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EL LIBERAL . El Evangelio

Si quieres, puedes limpiarme

13/02/2021 22:16 El Evangelio
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Si quieres, puedes limpiarme Si quieres, puedes limpiarme

Marcos convierte en misionero este relato

de curación de un leproso, porque tiene

como finalidad acompañar el proceso de

evangelización de la Iglesia naciente. Jesús

no sólo anuncia la llegada del Reino de Dios,

sino que lo hace presente a través de signos

que muestran el poder sanante de Dios.

La enfermedad de lepra ocasionaba

a una persona un sinfín de males, no sólo

desde el punto de vista físico sino también

social y religioso.

Esta enfermedad es considerada en la

Biblia y en el judaísmo como uno de los peores

males que pueden aquejar a una persona.

Levítico 13, 45-46 dice al respecto: “El

afectado por la lepra llevará los vestidos

rasgados y desgreñada la cabeza, se cubrirá

hasta el bigote e irá gritando: ¡impuro¡

¡impuro¡ Todo el tiempo que dure la llaga,

quedará impuro. Es impuro y habitará solo;

fuera del campamento tendrá su morada”.

A la exclusión y abandono del enfermo

que tendrá que arreglárselas solo para vivir

debemos sumar la marginación religiosa

ya que la lepra era considerada un “castigo

de Dios” por pecados cometidos. El leproso

era considerado también “un pecador”. Esta

prescripción, como otras, se fundamentaba

en la necesidad de pureza del pueblo

de Israel por ser el pueblo elegido de Dios.

El leproso se acerca a Jesús y con gestos

suplicantes (se pone de rodillas) le pide

ayuda. El confía en Jesús por eso le dice:

“Si quieres puedes limpiarme”. Jesús siente

compasión por el enfermo, por su situación

de marginación social y religiosa e inmediatamente

“extendió su mano, lo tocó y le dijo:

quiero, queda limpio”. La lepra desapareció.

No le importó tocar al leproso, a pesar

de las prescripciones legales que lo impedían,

para Jesús, las personas son más

importantes que la ley, no teme a la crítica,

su acción curativa sana, incluye, renueva

la vida.

Después de curarlo, Jesús le mandó

guardar silencio y presentarse ante el sacerdote

para que pueda testificar la curación

tal como estaba prescripto en la ley

según lo relata Levítico 13.

La persona curada, lejos de guardar silencio,

se convierte en pregonero de Jesús

y su acción liberadora en favor del pueblo.

Conclusión

Hoy en nuestra sociedad, hay algunas

enfermedades como las adicciones al alcohol

y las drogas ilícitas, que pueden compararse

en cierto sentido con la lepra, no por

sus características y síntomas físicos, sino

por la marginalidad y exclusión social y religiosa

que infringe en quienes la padecen.

Cientos de chicas y chicos en nuestra provincia

sufren, a la par de su situación adictiva,

exclusión social y religiosa. Ellos y sus

familias deambulan en busca de ayuda, de

contención, que les devuelva la salud, la

dignidad de personas. Puertas cerradas,

promesas incumplidas, discursos grandilocuentes

sin ofertas concretas, burocracia

y desencanto. La Iglesia, tampoco está a la

altura de las circunstancias.

El proyecto sanador de Jesús que cura,

incluye y devuelve la dignidad parece lejano

a la praxis eclesial actual. Muchos de estos

chicos se hunden en la tristeza, en la desesperanza

y el olvido. Sólo son un número,

una estadística. ¿Vamos a seguir abandonándolos?

¿Vamos a mirar a otro lado como

si no existieran? ¿Cómo Iglesia vamos a

seguir predicando un Jesús lejano a la realidad

de la gente? ¿Promoviendo

acciones

vacías de contenido

sin promover

la vida en abunda

n c i a qu e J esús

trajo? En esto

se juega nuestra

credibilidad,

y hasta la suerte

de la fe en Jesús.

l

 


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