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EL LIBERAL . El Evangelio

“También ellos fueron a anunciarlo”

22/04/2022 23:51 El Evangelio
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“También ellos fueron a anunciarlo” “También ellos fueron a anunciarlo”

Jesús, resucitado

al amanecer del primer

día de la semana,

se apareció primero a

María Magdalena, de la

que había echado siete

demonios.

Ella fue a

anunciárselo a sus compañeros,

que estaban de

duelo y llorando. Ellos,

al oírle decir que estaba

vivo y que lo había visto,

no la creyeron.

Después se apareció

en figura de otro a

dos de ellos que iban

caminando al campo.

También ellos fueron a

anunciarlo a los demás,

pero no los creyeron.

Por último, se apareció

Jesús a los Once,

cuando estaban a la mesa,

y les echó en cara su

incredulidad y dureza

de corazón, porque no

habían creído a los que

lo habían visto resucitado.

Y les dijo: “Id al

mundo entero y proclamad

el Evangelio a toda

la creación”.

¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!

“No recordéis lo de antaño,

no penséis en lo antiguo;

mirad que realizo algo

nuevo; ya está brotando, ¿no

lo notáis?” (Is 43,18). Comienza

el primer día de la

semana y con ella, toda la

carga de agenda que nos

devora. María Magdalena,

María la de Santiago y Salomé,

haciendo sus cálculos

sobre vendas, aromas, perfumes,

que nos hablan de

mortajas y de llanto ante la

muerte. Los once encerrados.

Se habían asegurado

muy bien de poner todo tipo

de cerrojos y maderos para

atrincherarse en el Cenáculo.

El miedo es así, ahora solo

queda lloran ante el fracaso

y la derrota de una historia

que ha acabado con la

muerte del Maestro. No hay

lugar para la sorpresa y la

vida, en medio de unos ojos

cansados por la rutina. Demasiado

concentrados en

hacer lo correcto, sin embargo,

el plan de Dios está

brotando.

La oscuridad de que se

cierne sobre la noche de

nuestra vida hace que no

se note que despunta el rayo

de la esperanza y la vida.

En el encuentro que el

Resucitado tiene con María

Magdalena, trata de despertar

el centro de su corazón.

Ella, que muy de

mañana va concent rada

en los pasos que hay que

seguir a la hora de amortajar

al Mesías. María: ¿No te

estás dando cuenta de que

en la belleza de esta mañana

algo está brotando? ¿No

recuerdas que soy un Dios

de vivos? ¿No recuerdas la

Palabra de Dios que habla de

Resurrección y Vida? Y, así,

cae en la cuenta. Se le abren

los ojos. ¡Maestro! Estás Vivo.

Y nosotras agobiadas en

la rutina de lo yerto.

Jesús, mira con ternura

a María Magdalena y la envía

a sus discípulos, que también

necesitan hacer todo un

proceso interior. Se han encerrado

en sí mismos.

Ya no

recuerdan esos años en los

que han ido presenciando el

mensaje revolucionario del

Maestro. Ahora solo ven las

sombras del miedo que los

acecha, no hay ilusión en su

horizonte. La fe en la figura

del Nazareno, ha sido sometida

a un duro golpe. Ahora

ha anidado en el corazón la

duda y la incer tidumbre.

Ahora el corazón tiene los

mismos cerrojos que la

puerta del Cenáculo. En la

ventana que con Jesús permanecía

abierta para que

entrara la brisa de la primavera,

ahora la cierra un pesado

madero. No hay posibilidad

de que entre ese rayo

de esperanza, que grita con

fuerza María Magdalena

desde el exterior: íResucitó

de veras mi amor y mi esperanza!

La fuerza de la presencia

resucitada es la que transforma

todas sus vidas.

Muerte, miedo, dolor, vulnerabilidad,

excusas, en presencia

resucitada. Ahora sí,

ya sois luz: “Id al mundo entero

y proclamad el Evangelio

a toda la creación”.

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