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Acuerdo Israel-Sudán: logro diplomático en el tramo final de la campaña

25/10/2020 11:09 Opinión
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Acuerdo Israel-Sudán: logro diplomático en el tramo final de la campaña Acuerdo Israel-Sudán: logro diplomático en el tramo final de la campaña

Por Mariano Caucino. Especialista en Relaciones Internacionales. Ex embajador argentino en Israel y Costa Rica.

Con un anuncio del presidente Donald Trump, este viernes Sudán se convirtió en el tercer país con una mayoría de población musulmana en normalizar relaciones diplomáticas con Israel durante su mandato. El hecho tiene lugar después de que Emiratos Arabes Unidos y Bahrein hicieran lo propio en agosto y septiembre pasados.

Envalentonado, Trump aseguró desde la Casa Blanca que existen “al menos otras cinco” naciones árabes en línea para reconocer a Israel y establecer relaciones diplomáticas. En 1979, Egipto había establecido relaciones diplomáticas con Israel. En 1994, Jordania había seguidos sus pasos. A su vez, Mauritania había reconocido a Israel en 2009 pero rompió sus lazos años después.

A su vez, el gobierno norteamericano removió a Sudán de la lista de estados promotores del terrorismo, medida que implica el levantamiento de sanciones y de las limitaciones para recibir ayuda e inversiones. La decisión provocó el agradecimiento del Primer Ministro Abdalla Hamdok, aunque no éste no mencionó a Israel.

Para comprender el desarrollo de estos acontecimientos resulta fundamental comprender la historia reciente del país. Con una mayoría de población musulmana (con predominio sunnita), Sudán fue, desde 1948, un enemigo del Estado de Israel, a donde envió tropas para intentar derrotar -infructuosamente- al recientemente formado estado judío cuando todos sus vecinos rechazaron su creación. En tanto, Karthoun -su capital- fue sede en 1967 de la histórica cumbre en la que los miembros de la Liga árabe prometieron no reconocer ni reconocer a Israel. En ese mismo año, como consecuencia del estallido de la guerra de los Seis Días, Sudán y los Estados Unidos rompieron relaciones. En 1990, Sudán respaldó la audaz invasión de Irak a Kuwait, una medida que despertó un extendido rechazo del conjunto de la comunidad internacional. A su vez, el país fue refugio de grupos guerrilleros palestinos al tiempo fue sospechado de proveer una estación de paso del armamento iraní a Gaza.

En 1998, el doble atentado a las embajadas norteamericanas en Nairobi (Kenia) y Dar es Salam (Tanzania) fue perpetrado por Al-Qaeda cuando su líder, Osama bin Laden, vivía en Sudán. Pero Bin-Laden no fue el único huésped célebre del país. Oportunamente, dos de los terroristas más notorios de la segunda mitad del siglo XX, Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como “Carlos, el Chacal” y Abu Nidal, también encontraron refugio en Sudán.

En 2019, un evento fundamental modificó el tablero. El derrocamiento de Omar al-Bashir, quien durante treinta años había dominado el país, abrió una perspectiva de cambio en la política sudanesa. La caída de al-Bashir -quien había sido declarado culpable por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra durante el genocidio en Darfur años antes- dio paso a la llegada de un gobierno de transición cívico-militar en la que la cúpula de las Fuerzas Armadas encontraron en una normalización de las relaciones con Israel una forma pragmática de escapar de las sanciones norteamericanas.

Horas antes del anuncio formal del jefe de la Casa Blanca, un vocero del gobierno de Sudán había filtrado al sitio Al-Araby Al-Jadeed -basado en Londres- que la normalización de las relaciones estaba “más cerca que nunca”. A su vez, fuentes del gobierno israelí indicaron que el acuerdo implicaba un golpe a las ambiciones hegemónicas de Irán en la región. El propio ministro de Inteligencia de Israel Eli Cohen, declaró que “el quitar a Sudán de la lista de estados promotores del terrorismo nos permitirá la firma de otro acuerdo de paz y el desarrollo de varias líneas de cooperación”.

