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EL LIBERAL . El Evangelio

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”

28/04/2021 21:45 El Evangelio
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“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.

Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo

Jesús en un momento de desahogo afectivo ante su Padre, se alegra de que su Padre sea como es, el que revela sus cosas, sus secretos no a los sabios y discretos sino a los pequeñuelos, por los que Jesús siente especial cariño, son sus preferidos.

También nos dice que si queremos conocer a fondo a Dios Padre no tenemos más que ir a él: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quisiere revelárselo”.

Jesús vino hasta nosotros para aclararnos quién es nuestro Dios. Nos lo dio a conocer no solo con sus palabras, hablándonos de él, sino también con su vida, como le aseguró a su despistado apóstol Felipe: “Felipe quien me ve a mí ve al Padre”. Los rasgos de Jesús son los rasgos de Dios Padre.

Jesús, que conoce a fondo nuestra vida porque él fue hombre como nosotros, sabe que a veces se nos hace muy cuesta arriba y el cansancio nos invade. Jesús, que viene como siempre en nuestra ayuda, quiere que salgamos victoriosos de nuestros agobios y cansancios.

Para ello, nos invita a que sigamos sus pasos “aprended de mí”, que le imitemos, que carguemos con su “blando yugo y su carga ligera”.

Su yugo y su carga es siempre el amor y quien camine con el amor en su corazón, quien se deje guiar por el amor, aunque se encuentre con situaciones dolorosas, el amor las volverá suaves y ligeras.

El amor tiene esa capacidad, hasta lo más doloroso y costoso, como puede ser la cruz para Cristo, lo vuelve blando y ligero porque el amor siempre lleva dentro de sí la alegría, el gozo de hacer lo que hay que hacer en cada instante.


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