Etchemendi domina la escena e indagan en los negocios que eclipsan el crimen de “Pausita”

El brutal asesinato de Marcelo Alejandro “Pausita” Costas presentó en sociedad a Amadeo Claudio Etchemendi, a quien se atribuyen oscuros negocios en Capital y Banda, cuya captura requirió nuevamente el querellante que asiste a la familia de la víctima, Sergio Crespín.

“Pausita” adquirió trascendencia el 7 de septiembre último.

Aquella mañana, un poblador halló su cuerpo envuelto en una frazada a la vera del canal matriz en la localidad de Cuatro Horcones, departamento Banda.

Reconstrucción

Para los investigadores, entre el 3 y 7 de septiembre “Pausita” estuvo “desaparecido”.

La policía sospecha que estuvo cautivo y fue torturado por Sergio Cristo, Ezequiel Oliva, el cuidador Ramón ángel Díaz y el prófugo, el gitano Amadeo Claudio Etchemendi.

“Ya definida la prisión preventiva de las tres personas, en representación de la familia de la víctima instaremos a la Justicia que repita el pedido de captura nacional e internacional de Etchemendi”, señaló en la víspera el querellante, Sergio Crespín.

Certezas

“Tenemos la certeza de su participación en el homicidio”, acotó Crespín, quien prefirió reservarse para sí los detalles más escabrosos del triste fin de “Pausita”, un hombre oriundo de Suncho Corral, Juan Felipe Ibarra, y con diversos antecedentes por estafas.

Casi dos meses después del crimen, la Justicia dictó la prisión preventiva contra Cristo, Oliva y Díaz, a quienes el fiscal Hugo Herrera les imputó cargos por “homicidio doblemente agravado”, figura reprimida con una pena de prisión perpetua.

Cumplido el rigor formal de las preventivas, la Fiscalía destinará ahora sus recursos en pos de apresar a Etchemendi, a quien sus cómplices endilgan haber resuelto la tortura a “Pausita”, arrastrándolos a su suerte, pero concertando una entrega a la que él faltó en Santa Fe.

Amigos, ayer

“Todos conformaban una presunta organización, sin discriminación en el submundo delictivo: drogas, estafas, robo de vehículos y hasta prostitución”, deslizó un investigador a EL LIBERAL.

Desde esa perspectiva, el informante sugiere leer en los silencios de los arrepentidos, Cristo, Oliva y Díaz.

Aún devaluados y caídos en aparente desgracia, fueron selectivos al intentar despegarse del homicidio culpando a Etchemendi.

Para sorpresa de los investigadores, no soltaron “prenda” , menos ventilaron los negociados de ficticia legalidad que supo redituarles jugosos dividendos en el apogeo de la banda.

El móvil, aún un misterio absoluto

El móvil del asesinato aún no emerge. El fiscal trabajó fuerte desde el 7 de septiembre, pero aún no fue posible establecer por qué los mismos sujetos que llamaron a “Pausita” para saborear un cabrito, terminaron dándole muerte.

Convertidos ya en sospechosos, los tres detenidos pasaron del silencio absoluto a recuperarse de su amnesia.

Sin perder de vista las pruebas científicas, fueron recordando capítulos del homicidio, solo factible de ser desmentidos por los informes de la autopsia.

En ese “juego” de desgaste mental, y por aquello de que los “cuerpos hablan”, sólo los forenses amenazan hoy con desnudar una eventual historia oficial de los tres presos, quienes no tienen nada para perder, ya que van directo hacia un juicio oral.

El fiscal Herrera lo sabe y evalúa el peor escenario policial de un asesinato con efectos multiplicadores, máxime sin descuidar la catadura moral de todos sus protagonistas y de los actores de reparto.