El maná que surgió de la tierra gracias a manos bandeñas

Otra de las historias bandeñas que comenzó antes de la pandemia, pero que cobra relevancia en el actual contexto de desastre económico y financiero que azota el mundo entero, es la del éxito de un pequeño grupo de familias integrantes de la Iglesia Evangélica Príncipe de Paz, del barrio Ampliación Parque Industrial, de la ciudad de La Banda, que comenzaron hace 8 años con una misión en el paraje rural San Lorenzo Norte, luego instalaron una sede y hoy son impulsores de la huerta comunitaria El Maná que desde hace dos años favoreció el arraigo de una docena de personas que antes eran trabajadores golondrina.

Al contrario de la mayoría que rechazan lo que llaman encierro, estos trabajadores rurales hoy viven como una bendición poder estar todo el tiempo en sus hogares, con sus familias, sin tener que viajar a Buenos Aires, Córdoba, San Juan o Mendoza para poder llevar sustento a sus mesas.

Al respecto, la pastora Paula Ceguil, quien con su esposo Felipe Giménez dieron inicio a esta misión, comentó: “Los hombres solían viajar a otras provincias en busca de trabajo y hoy ya se establecieron cada matrimonio con su casa propia, fruto de su trabajo y ha sido de mucha ayuda este brazo económico de la iglesia. Gracias a este esfuerzo, el equipo fue seleccionado por el Inta para recibir otra camada de pollos “bb”, y así contamos con el apoyo técnico tanto en la huerta como en la cría de pollos”.

“Queríamos dar a conocer esto porque quizás pueda ayudar a muchos sumidos en la pobreza y que piensan que no se puede salir. Esta gente joven vivía en casas de caña, techo de tierra. Hoy construyeron sus hogares ellos mismos y son parte de este emprendimiento comunitario con vistas a crecer y que genere trabajo para otros. Cuando uno tiene voluntad, fe, todo se puede lograr, ellos son la prueba de que sí es posible”. 

Crecimiento

De esta iniciativa, que lleva dos años, se benefician en forma directa siete familias de la zona, de las cuales, unos doce integrantes eran trabajadores golondrina que ahora tienen un motivo para quedarse en su lugar. Otras 200 familias, miembros de la iglesia en La Banda y en Santiago se benefician comprando las verduras y hortalizas a precios convenientes que se producen en San Lorenzo. Esas ventas les reportan semanalmente entre $2000 y $3000 pesos solamente en Santiago. Además, abastecen a verdulerías que se fueron poniendo en contacto y hoy su producción ya no les alcanza para satisfacer todos sus pedidos. Trabajan en un campo que les alquila la misma persona que les donó una parcela para construir su capilla.

“Últimamente ya no estamos dando abasto para cubrir todos sus pedidos. Fue muy importante para empezar en 2 hectáreas, ahora ese campo quedó chico porque no alcanza para cubrir toda la demanda de las verdulerías que nos van conociendo, así que ahora estamos en proceso y de decisión para conseguir más tierras que pueda parecer otra donación o que haya que arrendar”.

Sus planes a futuro también incluyen conformar una cooperativa, y el Inta los invitó a ser parte de las ferias que suele organizar en distintos lugares apenas incrementen su producción y la pandemia lo permita.