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Cerró el restaurante Pippo, un clásico de la gastronomía porteña

01/09/2020 11:00 Economía
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Cerró el restaurante Pippo, un clásico de la gastronomía porteña Cerró el restaurante Pippo, un clásico de la gastronomía porteña

El restaurante Pippo es un símbolo de Buenos Aires, fundado en 1937, un año después de la construcción del Obelisco. Abrió sobre Sarmiento entre Montevideo y Rodríguez Peña en el Nuevo Mercado Modelo, donde hoy funciona el Paseo La Plaza. En 1941, se instaló en la calle Montevideo 341 y a su alrededor se creó un polo gastronómico. Se convirtió en un lugar de cita obligada de músicos, artistas, amigos, familias y trasnochadores, ya que estaba abierto hasta las seis de la mañana. Hace pocas horas, sus responsables le comunicaron a sus 25 empleados el cierre del local propio. 

Uno de sus dueños, José Sencio, solía contar que una noche de 1952, casi a las dos de la mañana, se pusieron a cantar los integrantes del trío Los Panchos. Edmundo Rivero siempre iba, igual que el actor Pedro López Lagar. Luis Sandrini era un fanático de las comidas de Pippo, igual que Malvina Pastorino, Tato Bores, Alberto Olmedo y Jorge Porcel, cuyo plato favorito era el clásico vermicellis al tuco y pesto. Entre los deportistas, Horacio Acavallo, Ringo Bonavena y El Mono Gatica no faltaban.

Luis Alberto Spinetta iba siempre y pruebas no faltan. En una entrevista en la revista Rolling Stones, Charly García contó que una noche se le acercó el “Flaco” en Pippo y le dijo que tenía talento y que se cuidara de los vampiros. “Yo me quedé contento", confesó. 

El presidente Alberto Fernández, contó en una entrevista a Página/12 que cuando tenía 16 años fue almorzar con su padre al restaurante Pippo. Su padre se asombró al ver a un hombre comiendo fideos con la mano, no era otro que Pappo, quien almorzaba con Spinetta. "Me levanté a saludarlos, porque yo los conocía de los recitales. Pappo me dijo ‘qué hacés, Alberto’ y volví a la mesa", contó el mandatario, quién le dijo a su padre que eran sus amigos. Luego su madre le preguntó preocupada: “Hijo, con quiénes te estás juntando”. 

Pippo era un restaurante de culto, con manteles de papel, vino en pingüino y platos que desbordaban de sabores. Los dueños lo definían en pocas palabras: “Los tiempos corren, pero Pippo sigue manteniendo su identidad, a pesar de los años, sin que lo esencial cambie. La calidad de la materia prima, la abundancia, y la elaboración propia de las pastas; comer comida casera, un ambiente íntimo, informal y cómplice, características que siguen siendo parte del sello Pippo”. A su local de Montevideo, primero con salida en Paraná y luego dividido, sumó el de Callao y Santa Fe, que luego cerró. 

En 2015, todos entristecieron cuando se supo que habían pedido la quiebra. Pero sobrevivió y cinco años más tarde anunciaba a los cuatro vientos que abriría franquicias en todos los barrios porteños, incluso en Miami. 

Hace varios meses que la situación económica volvió a ser complicada en Pippo, a sus 25 empleados todavía les deben el aguinaldo del año pasado y el de julio. Desde que arrancó la cuarentena sus empleados sólo recibieron el ATP del Gobierno. Si bien ofrecieron delivery y take away, el último día de agosto a las 16, fueron convocados todos sus empleados. Daniel Montero, responsable de Pippo les dijo que iba a cerrar, que los iba a llamar uno por uno para acordar la indemnización y si no, podían ir a juicio. Aún no saben lo que les ofrecerán. 

No hubo mucha venta durante la cuarentena, pero igual se dieron maña y desde el 1 de junio comenzaron a vender pastas frescas. Pero no alcanzó, están ubicados en un lugar donde la vereda es muy angosta y no hay lugar para poner tantas mesas. Las deudas con proveedores y servicios fue agravando la crisis de Pippo. 

Sus empleados están tristes, algunos tienen más de 30 años de antigüedad. En medio de la desesperación juntan firmas para ver si alguien puede detener el cierre de este lugar de culto, que el 2 de junio cumplió 83 años de vida en la gastronomía porteña.

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