“Si me voy os enviaré al Paráclito” “Si me voy os enviaré al Paráclito”
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
“Ahora me voy al que
me envió, y ninguno de
vosotros me pregunta:
‘¿Adónde vas?’. Sino que,
por haberos dicho esto,
la tristeza os ha llenado
el corazón.
Sin embargo,
os digo es la verdad: os
conviene que yo me vaya;
porque si no me voy, no
vendrá a vosotros el Paráclito.
En cambio, si me
voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará
convicto al mundo acerca
de un pecado, de una
justicia y de una condena.
De un pecado, porque no
creen en mí; de una justicia,
porque me voy al Padre,
y no me veréis; de una
condena, porque el príncipe
de este mundo está
condenado”.
Estaré presente en mi Espíritu
Escuchamos en la liturgia,
durante estas últimas
semanas, el evangelio
de Juan. Hoy se
nos ofrecen unos pocos
versículos del capítulo
16, que forman parte del
largo discurso de Jesús
en la última cena, según
el evangelio de Juan.
Versículos sobre cuya
interpretación no se
ponen de acuerdo ni los
grandes especialistas en
estudios bíblicos.
Para los que no lo somos
queda siempre la
posibilidad de preguntarnos
si hay algo en el
texto evangélico que toque,
ilumine, orienteà
nuestra comprensión de
la fe, nuestra vida, nuestra
realidad socialà
Jesús habla a sus
discípulos de la tristeza
que les llena el corazón.
Una tristeza que
parece que no está referida
solamente a la marcha
de Jesús sino a lo
que les acaba de decir en
los versículos anteriores,
que hemos leído en
la eucaristía de ayer. Les
van a excluir, perseguirà
matar, a veces en nombre
de Dios.
Es exactamente lo
que está ocurriendo con
él, que morirá al día siguiente
como maldito
de Dios. Sus discípulos
no pueden esperar
que la predicación del
mensaje sea un camino
de rosas, y ya lo hemos
constatado en la 1ª lectura
de hoy.
Pero Jesús insiste en
que es bueno para los
discípulos que él se vaya
pues va a enviarles el
Paráclito.
Su Espíritu presente
en ellos, que les permitirá
trascender la realidad
para descubrir, asumir,
y disfrutar la verdad
más honda: en el
fracaso y la muerte de
la que van a ser testigos
se va a mostrar la victoria
de Dios en su Hijo
resucitado, exaltado,
glorificado.