“Muchas otras cosas hizo Jesús” “Muchas otras cosas hizo Jesús”
En aquel tiempo, Pedro,
volviéndose, vio que
los seguía el discípulo a
quien Jesús amaba, el
mismo que en la cena se
había apoyado en su pecho
y le había preguntado:
«Señor, ¿quién es el
que te va a entregar?”
Al verlo, Pedro dice
a Jesús: “Señor, y éste,
¿qué?”.
Jesús le contesta: “Si
quiero que se quede hasta
que yo venga, ¿a ti qué?
Tú sígueme”.
Entonces se empezó a
correr entre los hermanos
el rumor de que ese discípulo
no moriría. Pero no
le dijo Jesús que no moriría,
sino: “Si quiero que se
quede hasta que yo venga,
¿a ti qué?”.
Este es el discípulo que
da testimonio de todo esto
y lo ha escrito; y nosotros
sabemos que su testimonio
es verdadero.
Muchas otras cosas hizo
Jesús. Si se escribieran
una por una, pienso que
ni el mundo podría contener
los libros que habría
que escribir.
¿Qué hay detrás de la pregunta de Pedro?
Pedro, después de recibir
de Jesús resucitado el
importante encargo de pastorear
a sus ovejas, ve venir
al discípulo amado y dice
a Jesús: ¿y qué hay de
éste? Nosotros nos podemos
plantear: ¿qué hay detrás
de esta inquietante pregunta
de Pedro? Algunos
exégetas afirman que quizá,
como Jesús había predicho
a Pedro el tipo de muerte
que tendría, ahora a éste
le interesaba saber sobre el
futuro del discípulo amado.
En realidad no podemos saber
con precisión lo que había
en el corazón de Pedro.
¿Sería una curiosidad motivada
por el excesivo afán de
control, los celos, la envidia,
etc.? No los sabemos, pero
esto me da pie a constatar
que en nuestro seguimiento
de Jesús hoy, tanto en la vida
familiar como en nuestro
ambiente laboral, muchas
veces, estamos contagiados
de una cultura mediática
que dedica muchas horas
de televisión a indagar sobre
la vida, el futuro, los éxitos,
los fracasos, las fortunas y
las desgracias de los demás.
El chisme, el cotilleo, el
raje, como se le quiera llamar,
es una realidad cada
vez más se generaliza y hasta
es bien vista en los medios
de comunicación. Con
intención o sin ella, nosotros,
también, muchas veces,
vamos convir tiendo
nuestra vida familiar, social
y eclesial en auténticos “reality
shows” en que nos acosamos
con curiosidad y nos
atacamos unos a otros para
sentirnos mejor que los demás.
Jesús se da cuenta que
Pedro se ha distraído de lo
fundamental y se ha ido por
las ramas, por eso su respuesta
es inmediata: “¿a ti
qué te importa?” No se trata
de un reproche, sino de
una llamada de atención que
lo devuelve al seguimiento
y a la misión, por eso le dice:
“Tú sígueme”.
Necesitamos
escuchar al Señor, que
nos remueve y nos devuelve
al centro de nuestra vida
cristiana. Jesús sabe que
en nuestras vidas nos distraemos
con mucha facilidad
y que en lugar de seguirle,
de apacentar sus ovejas
y de anunciar su evangelio,
gastamos nuestras energías
en rumores, chismes, envidias,
celos y juegos de poder
y de dominio de unos sobre
otros.
Al final del tiempo pascual,
el Señor nos vuelve
a decir, como a Pedro: “¿A
ti qué te importa?... Tú sígueme”.
Si en algo nos debe
interesar la vida de nuestros
hermanos es para apacentarlos
y no para competir
con ellos o para saciar
nuestra sed de curiosidad.
Que la alegría pascual que
hemos experimentado en
estos cincuenta días no se
desgaste.