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EL LIBERAL . El Evangelio

“Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan”

11/10/2020 23:35 El Evangelio
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“Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan” “Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan”

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo:

“Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”.

Pero él dijo:

“Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”.

Guardar la palabra con la vida

El Evangelio de hoy es muy breve, leer esos dos versículos solos sorprende, sientes deseos de comprender su significado. Necesitas leer el capítulo 11 de Lucas para conocer de dónde proceden y cuál es su contenido, su sentido exacto y por qué están ahí. Estos dos versículos constituyen el centro de una composición que comienza con una enseñanza a los discípulos: enséñanos a orar. Para ver a Jesús de inmediato ocupado en un exorcismo: ante el poder liberador de Jesús nos alegramos, y ante las ideas e imágenes que el galileo opone a las calumnias y tentaciones de sus adversarios, ellos le acusan de estar al servicio del mal.

Entra en escena la mujer, y termina el capítulo con un ataque a los fariseos que también piden un signo. Jesús se niega a ofrecerles el signo del cielo que le exigen, en realidad le exigen que elimine la fe y la ambigüedad a toda actividad humana. Jesús les echa en cara a sus oyentes su falta de lucidez espiritual, su falta de fe en las escrituras que hablan de él. Nos alerta el Evangelio para que no caigamos en la misma ceguera en que cayó la generación de Jesús. él es más que Salomón y que Jonás.

Pero centrémonos en la mujer. “Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: “¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!” Es como una brisa llena de gozo que cruza todas las escenas y que expresan toda la belleza que ella ha captado de toda la persona de Jesús. ¿No podemos imaginar su rostro risueño, radiante de luz por la cautivadora belleza del Nazareno? ¿No podemos percibir a la vez la mirada de Jesús mirando con rostro alegre e iluminado mientras le responde a la mujer con una doble bienaventuranza: “Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan”?

Nos vamos dando cuenta de que la doble bienaventuranza proclamada por Jesús nos pone en el centro más nuclear de ser o no creyentes. De aceptar ser discípulos o ser de los que piden signos como fruto de su duda o falta de fe. Me buscáis, les dirá Jesús, no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.

Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan: Escuchar la palabra de Dios es como el tema principal, sinfonía grandiosa que abarca toda la historia de la humanidad. No nombró a la mujer que lo llevó en su seno y lo crió a sus pechos, no. Sin embargo, todo hace pensar que quizás sí se refería a ella, a esa mujer que lo acogió en su corazón y en su fe inquebrantable en el Dios de Abrahán, de Isaac y Jacob, al que ella le abrió su vida y su ser para que obrara en ella según el poder de su palabra.... ¿Qué tiene su palabra? Nada puede resistir a su voz. Hace todo cuanto dice.Ella así lo había aprendido escuchando en la sinagoga la palabra de Dios. Ella lo sabía y lo creía, y se lo comunicó a Gabriel, emisario de Dios: Hágase en mí según tu palabra. Según la palabra del que te ha enviado. Ella acogió la palabra haciéndola carne y vida de su vida. La escuchó, la contempló creciendo, la guardó rumiándola toda su vida, hasta en las horas más negras y dolorosas, creyó con el poder del que la guardaba a su sombra. No puso condiciones, sino que abrió su ser para que en ella mostrara su omnipotente poder, el designio salvador de su corazón.


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