“Vosotros sois mis amigos” “Vosotros sois mis amigos”
En aquel tiempo, dijo Jesús
a sus discípulos:
“Este es mí mandamiento:
que os améis unos a otros
como yo os he amado.
Nadie tiene amor más
grande que el que da la vida
por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos
si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos,
porque el siervo no sabe lo
que hace su señor: a vosotros
os llamo amigos, porque
todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que
me habéis elegido, soy yo
quien os he elegido y os he
destinado para que vayáis
y deis fruto, y vuestro fruto
permanezca.
De modo que lo que pidáis
al Padre en mi nombre os
lo dé. Esto os mando: que os
améis unos a otros”.
“Ya no os llamo siervos”
Este texto del evangelio
de Juan leído a la luz de la
resurrección de Jesús, nos
adentra en la esencia del ser
de Dios, que es Amor. En
Gaudium et Spes n° 24 se
dice que el ser humano es la
única criatura creada a la
que Dios ha amado por sí
misma”.
“Ya no os llamo siervos”,
el siervo en el Antiguo Testamento
era el que siempre
debía permanecer junto al
amo, en todo momento, para
servirle en cualquier situación
que surgiera. El cambio
radical del mensaje de NT es
cuantitativo, aquí es el Amo
el que siempre permanece a
nuestro lado (el siervo), “a
vosotros os llamo amigos”, el
salmo 56 que hemos proclamado
canta la acción de
gracias a la fidelidad de Dios,
el que siempre está.
En Jesús la amistad es el
rostro profundo de la Alianza,
“porque todo lo que he
oído a mi Padre os lo he dado
a conocer”. Una alianza de
esponsalidad, la amistad de
Jesús es de hombres y mujeres
libres, que más allá de
sus debilidades y las de los
demás se han dejado seducir
y amar, “soy yo quien os he
elegido”, y en el capítulo 13
de este evangelio de san
Juan dirá “ yo sé bien a quién
he elegido”...
El amor siempre evoca
un espacio y un lugar donde
hacer vida la reciprocidad
amorosa, aquí el espacio es
el corazón del Padre desde el
cual Jesús nos comparte su
vida, su misterio, su entrega,
su voluntad. El lugar, el campo
inmenso de esta humanidad,
con la cual construimos
la historia y en la que estamos
invitados a descubrir la
presencia y el rostro de Jesús.
“Y os he destinado para
que vayáis y deis fruto y
vuestro fruto dureӈ A nosotros
se nos pide ser testigos
de la resurrección en
este siglo XXI, testigos creíbles,
que lleven con la vida la
mejor car ta, la car ta del
amor, de la compasión, la
carta de la verdad, la carta
del perdón y la misericordia.
Esa carta que solo podremos
escribir cuando seamos tan
libres que nada ni nadie nos
impida entregarnos.