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EL LIBERAL . El Evangelio

“Pero yo os digo”

09/06/2022 21:53 El Evangelio
Escuchar:

“Pero yo os digo” “Pero yo os digo”

En aquel tiempo, dijo

Jesús a sus discípulos:

“Habéis oído que se dijo:

‘No cometerás adulterio’.

Pero yo os digo: todo

el que mira a una mujer

deseándola, ya ha cometido

adulterio con ella en su

corazón.

Si tu ojo derecho te induce

a pecar, sácatelo y

tíralo.

Más te vale perder

un miembro que ser echado

entero en la ‘gehenna”.

Si tu mano derecha te

induce a pecar, córtatela

y tírala, porque más te vale

perder un miembro que

ir a parar entero a la ‘gehenna’.

Se dijo: ‘El que repudie

a su mujer, que le dé acta

de repudio’. Pero yo os digo

que si uno repudia a su

mujer —no hablo de unión

ilegítima— la induce a cometer

adulterio, y el que

se casa con la repudiada

comete adulterio”.

El corazón es el verdadero responsable

ante la moral. Jesús vuelve a insistir

en la limpieza de corazón

El Evangelio de hoy

está enmarcado en el discurso

evangélico donde

Jesús proclama las bienaventuranzas.

Nos dice

que somos sal de la tierra

y luz del mundo. Nos advierte

que no ha venido a

abolir la Ley y los Profetas,

y que la justicia nueva,

es superior a la antigua.

Les recuerda a sus

oyentes, presentes y futuros:

«Habéis oído que

se dij o : No cometerás

adulterio.Pues yo os digo.

La ley judía condenaba

en el Decálogo el adulterio,

la ley prohibía la acción

externa, el adulterio.

Esto será tema de los

profetas y libros sapienciales.

Pero ante esta legislación

interpretada restrictivamente,

Cristo da su

interpretación auténtica:

en este precepto está incluido

todo mal deseo de

adulterio.

El corazón es el verdadero

responsable ante

la moral. Jesús vuelve

a insistir en la limpieza de

corazón.

El adulterio es una injusticia

y lo mismo el deseo

de cometerlo.

El ojo simboliza el deseo.

La mano la acción.

Ceder al impulso de uno

u otra lleva al hombre a la

muerte.

Jesús nos advier te

que hay que eliminar el

mal deseo con la pureza

del corazón, nos dice

en las bienaventuranzas:

Bienaventurados los limpios

de corazón, porque

ellos verán a Dios.

En el Salmo 24, 4 rezamos:

«¿Quién subirá

al monte de Yahveh?,

¿Quién podrá estar en el

recinto santo? El de manos

limpias y puro corazón,

el que a la vanidad no

lleva su alma”.

El limpio de corazón

se encuentra en paralelo

con el de manos inocentes.

El limpio de corazón

es el que no abriga malas

intenciones con su prójimo.

E l Señor nos sitúa

siempre ante nuest ra

propia conciencia, nos

conduce a conocer nuestro

corazón, en la profundidad

de nuestro corazón

vemos de donde salen todos

los deseos, buenos

y malos, nos lo recuerda

Jesús.

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