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EL LIBERAL . El Evangelio

“¿Soy yo acaso, Maestro?”

12/04/2022 21:21 El Evangelio
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“¿Soy yo acaso, Maestro?” “¿Soy yo acaso, Maestro?”

En aquel tiempo, uno de

los Doce, llamado Judas Iscariote

, fue a los sumos

sacerdotes y les propuso:

“¿Qué estáis dispuestos a

darme si os lo entrego?”.

Ellos se ajustaron con él

en treinta monedas de plata.

Y desde entonces andaba

buscando ocasión propicia

para entregarlo.

El primer día de los ácimos

se acercaron los discípulos

a Jesús y le preguntaron:

“¿Dónde quieres que

te preparemos la cena de

Pascua?”.

él contestó: “Id a la ciudad,

a casa de quien vosotros

sabéis, y decidle: 'El

Maestro dice: mi hora está

cerca; voy a celebrar la

Pascua en tu casa con mis

discípulos'”.

Los discípulos cumplieron

las inst rucciones de

Jesús y prepararon la Pascua.

Al atardecer se puso a

la mesa con los Doce. Mientras

comían dijo: “En verdad

os digo que uno de vosotros

me va a entregar”.

Ellos, muy entristecidos,

se pusieron a preguntarle

uno tras otro: “¿Soy

yo acaso, Señor?”.

él respondió: “El que ha

metido conmigo la mano en

la fuente, ése me va a entregar.

El Hijo del hombre se

va como está escrito de él;

pero, íay de aquel por quien

el Hijo del hombre es entregado!,

ímás le valdría a ese

hombre no haber nacido!”.

Entonces preguntó Judas,

el que lo iba a entregar:

“¿Soy yo acaso, Maestro?”.

él respondió: “Tú lo has

dicho”.

La traición y el misterio de Judas

Nos fijamos hoy en Jesús

y nos admiramos por su capacidad

de encajar un golpe

tan doloroso como la traición

de Judas, de afrontarlo

de cara sin dejar que le impida

recorrer el camino de la

entrega total, sin que le aparte

un milímetro de su objetivo:

ser fiel al Padre dando la

vida por todos nosotros.

La verdad es que más

de uno de nosotros, en algún

momento, hemos pensado

que Jesús se equivocó

a la hora de elegir a los doce

apóstoles, a los que quiso

mostrarles más de cerca

su cariño y explicarles

con más claridad el evangelio

que debían predicar

después de su muerte. Eligió

a Judas, el que le traicionó,

eligió a Pedro el que

l e n egó descaradamente

en tres ocasiones, y eligió

a los otros diez, que en

el momento de su pasión y

muerte en la cruz le abandonaron

todos menos uno.

Estamos tentados a decir a

Jesús que se equivocó.

Pe ro a poco que ref

l exionemos, nos damos

cuenta de que Jesús no tuvo

otra alternativa a la hora

de elegir. Tuvo que elegir

no entre ángeles sino entre

hombres, es decir, personas

capaces de lo mejor

y de lo peor. Personas que

saben de fidelidad y de infidelidad.

Y ahí estamos todos nosotros,

los que hemos dicho

a Jesús que lo queremos

seguir donde quiera

que vaya. Y sin llegar al

extremo de Judas, nos encontramos

de vez en cuando

dando la espalda Jesús.

Pero algo en lo que falló Judas

por segunda vez es que

después de su traición no

volvió hasta Jesús a pedirle

perdón. Jesús, como hizo

con Pedro después de sus

negaciones, le habría acogido

y perdonado.

En este Miércoles Santo,

ante la misteriosa traición

de Judas, pidamos a

nuestro Maestro y Señor,

que no lo traicionemos, y

que si le traicionamos acudamos

cuanto antes a pedirle

perdón, sabiendo que

nunca nos va a cerrar las

puertas de su corazón.

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