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La adoración al Niño Dios

09/12/2020 23:42 Interior
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La adoración al Niño Dios La adoración al Niño Dios

A pocas horas de comenzar los festejos patronales de Nuestra Señora de Loreto, históricamente en nuestra comunidad se vive con profunda fe el tiempo de Adviento. Es de caro sentimiento religioso el representar el nacimiento del Salvador en diversas figuras en todo tipo de material. En los primeros días de diciembre, más precisamente para el día 8, día en que la Iglesia celebra a la Inmaculada Concepción de la Virgen María, numerosas familias se vuelcan a armar el árbol de Navidad y colocar el pesebre debajo o a un lado de éste. Tierna escena que expresa la natividad del hijo de Dios, nacido pobre entre lo más humilde de un establo. Dichas figuras sacras estarán en un lugar especial que la familia considere, y recién después de la fiesta de los Santos Reyes Magos se podrán levantar y guardar hasta el próximo año.

Otra expresión de fe sobre el nacimiento del niño Dios es la de celebrarlo en la víspera de Reyes Magos. Antaño, este modo de rendirle culto era vivenciado por toda una familia que con antelación se iba preparando. Pude rescatar de innumerables recuerdos cómo la fe se renovaba en estos actos de piedad.

Doña Francisca Enríquez de Leiva me cuenta que, en su domicilio, en un tiempo lejano que es difícil de precisar, era su madre quien se encargaba de organizar la adoración al Niño Dios. Todo transcurría el día 5 de enero, desde temprano. El patio de la casa era cuidadosamente arreglado, y en él se montaba una especie de rancho con toda clase de follaje verde (cañas tacuaras, enredaderas, ramas de algún arbusto, etc.). La decoración consistía en guirnaldas realizadas en cordones de donde colgaban bolsitas con golosinas, algarrobas, higos, rosquetes, etc. Con papeles brillantes se hacían estrellas y se colgaban tiritas de colores. Sobre el piso se acomodaban las ofrendas de sandías, zapallos, calabazas, melones, españas, que con su suave perfume invadían el patio.

Una vez listo el lugar para el hijo de Dios, se congregaba toda la familia y el vecindario. En la víspera de la Epifanía del Señor se iban preparando con diferentes oraciones. Al niño Dios se lo ubicaba en una mesa cuidadosamente preparada en el centro. En un momento determinado, los padrinos del niño Dios, previamente designados, lo levantan para que todos los presentes pudieran adorarlo. Sonaban los villancicos entonados por niños vestidos de ángeles y pastores. Luego se rezaban antiguas oraciones cristianas. Se pide y se agradece y se finaliza distribuyendo entre los presentes las diversas ofrendas.

Hace unos años tuve la oportunidad de participar en una adoración del Niño Dios en la localidad de Villa Nueva, departamento San Martín. El extenso patio iba a ser testigo, después de mucho tiempo, de una tierna expresión de fe. En este solar, algunas viejas paredes de una antigua casona se mantienen en pie y soportando el tiempo. Como me contaron de antaño, la preparación es casi la misma. El lugar especial para recostar al hijo de Dios, las ofrendas con productos de las cosechas, las guirnaldas con golosinas y frutas le daban un color pintoresco al momento.

Toda una familia y amigos se propusieron realizar este gesto, que en tiempos lejanos se realizaba en esta misma familia que emocionada compartía este sentido ritual.

En el momento indicado, los padrinos del Niño Dios, don Pedro (Chochi) Gómez y doña Olimpia (Oly) de Islas, lo toman en brazos para que sea adorado por todos. Se escuchan antiguas oraciones y cantos dedicados al Salvador, mientras los niños observan concentrados, esperando el momento de la distribución de las ofrendas. Esta muestra de piedad popular congrega a todos los vecinos que con ello rememoran aquellos nacimientos que antaño se hacían. l


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