¿Quién eres tú? ¿Quién eres tú?
En aquel tiempo, dijo Jesús
a los fariseos: “Yo me voy y me
buscaréis, y moriréis por vuestro
pecado. Donde yo voy no
podéis venir vosotros”.
Y los judíos comentaban:
“¿Será que va a suicidarse, y
por eso dice: °Donde yo voy no
podéis venir vosotros°?”.
Y él les dijo: “Vosotros sois
de aquí abajo, yo soy de allá
arriba: vosotros sois de este
mundo, yo no soy de este mundo.
Con razón os he dicho que
moriréis en vuestros pecados:
pues, si no creéis que Yo soy,
moriréis en vuestros pecados”.
Ellos le decían: “¿Quién eres
tú?”.
Jesús les contestó: “Lo que
os estoy diciendo desde el principio.
Podría decir y condenar
muchas cosas en vosotros; pero
el que me ha enviado es veraz,
y yo comunico al mundo lo
que he aprendido de él”.
Ellos no comprendieron que
les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
“Cuando levantéis en alto al Hijo
del hombre, sabréis que Yo
soy, y que no hago nada por
mi cuenta, sino que hablo como
el Padre me ha enseñado. El
que me envió está conmigo, no
me ha dejado solo; porque yo
hago siempre lo que le agrada”.
Cuando les exponía esto,
muchos creyeron en él.
Quien se encierra en sus criterios no será nunca capaz de entender y comprender al otro
El texto que Juan nos presenta
es el desarrollo de una
controversia entre Jesús y los
fariseos, que viene de lejos y que
se aproxima hasta acorralarle.
De algún modo parece que
van en busca de Jesús, no le
encontraran porque no le conocen
y los criterios que utilizan
en su aproximación son
erróneos. Son criterios que
están en diferentes planos, el
mismo lenguaje es confuso y
de incomprensión, “me buscareis,
pero donde yo voy, vosotros
no podéis venir”. Y también
“vosotros sois de abajo,
de este mundo; yo vengo de
arriba y no soy de aquí”.
Se introduce tal confusión
de intereses, que los mismos letrados
y fariseos lo interrogan.
Pero, ¿Quién eres Tú?, Jesús sigue
revelando su identidad, insiste
en varios momentos de
este discurso, que es enviado,
que no hace nada por su propia
cuenta, que está en sintonía
con el Padre y que todo lo que
dice y hace, es expresión y voluntad
del Padre, pero que ellos
no le entienden porque no conocen
ni al Padre ni a él.
En todo el diálogo la confusión
con los fariseos se mantiene;
y ¿en nosotros? Tenemos
respuesta para decir
quién es Jesús, o ¿vivimos
también en una perenne confusión?
Ellos no habían vivido
lo que nosotros sabemos
que ocurrió: la elevación y cruz
del Hijo del Hombre seguida de
la resurrección con un cuerpo
glorioso.
Es bueno pararnos y hacernos
unas preguntas: ¿Quién
es Jesús para ti, hoy? ¿Nos
quedamos en el amigo como en
nuestra época de adolescentes,
o podemos dar ya el salto a
la divinidad de Jesús, y a nuestro
compromiso en la construcción
de su Reino? Que el
dogma no frene nuestra pasión
por “vivir desde arriba”, escuchar
su Palabra y de no morir
en nuestro pecado”.
Mirando la actitud de los
fariseos y letrados, podemos
decir que quien se encierra en
sus criterios y cree saberlo todo,
no será nunca capaz de entender
y comprender al otro, ni
a los otros.
Nos acercamos ya a la semana
Santa, aún tenemos
tiempo para rectificar nuestro
camino en el final de Cuaresma
y adentrarnos decididamente
a vivir la preparación de
la Pascua.