicados a comprobarla veracidad de las

noticias no serviría de mucho. La etiqueta sobre la falsedad de una noticia se borraría de la memoria, pero el contenido de la noticia

no.

Hay estudios que muestran que las personas mayores que ven repetidamente una información, aunque esté acompañada de una

advertencia sobre su falta de veracidad, la acaban dando por cierta con el tiempo.

Para los profesores de Harvard,sin embargo, no todo son malas noticias para los mayores. Con el paso del tiempo, el conocimiento

general adquirido es mayor, lo que les permitiría distinguir con precisión entre la verdad y la mentira.

A su vez, con la edad suele adquirirse la costumbre de adherirse a lo ya conocido,rechazando puntos de vista que contradicen lo que se

sabe, impidiendo que las noticias falsas sean creídas incluso aunque estén elaboradas con esmero.

2. Cambios sociales

No parece, portanto, que pueda achacarse el problema a deciencias cognitivas, a pesar de que con el paso de los años se pierda cierta

capacidad de reexión y memoria. Parecen mucho más importantes las otras dos explicaciones. Un poco menos, es verdad, la que

achaca el problema a los cambios sociales y arma que la soledad de los mayores les lleva a compartir mayor cantidad de falsas

noticias.

No son los mayores quienes más solos están, en esto les acompañan, por ejemplo, quienes se encuentran al nal de la veintena. El

problema parece radicar, más bien, en que al aumentar la edad también aumenta la conanza en los demás, lo que hace a los mayores

más propensos a creerla información que proviene de fuentes dudosas.

Porsi fuera poco, algunos mayores no son muy buenos detectando mentiras, especialmente si estas tienen su origen o son compartidas

por conocidos o gente de una edad similar. Por el contrario, muchos son capaces de recordar mejor a quien una vez no fue sincero o

digno de conanza, de modo que tendrá un mayor efecto calicar a alguien como mentiroso que ir desmontando cuidadosamente todas

sus mentiras.

El motivo por el que se usan las redes sociales también resulta importante: los mayores no buscan incrementar su caudal de

información, sino aumentar su contacto con otros, de modo que su preocupación no es precisamente la veracidad o precisión de lo que

se comparte.

Es cierto que se estará más dispuesto a creer y compartir noticias falsas que conrman nuestra forma de ver el mundo o que encajan

con nuestras ideas. Sin embargo,se ha demostrado que la creencia en este tipo de información fabricada no se debe tanto a motivos

sociales o propósitos ideológicos y sí a la pereza del pensamiento. Pero los mayores son menos perezosos que los más jóvenes: el

razonamiento analítico se incrementa con la edad.

3. Falta de conocimiento sobre el mundo digital

Por eso, la tercera explicación, la falta de formación digital, aparece como la de más peso a la hora de dar cuenta de por qué los mayores

comparten una mayor cantidad de noticias falsas. Incluso las habilidades analíticas sucumben ante las elaboradas falsicaciones que

pueden hacerse en el mundo digital.

No es necesario que sean perfectas. Fotos trucadas de manera evidente y tosca pueden convencer a quien se ha incorporado de manera

tardía al mundo de las redes sociales, como ocurre con los mayores. Se ha mostrado que, por un lado, la capacidad de distinguir fotos

falsas disminuye con la edad y, por el otro, las noticias que van acompañadas de una imagen son aceptadas como verídicas con más

facilidad (y ello aunque la imagen no añada nada al texto) y, además,son más compartidas.

De todo lo dicho, no debería deducirse que los mayores comparten noticias falsas a propósito o que lo hacen intencionadamente más

que los jóvenes. Al revés, cuando se les pregunta,se muestran menos dispuestos a hacerlo, lo que parece que quiere decir que el

problema principal es la falta de conocimiento del mundo digital y sus complejos algoritmos.

En resumen, la explicación basada en las deciencias cognitivas que se maniestan con la edad y que parecía ampliamente aceptada

debe dejarsu lugar a la falta de formación sobre cómo funciona el mundo digital.

Novelas de caballerías

Volvamos por un momento a El Quijote. Cuando el ventero arma creer que es verdad que Félixmarte de Hircania de un revés partió a

cinco gigantes porla mitad, podríamos estartentados a pensar que se debe a una deciencia cognitiva, a una carencia en su formación.

En su caso,sería una explicación plausible, pero que no valdría para Don Quijote.

Sin embargo, aunque hay parte de eso, la justicación que da el ventero es distinta: para él no puede ser mentira lo que cuentan los

libros de caballería porque están impresos “con licencia de los señores del Consejo Real, como si ellos fueran gente que habían de dejar

imprimirtanta mentira junta, y tantas batallas, y tantos encantamentos que quitan el juicio”.

Lo que mostraría el ventero, más bien, es desconocimiento sobre el mundo literario y editorial. Algo comparable a la falta de formación

de los mayores de hoy sobre el mundo digital, quienes pueden preguntarse, de modo similar“¿cómo iban a permitir las autoridades que

la mentira campe libremente en las redes sociales?”.

La desconanza y la pereza

De modo que si el poder político se arroga la tarea de protegernos contra la mentira, nos estaría haciendo más vulnerables a ella.

Creyéndonos a salvo,seremos engañados una y otra vez. La solución puede sertambién, en cierto modo, política y podría consistir en

recuperar una sana desconanza con respecto a los otros.

A fin de cuentas, esta es la idea que Thomas Hobbes tenía en mente cuando usó la frase de Plauto, homo homini lupus –el hombre es

lobo para el hombre–. No quería decir que los seres humanos se mataran los unos a los otros (los lobos normalmente no se matan entre

sí),sino que son desconfiados.

La desconfianza no es necesariamente mala, pero sí un poco engorrosa y laboriosa, ya que exige una constante vigilancia y análisis de

las acciones del prójimo. Así que puede que el origen del problema de las noticias falsas, al nal, no sea otro que la pereza.

Roberto Losada Maestre, Profesor de Teoría Política, Universidad Carlos III.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. 

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