ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Después de la aceptación gozosa del anuncio del ángel en el que comunica a María que por la acción misericordiosa del Espíritu Santo será la madre de Jesús, el Salvador, la Virgen parte hacia le región de Judea a visitar a su pariente Isabel; lleva en su vientre a Jesús y en su corazón la promesa de Dios que su Hijo será santo y se llamará Hijo de Dios.

El encuentro con Isabel está preñado de alegría en el Señor. El niño que Isabel lleva en el vientre salta de gozo al escuchar el saludo de María, Isabel exclama: "Tú eres bendita entre todas las mujeres y es bendito el fruto de tu vientre". María ha sido bendecida por Dios y por eso será la madre del "Bendito", el Hijo predilecto del Padre Dios.

La bendición de Dios hace de María, la humilde mujer de Nazaret, una mujer feliz y bienaventurada. Ella, signo elocuente de los "pobres de Yahvé" es feliz porque Dios la ha elegido parar ser parte de la historia de salvación de su pueblo Israel, ocupando un lugar destacado en el cumplimiento de las promesas del Señor. Y por eso, estremecida de Gozo, "canta las grandezas del Señor", porque Dios es fiel y nunca abandona a su pueblo más allá de sus pecados e infidelidades. En María, Dios rescata a los pobres de Yahvé y los hace privilegiados en el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación, del Evangelio de la misericordia de Dios. Por eso, las generaciones posteriores la llamarán "feliz" y llamarán bienaventurados a los pobres que abrazan el Reino con esperanza. María es bienaventurada por haber creído en Dios, por haber aceptado dando su "sí" ser parte de esta historia de amor, la historia del Padre Dios que envía a su Hijo Jesús al mundo para ser luz de las naciones y salvar a la humanidad del pecado, la esclavitud y la muerte. María es dócil a la gracia de Dios, se deja moldear por las manos amorosas del Padre y colabora con sencillez y humildad en la historia de salvación que Dios ha diseñado y lleva adelante en su Hijo Jesucristo. Por eso María es la primera creyente, la discípula dócil a la moción del Espíritu que escucha el llamado de Dios y cumple su voluntad. Es esa la razón, de la grandeza de María y que sea considerada por los creyentes: "modelo de discípula".

Conclusión

La Iglesia celebra hoy la Asunción de María, misterio que está asociado no sólo a su maternidad sino también a su vida de discípula. María es la gran creyente, la que medita en su corazón las palabras y signos que su Hijo realiza, la que lo acompaña durante su ministerio,