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EL LIBERAL . Opinión

El machismo encubierto del aborto

31/12/2020 01:04 Opinión
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El machismo encubierto del aborto El machismo encubierto del aborto

En la madrugada del 30/12/2020, el Congreso de la Nación legalizo la práctica delictiva del aborto. Increíblemente la ley sancionada no despenaliza el aborto. Mantiene el delito del aborto mientras que lo consagra como un derecho que el Estado debe atender a simple demanda de la madre. ¡Un perfecto circulo cuadrado! y de orden público. Entre tantas inconsistencias, el extenso debate en ambas cámaras, reitero el ninguneo al padre del niño por nacer, el cual no tiene posibilidad alguna de interceder por la vida de su hijo, ante el deseo de la gestante, cuando dispone eliminarlo. Se dijo que esto perjudica a los hombres, lo cual no es totalmente cierto. En realidad, sólo perjudica a los “buenos hombres y padres”. Claramente beneficia a los otros.

Identidad y responsabilidad parental

El sistema de gestión de expedientes del Poder Judicial de Santiago del Estero indica a diciembre del 2020, que en el fuero de familia se encuentran registrados casi 10.000 expedientes judiciales por causa de “Alimentos”. Una rápida compulsa de los mismos revela que la casi totalidad está iniciada por mujeres en contra de hombres; sin duda la mayoría son madres en contra de los padres, con quienes comparten la obligación alimentaria del menor representado. Los poquísimos iniciados por hombres en contra de mujeres consignan como causa “Alimentos y régimen de visitas”, de lo cual surge que fueron iniciados por padres a quienes se le negaba el contacto con su hijo/a y judicializaron su propia obligación alimentaria a los fines de no ser privado – él y su familia - de compartir los irrecuperables momentos de la infancia de esos hijos/nietos, aislados de su familia paterna, en castigo por haber contrariado los deseos (tal vez razonables) de la madre. Hasta el 30/12/20020, ningún varón progenitor podía desvincularse de sus obligaciones de padre, ya que tal su condición era indisponible ante la realidad de la filiación biológica. Si el estudio de ADN revela que es genéticamente el padre, todas las obligaciones caerán en su cabeza automáticamente, sin condición alguna.

Deseos contrariados

Cuando ejercía mi profesión de abogado, he recibido la consulta de hombres enojados por haber sido demandados por filiación y alimentos. Muchos de ellos afirmaban haber sido engañados por la madre, ya que previo al contacto sexual, la misma les había afirmado que no podía quedar embarazada, ya sea porque se cuidaba o hasta que tenía un problema de salud que impedía este resultado. He debido explicarles, en tales circunstancias, que la paternidad “no es una cuestión de deseos”, que su “querer ser padre era irrelevante”, y que, aunque demostrara judicialmente el engaño, nada de ello evitaría el cumplimiento de sus obligaciones alimentarias ya que su responsabilidad, como padre de un menor, integra lo que conocemos como “orden público” y era un deber del Estado hacer que se cumpla. Solía expresar en obvia exageración: “Así acredites que la relación sexual fue sin tu consentimiento, por encontrarte bajo el efecto de substancias alucinógenas, tu obligación de padre es de orden público y nada va a impedir a que lleve tu apellido, que debas mantenerlo y que seas responsable por los daños que provoque a terceros mientras sea menor”.

Igualdades que desigualan

Todo eso era – hasta el 30/12/2020 - igualmente aplicable a la madre, y esta igualdad era una poderosa razón para sostener la justicia de esta responsabilidad odiosa, para muchos hombres contrariados en su deseo de no “paternar” al menos a ese niño. La legalización del aborto libre aprobado en el Congreso, que habilita a eliminar el niño hasta el momento de su nacimiento, con motivo de que su existencia genera cualquier malestar a su madre y hasta la semana 14 ante por el solo deseo de la madre (sin necesidad de invocar siquiera un malestar), destruye el argumento anterior generando una clara desigualdad entre los progenitores.

Tal proyecto otorga a la madre la facultad de exterminar a su hijo, sin consultar siquiera al padre, el cual, conforme el artículo 574 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, podría reconocer al niño antes de nacer. Según este proyecto, la mujer podría abortar a su hijo de ocho meses, tres semanas y seis días de gestación, alegando que la existencia de este niño afecta su “salud social”, pero no existe en este proyecto, una facultad del padre para suplicar por la vida de su hijo y lograr que, en vez de un aborto se induzca al parto y se lo entregue a él para hacerse cargo del niño deseado por el padre.

