Dolar Oficial: - Dolar Blue:- Dolar CCL:- Dolar Bolsa: - Dolar Mayorista: -

EL LIBERAL . Opinión

VIDEO | Octava Entrega: Las Comidas de Jesús

07/10/2020 11:07 Opinión
Escuchar:

VIDEO | Octava Entrega: Las Comidas de Jesús VIDEO | Octava Entrega: Las Comidas de Jesús

Por Mario Ramón Tenti. 

En la tradición evangélica son muy importantes los relatos donde mencionan a Jesús comiendo con gente.  En los cuatro Evangelios se hace mención a las comidas de Jesús. No caben dudas que para anunciar la llegada del Reino de Dios  y sus implicancias socio religiosas, Jesús utilizó esta actividad  de la vida cotidiana.  En Marcos 6, 30-44, da de comer a una multitud: “los que comieron los panes fueron unos 5.000 hombres” (6,44). En el mismo evangelio, comparte la mesa con publicanos y pecadores: “Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían” (2, 15). En Lucas, comparte la mesa con fariseos: “un fariseo le regó que comiera con él, y entrando a la casa del fariseo, se puso a la mesa” (Lc 7, 36). Incluso, en Lc 19, 5 al llegar a Jericó, se hace invitar a hospedarse y compartir la mesa  en la casa de un jefe de publicanos que no tenía buena reputación: “Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me quede yo en tu casa”  “Antes de su pasión, y a modo de despedida, organizó una cena con sus discípulos: “y mientras estaban comiendo, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio diciendo, tomen este es mi cuerpo” (Mc  14, 22). Cuando resucitó, sus discípulos lo reconocieron al compartir la mesa con él: “ellos por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo lo habían conocido en la fracción del pan” (Lc 24, 35).


Te recomendamos: La espiritualidad de Jesús


Simbolismo de las comidas de Jesús

La antropología cultural  ha mostrado que en todas las sociedades las comidas posen un apreciable valor simbólico. En ellas se reproduce, en pequeña escala,  el sistema social y el modo de organización de  una comunidad. Las personas no comemos con cualquiera.  Por lo general, lo hacemos con la familia, para reforzar los lazos de sangre, con amigos, para reforzar la amistad o con grupos ideológicamente a fines para reforzar el lugar de clase social, característica étnica o afinidad política.  De ahí, que las comidas sirven para dar identidad al grupo y al mismo tiempo separarlos  y distinguirlos del resto.

Si observamos cómo se distribuyen los lugares en torno a la mesa, quiénes ocupan los lugares centrales, quiénes sirven, qué tipo de alimentos se consumen, etc. tenemos una imagen clara de la organización social de ese grupo y la ideología que lo sustenta.

En el judaísmo, las comidas tenían un fuerte significado político religioso que servía para fortalecer su identidad de “pueblo elegido” y separarlos  del resto, a quienes consideraban “paganos”.  Incluso, no sólo se excluía de la mesa a los no judíos, es decir, a los que no pertenecían  al  pueblo de Israel, sino a propios conciudadanos, que por su situación personal o laboral no cumplían las normas de pureza establecidas: samaritanos, cuyo origen era judío pero que a lo largo del tiempo se habían mezclado con pueblos de origen pagano; para los habitantes de Judea, los Galileos eran considerados ciudadanos de segunda categoría. Jesús era Galileo y por eso se cuestiona su procedencia: “¿de Nazaret, puede salir algo bueno?”  (Jn 1, 46). Por su profesión, se marginaba a arrieros, pastores, curtidores, publicanos, recaudador de impuestos, etc. y en especial a las prostitutas.  La vinculación de Jesús con estos grupos sociales y el compartir la mesa con ellos generaba una fuerte  crítica y rechazo de sus adversarios: “vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ahí tienen a un comilón y borracho, amigo de publicano y pecadores” (Mt 11,19).


Te recomendamos: Las curaciones de Jesús


En esa sociedad teocrática, los límites entre lo social y lo moral eran ambiguos. Eran considerados “impuros” y excluidos de la mesa personas por ser pobres, enfermos, por su condición de género, como las mujeres, etc. Por eso, no debe extrañarnos, que cuando Jesús comparte la mesa con estas personas, está poniendo en crisis el modelo de sociedad  y su sistema de pureza, y por lo tanto, la identidad del grupo. De ahí, la reacción de ciertos sectores de poder que cuestionan esta práctica. Por eso, no es  descabellado afirmar que “Jesús murió, por el modo como comía”. 

