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EL LIBERAL . Santiago

Reconstruir la Argentina sin recursos será el mayor desafío poscuarentena

02/11/2020 13:15 Santiago
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Decir que este año será el peor de la historia para las pequeñas y medianas empresas no es sorpresa. En los primeros nueve meses del año, el balance económico de la pandemia entre las pymes muestra una caída de 19,3% anual en la producción industrial, de 27,9% en las ventas minoristas y la desaparición de unas 40 mil empresas.

Las estadísticas son, casi sin excepción, calamitosas. Porque detrás de los números hay miles de empresarios tratando de mantener a flote sus negocios y reponerse del impacto. El problema es que, hasta hace pocas semanas atrás, mirando la poscuarentena se veía un escenario bastante claro de recuperación. Sin embargo, estas últimas dos semanas algunas nubes comenzaron a restarle claridad a lo que viene y volvió a acentuarse la incertidumbre entre un empresariado que, como nunca, necesita confianza para encender los motores que empujen al país.

¿Qué sucedió?

Con la escalada del dólar blue se instaló el habitual debate de si lo peor de la crisis ya pasó y se puede esperar que en el 2021 haya un rebote con recuperación real en los pedidos de producción, en las ventas, en los ingresos, y una mayor estabilidad en las variables macroeconómicas que permitan volver a planificar, invertir y generar empleo.

Los pronósticos en el contexto actual se volvieron inciertos, porque dependerá del poder que muestre el Gobierno para contrarrestar los golpes del mercado financiero, que espera, anticipa y presiona por una devaluación.

Es que en ese juego y contra juego especulativo quedan presas las empresas, que son quienes hoy no están consiguiendo insumos para producir, quienes no tienen precio cierto para vender por las expectativas devaluatorias, y quienes ven que el dinero de las familias que debería ir a consumo para reactivar se queda parado en dólares.

¿Qué piensa el empresario hoy?

Que cuando hay tanta incertidumbre sus negocios no funcionan e invertir es riesgoso. Que si se decide devaluar el peso para achicar la brecha con el blue se disparará muy fuerte la inflación y ese desacomodamiento lo perjudicará. Y que si no se devalúa se hace difícil exportar y se necesitan los burocráticos controles a las importaciones para que no se destruya al productor nacional. Pero que, al mismo tiempo, esos controles traban el proceso productivo y el ingreso de productos que el país no fabrica o no tienen la calidad suficiente (especialmente en tecnología). Además, aun devaluando el riesgo de que el mercado siga golpeando y la situación de desconcierto se prolongue, existe.

Diferente

El escenario sería completamente diferente y alentador si el Gobierno pudiera retomar el control de la economía, doblegar las presiones del mercado y mantener el tipo de cambio fijo para preservar la inflación, acompañado de una política de controles selectivos y muy eficientes a lo que ingresa del mundo. Si a eso se le suma la posible reducción de costos para el exportador que compense un tipo de cambio que no lo favorece a salir a los mercados externos, la situación sería más auspiciosa todavía.

Pero al pensar en esa posibilidad, aparece la segunda cuestión. ¿Cómo reconstruir esta Argentina arrasada por la crisis sanitaria, la crisis económica y la crisis política? Una Argentina que agotó sus recursos genuinos y que este año tendrá un déficit fiscal cercano al 10% del PBI porque sus ingresos no le alcanzan para cubrir sus gastos.

Los empresarios somos conscientes de que, aun resolviendo la crisis financiera, y estabilizando lo que viene, no será fácil. No hay financiamiento y los gastos del Gobierno superan su capacidad de ingresos. Pero sabemos que esto tiene solución: si se decide finalmente impulsar un cambio en la política tributaria que reduzca el ahogo que tienen las pymes, no sólo los negocios y las inversiones volverían a activarse, sino que miles de empresas reabrirían. Y en el balance de 2021 será todo crecimiento y confianza. También el Estado (y la población) obtendrán su premio: es imposible que no mejoren sus ingresos fiscales y que no puedan reducir su déficit con esa expansión. La decisión está en las manos del Gobierno. Es tiempo de mirar a la producción.

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