Este padre, que podría ser demandado por alimentos antes del nacimiento de su hijo según el art. 665 del Código Civil y Comercial de la Nación, deberá resignarse a la muerte de su hijo, víctima inocente de esta curiosa “ampliación de derechos” de la madre. Pero si la madre decide llevar a término el embarazo este padre, no tiene el derecho simétrico de renunciar a su condición y desobligarse del niño. Los medios de comunicación afines a este proyecto (y a la ideología que lo sustenta) han difundido hasta el cansancio que, la legalización del aborto liberará a muchas mujeres hoy forzadas a ser madres en contra de su voluntad.

“La maternidad será deseada o no será”, reiteran con el argumento de que los niños deseados serán felices. El resto de los niños serán exterminados de manera legal, gratuita y segura.

La igualdad es la esencia de la justicia

Si se adopta este criterio jurídico y en un estricto razonamiento de “igualdad” (término fetiche en la ideología que sustenta el proyecto) ¿qué impedirá a los hombres forzados a ser padres en contra de su voluntad, a requerir similar trato? La legalización del aborto detona brutalmente el principio de igualdad ante la ley entre los progenitores legitimando que los mismos requieran similar derecho. Similar, nunca idéntico ya que ningún padre forzado reclama la muerte del niño, sino su simple desvinculación.

En un estricto análisis de justicia, no hay ninguna razón para negar a los hombres “víctimas de una paternidad forzada”, obligados a sobrellevar una situación que atenta contra su “salud social”, el respeto igualitario a su voluntad de no ser padres. Pensemos en los numerosos casos de hijos extramatrimoniales que provocan en los matrimonios de los progenitores crisis casi terminales. ¿Quién puede dudar que la existencia de ese hijo “no esperado ni deseado” por el progenitor, perjudica la “salud social” del mismo? Si la madre puede “legalmente eliminarlo”, condenándolo a muerte, aun cuando la vida extrauterina del niño por nacer es perfectamente viable. (El art. 4 del proyecto establece que puede abortarlo hasta el momento de nacer) ¿Con qué argumento negarle al padre un efecto infinitamente menos grave, que no atenta contra la vida del niño, como es renunciar a la paternidad a los fines de desobligarse de sus responsabilidades no deseadas?

¿Estarán dispuestas las casi diez mil madres que interpusieron juicios de alimentos, en estos últimos años a recibir esta respuesta de los hombres “forzados a ser padres”, que inspirándose en los avances igualitarios del feminismo, manifiesten en los juzgados de familia, que “ no desean ser padres” y que la paternidad forzada es un atentado contra su libertad y que no hay razón para que la filiación sea de orden público para los padres y no para las madres, facultadas a desobligarse de tal condición, gestionando la muerte de sus hijos.

Machismo agradecido

Las investigaciones rigurosamente efectuadas en países como Francia, demuestran que, tras la mayoría de los abortos, hay una presión masculina, no una liberación femenina.

Por ello la mayoría de estos hombres demandados judicialmente, experimentaran un alivio inmenso con la legalización del aborto, ya que -por fin - tendrán el argumento perfecto para que su “deseo de no ser padre”, sea respetado en un mínimo pie de igualdad, gracias al movimiento feminista que ha conseguido consagrar este derecho.

Además de los niños inmolados en el altar de una cultura hedonista e irresponsable y de los padres que desean serlo y no podrán oponerse a la voluntad abortiva de las madres, las perdedoras de este nuevo esquema serán las madres que aman sus hijos y que – después de los 1000 días ahora cubiertos por el gobierno - deberán afrontar en soledad, el mantenimiento y la defensa de esa vida, ante el abandono de los padres, gracias a la disponibilidad de la responsabilidad parental, consagrada en esta ley.

El machismo más obsceno y brutal, violento e irresponsable está infinitamente agradecido por esta inexplicable solidaridad del movimiento feminista. Muchos de sus numerarios seguramente estrenaron sus pañuelos verdes para festejar esta inesperada “liberación”.


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