El Primer Ministro Benjamín Netanyahu celebró el anuncio como un “enorme avance para la paz” y el comienzo de “una nueva era”. En tanto, desde Washington, el ministro de Defensa y vicepremier israelí Benny Gantz expresó durante un encuentro con el secretario de Defensa Mark Esper que “estamos entrando en una nueva era de normalización en Medio Oriente”.

Por su parte, el influyente American Israel Public Affairs Committee (AIPAC) describió el acuerdo como un “hito histórico” y felicitó a los líderes que lo alcanzaron por su “coraje”. En un sentido similar se expresaron el World Jewish Congress, el American Jewish Committee y el Simon Wiesenthal Center.

Pero el reconocimiento y formalización del vínculo bilateral con Israel por parte de un creciente número de países árabes ha despertado la condena de la dirigencia palestina que interpretó los avances como una nueva “puñalada por la espalda”. Esta realidad se ha visto profundizada toda vez que históricamente las naciones árabes habían vinculado sus negociaciones de paz con Israel a la necesidad de que previamente se lograran avances en el reconocimiento del establecimiento de un Estado pleno en Palestina. El presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas condenó los acuerdos y recordó que “nadie tiene el derecho de hablar en nombre de los palestinos”. En tanto, voceros de Hamás -la organización terrorista que controla Gaza- exclamó que se trataba de un “pecado político”. En Karthoun, en tanto, algunos manifestantes quemaron banderas israelíes en protesta por la decisión.

El anuncio de paz entre Sudán e Israel tuvo lugar en el tramo final de la campaña electoral norteamericana y completó el logro alcanzado por la Administración Trump en haber conseguido los acuerdos de Israel con Emiratos Arabes Unidos y Bahrein. El jefe de la Casa Blanca lo celebró a su estilo: preguntó si alguien creía que su contrincante demócrata -a quien llamó despectivamente “Sleepy Joe” hubiera estado en condiciones de lograrlo.

El avance de las negociaciones de paz de Israel con varias naciones árabes incluye desde luego un incesante debate sobre la posibilidad de que las mismas incluyan a Arabia Saudita. Algunas voces sostienen que la rivalidad con Irán que liga a muchos estados árabes sunnitas con los intereses de Israel podría permitir concluir que la formalización de esas relaciones es una cuestión de tiempo.

Trump anunció que esperaba una “normalización” en las relaciones entre Israel y Arabia Saudita. El pasado 14 de octubre, el secretario de Estado Mike Pompeo buscó estimular a su par saudí a reconocer formalmente a Israel, un país con el que el Reino mantiene lazos no formales muy importantes. Por su parte, un funcionario de alto rango del aparato de Seguridad e Inteligencia de Israel dejó trascender el jueves 22 que “en vista de todo lo que estamos viendo y escuchando” muy pronto Arabia Saudita seguirá los pasos de EAU, Bahrein y Sudán.

Algunas declaraciones del príncipe heredero Mohammed bin Salman (MBS) en el pasado permiten imaginar que esos acontecimientos puedan tener lugar en un futuro no muy lejano. En abril de 2018, en una entrevista en The Atlantic, reconoció el derecho a la existencia de Israel y comparó al Ayatollah Khamenei con Adolf Hitler. Otros analistas sostienen que tal perspectiva se encuentra lejos en el tiempo aún y señalan que mientras los gobiernos de Egipto, Emiratos y Bahrein celebraron el acuerdo con Sudán, Arabia Saudita no había hecho lo propio.

En tanto, EAU pudo anotar un triunfo el mismo viernes 23 cuando las autoridades israelíes dieron conformidad a la venta de aviones F-35 a ese estado, una meta de largo alcance de la diplomacia emiratí.

Faltando tan sólo diez días para las elecciones, Trump ha podido coronar un logro de su política exterior en medio de una campaña electoral en la que la mayoría de las predicciones indican que corre serio riesgo de ser derrotado en su pretensión de acceder a un nuevo período presidencial.

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