El Espíritu ayudará a los discípulos a conocer y amar a Dios El Espíritu ayudará a los discípulos a conocer y amar a Dios
Con Pentecostés se
inicia una nueva etapa
en la historia de la salvación,
en la que Jesús
se hace presente
entre los discípulos a
través del don del Espíritu.
La función del Paráclito
es ser testigo:
“él dará testimonio sobre
mí”. Al escuchar al
Espíritu, los discípulos
no deberán dudar
en su fe ni de la misión
que tienen que cumplir.
Cristo ha vencido
al pecado y la muerte y
los sostiene para que
sean sus testigos ante
el mundo.
Por eso, el
Espíritu “los conducirá
a la verdad plena”,
para que conozcan a
Dios que es Padre de
misericordia y al mismo
Jesús que dio su
vida por nosotros. Si
Jesús no condujo a sus
discípulos a la verdad
plena era porque ellos
no podían todavía
comprender la profundidad
del misterio de
amor que es Dios. Por
eso, ahora, el Espíritu
de la Verdad es el
intérprete autorizado
de Jesús.
él transmitirá
el “hablar” del Hijo
glorificado, comunicará
lo que le pertenece
en propiedad por
su comunión perfecta
con el Padre. El Paráclito
ayudará a los discípulos
a entender las
palabras pronunciadas
y las acciones realizadas
por Jesús, pero,
más aún, comunicará
la revelación presente
que es la del Hijo
glorificado en Dios.
El hablar del Espíritu
no proviene de su
propia autoridad, de
la misma manera que
tampoco Jesús hablaba
por su propia iniciativa:
el Espíritu oirá
de Jesús lo mismo que
Jesús oía del Padre. Si
el Espíritu expresa lo
que oye del Hijo es para
comunicarlo. En este
sentido, el Espíritu
será la expresión del
mismo Jesús. Lo que
el Espíritu comunica,
que es propiedad del
Hijo, orienta no sólo al
conocimiento del misterio
sino hacia la vida
que está en el Padre y
en el Hijo, hacia la gloria
dada desde toda la
eternidad al Hijo, hacia
el amor que es propio
de Dios.
Conclusión
La revelación del
Dios “Trinidad” es el
misterio más sublime
de vida, de comunión
y de amor que nos comunica
Jesús. Revela
a Dios como Padre de
misericordia que envía
a su Hijo al mundo para
realizar un proyecto
de liberación y salvación
que incluye la
transformación de toda
la realidad: humana
y del cosmos. A la
vez, envía al Espíritu
de verdad, para que
nos haga parte de ese
misterio que Dios es
en sí mismo. El Espíritu
nos introduce en la
experiencia del amor
que es Dios, nos hace
partícipes de su comunión
de vida, para
que podamos ser testigos
de su presencia
en el mundo. Por eso,
para nosotros, la Trinidad
de Dios no es
una “idea para conocer
y contemplar” sino
una realidad de vida y
amor para experimentar.
El Espíritu, en este
sentido, nos
c o m u n i -
ca la vida
íntima de
Dios que
es comunión
y vida.