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Luces y sombras de una pandemia que sacudió la vida parroquial

15/09/2020 22:00 La Banda
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Luces y sombras de una pandemia que sacudió la vida parroquial Luces y sombras de una pandemia que sacudió la vida parroquial

En la actualidad, la humanidad vive un verdadero y profundo cambio de época, si bien es cierto que cada época tiene sus cambios, adaptaciones, luchas y descubrimientos. ¿Cómo es el escenario actual? En el teatro de la vida vemos como grandes protagonistas al desarrollo científico y a las innovaciones tecnológicas, sobre todo en el ámbito de las comunicaciones. Y los grandes villanos o antagonistas son el consumismo, el relativismo moral, el secularismo, la crisis antropológica, la pérdida de sentido y la violencia.

Hoy nos toca vivir y padecer la pandemia, que en mi opinión tiene luces y sombras.

Las luces: recuperar el valor de lo esencial; valoramos la familia los abuelos, los padres, los hermanos, los amigos; valoramos la salud, al personal de la salud y científicos. Hemos aprendido a vivir con menor velocidad, con menos vértigo, a hacer una pausa en nuestra vida, disponemos de mayor tiempo y tratamos de aprovecharlo mejor. Tenemos la oportunidad de vivir los valores cristianos: la fe, la esperanza, la caridad, la solidaridad, la alegría, la paz.

Las sombras crecen en algunos sectores de la población: el temor, la violencia, la pérdida de empleo, el cierre de negocios y empresas, la incertidumbre.

En cuanto a la vida parroquial, también ha sido sacudida por el Covid 19. Por las medidas tomadas por el Gobierno, como bien se sabe, muchas actividades se han suspendido, sin embargo es una oportunidad de hacer de cada casa un hogar, un santuario, una iglesia doméstica; las personas realizan sus oraciones, el rezo del rosario, la adoración del Santísimo, la lectura de la Palabra de Dios, la participación en la misa a través de las redes sociales; también algunas catequistas siguen su formación y preparación de manera virtual.

El viento sopla y no se detendrá, las aguas de los ríos siguen su camino y la fe de los hombres y las mujeres seguirá viva como el fuego, con nuevos matices. Agradezco a Dios su presencia entre nosotros. A María, la Madre de Dios, le ruego que cuide de cada uno de sus hijos, que avivemos nuestra fe. Dios los bendiga y a todos los lectores de EL LIBERAL.


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