Con quiénes come Jesús

Jesús acepta la invitación de gente considerada pecadora y come con ella. Los sectores religiosos conservadores  lo critican porque siendo Jesús un profeta no puede contaminarse  juntándose  con esa gente y poner en riesgo la pureza del pueblo.

Cuando comparte la mesa con Leví es criticado por los Fariseos y Escribas: “Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: porqué comen y beben con los publicanos y pecadores” (Lc 5, 29-30). Lo mismo sucede cuando se hospeda en  casa de Saqueo “todos murmuraban diciendo ha ido a hospedarse en casa de un pecador” (Lc 19, 1-10).

Jesús justifica su accionar desde su experiencia de Dios: Dios es Padre de misericordia, no excluye a nadie  y al compartir la mesa con los pecadores busca integrarlos a la comunidad del pueblo elegido. Cuestiona las normas de pureza que discriminan e imita a Dios que sale a buscar a los que están perdidos, ej. Parábolas de la misericordia de Lc 15.

Sorprende que Jesús haya aceptado comer en casa de algún Fariseo: éstos eran celosos  defensores de las normas de pureza y gente acomodada desde el punto de vista económico, que gozaban de cierto honor en el pueblo.  Lo que busca es no sólo la conversión personal de ellos sino ayudarlos a descubrir que hay otras formas de relacionarse con las personas desde el respeto a la dignidad de todos, evitando  cualquier tipo de discriminación. En casa del fariseo Simón Jesús se deja tocar por una mujer prostituta para enseñarle que Dios es amor y se acerca  a los que necesitan de su misericordia. (Lc 7, 36-50).  En otra oportunidad Jesús acepta la invitación a comer de un fariseo y se sienta a la mesa sin realizar las abluciones, ritos de purificación prescriptos para ese momento.  (Lc  11, 37 ss).  Para Jesús, la verdadera pureza no está en purificar los platos y objetos exteriores sino el corazón, para poder realizar las obras de misericordia: “dar limosna,  hacer justicia y amar a Dios”.

También, en otra oportunidad, invitado a comer por un jefe de los fariseos critica como los invitados  se pelean por ocupar los puestos de honor y el que solo se haya invitado a gente de su entorno.  Jesús afirma que hay que buscar el último lugar y que cuando hagamos un banquete invitemos a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos. Es decir, a los últimos de la sociedad que no podrán devolvernos la invitación.

Por último, Jesús come con sus discípulos en la cena de despedida y allí realiza un gesto que provoca la reacción de todos, representados en Pedro, lavándoles  los pies para enseñarles que deben hacer lo mismo unos con otros. 


Te recomendamos: VIDEO | Los exorcismos de Jesús: interpretarlos desde los moldes culturales de la época


Las comidas de Jesús anuncian que el Reino de Dios ha llegado

Las comidas de Jesús anuncian nuevos tiempos y una nueva humanidad. En ellas se expresa la voluntad de Dios que quiere que todos sus hijos sean incluidos a la mesa de la vida y la disfruten como hermanos sin discriminación de ningún tipo. Es una crítica a un modelo de sociedad donde unos tienen mucho  y no les interesa el hambre y el sufrimiento de los demás (Lc 16, 13-31). Por eso, el Reino de Dios será la mesa en la que los hambrientos serán saciados: “bienaventurados los que tienen hambre ahora porque serán  saciados” (Lc 6, 21). En el Reino de Dios los últimos serán los primeros: Lázaro se sentará a la mesa junto al patriarca Abraham (Lc 16, 23). Pero lo más sorprendente y que desnuda el corazón de Dios es que en el Reino instaurado por Jesús, Dios “servirá la mesa”: “dichosos los siervos que el Señor al venir encuentre despiertos: les aseguro que se ceñirá, los hará sentarse a la mesa y, yendo de unos a otro, les servirá” (Lc 12, 37).  Nada ni nadie puede igual el amor de Dios.

Recapitulando


Lo que debes saber
Lo más leído hoy