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EL LIBERAL . El Evangelio

“Nadie puede servir a dos señores porque despreciará a uno y amará al otro”

17/06/2022 20:39 El Evangelio
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“Nadie puede servir a dos señores porque despreciará a uno y amará al otro” “Nadie puede servir a dos señores porque despreciará a uno y amará al otro”

En aquel tiempo, dijo

Jesús a sus discípulos:

«Nadie puede servir a

dos señores. Porque despreciará

a uno y amará al

otro; o, al contrario, se

dedicará al primero y no

hará caso del segundo.

No podéis servir a Dios y

al dinero.

Por eso os digo: no estéis

agobiados por vuestra

vida pensando qué

vais a comer, ni por vuestro

cuerpo pensando con

qué os vais a vestir. ¿No

vale más la vida que el

alimento, y el cuerpo que

el vestido? Mirad los pájaros

del cielo: no siembran

ni siegan, ni almacenan

y, sin embargo,

vuestro Padre celestial

los alimenta.

¿No valéis

vosotros más que ellos?

¿Quién de vosotros, a

fuerza de agobiarse, podrá

añadir una hora al

tiempo de su vida? Fijaos

cómo crecen los lirios del

campo: ni trabajan ni hilan.

Y os digo que ni Salomón,

en todo su fasto,

estaba vestido como

uno de ellos. Pues si a la

hierba, que hoy está en el

campo y mañana se arroja

al horno, Dios la viste

así, ¿no hará mucho

más por vosotros, gente

de poca fe? No andéis

agobiados pensando qué

vais a comer, o qué vais a

beber, o con qué os vais

a vestir. Los paganos se

afanan por esas cosas.

Ya

sabe vuestro Padre celestial

que tenéis necesidad

de todo eso.

Buscad sobre todo el

reino de Dios y su justicia;

y todo esto se os dará

por añadidura. Por tanto,

no os agobiéis por el

mañana, porque el mañana

traerá su propio

agobio. A cada día le basta

su desgracia”. 

¿Por qué os agobiáis por el vestido?

Siguiendo el hilo conductor

que nos presenta la

primera lectura aterrizamos

en el evangelio de hoy

con la misma realidad la fe

y las acciones, que vienen a

hacer referencia del tipo de

Dios en el que creemos. Para

ello, podemos hacer un

tipo de tabla comparativa

en el que podemos poner

de relieve los ídolos frente

al verdadero Dios providente.

De este modo, comprenderemos

mejor la Palabra

de Dios y la profundidad

que nos quiere presentar.

Para hablar de fe y de

seguimiento debemos hilar

fino. El verdadero ser del

discipulado lleva una exigencia

y una coherencia determinada,

no valen los paños

de agua caliente.

Por un lado, se nos presenta

al dios dinero y una

cierta preocupación por lo

inmediato: vestido y alimento,

que nos puede llevar

a despistarnos de la

profundidad del seguimiento

como discípulo y

darle el corazón a los ídolos.

Evidentemente que necesitamos

una serie de cosas

materiales para la vida,

sin embargo, de eso no habla

el texto.

Si recordamos los tiras

y aflojas del «Pueblo elegido”

a su paso por el desierto,

van demandando a

Dios cosas: comida, agua...

Y llega un momento en el

que no quieren reconocer a

Dios en sus vidas: «Pronto

se han desviado del camino

que yo les había señalado.

Se han hecho un becerro

de metal, se postran ante

él, le ofrecen sacrificios

y proclaman: “Este es tu

Dios, Israel, el que te sacó

de Egipto” (Ex 32,8). Darle

el corazón al ídolo y manifestar

que ha sido un becerro

que come hierba el que

ha hecho la acción de darles

la libertad. Dios queda relegado

a otro plano no interesa.

En la otra columna de la

tabla aparece el Dios providente.

El Dios creador, de

la vida, la belleza, el bien y

amor. Para hablarnos de

esa profundidad que necesitamos

oír. Del sentido

que tiene que tener nuestra

vida en estos momentos

tan convulsos por los

que estamos pasando. La

vida unida al sustento al alimento

del que nos hace referencia

la idolatría. ¿Solo

necesitamos pan material

en nuestra vida? Jesús

le dice al tentador: «Está

escrito: “No solo de pan vive

el hombre, sino de toda

palabra que sale de la boca

de Dios”» (Mt 4,4). La respuesta

es bastante clara, el

deseo que tenemos de sentido

cuando el alma grita

buscando un rayo de luz en

medio de tanta oscuridad

solo la proporciona el Dios

de la vida.

La ansiedad que

se genera en nuestro interior

cuando no vemos el

horizonte claro o nos visita

la enfermedad solo alcanza

sentido si estamos centrados

en el Creador.

No andéis agobiados

buscando con qué os vais

a vestir o tratando de añadir

unos segundos de vida

al reloj de tiempo. Vuestro

Padre que es providente al

inicio de la creación revistió

de belleza todo el escenario

creado. Las aves del

cielo, los lirios del campo.

Y al ser humano que lo cubrió

con un manto mucho

más hermoso que al resto

de las criaturas que salieron

de sus manos. A este

le dio la categoría de ser

imagen. De ser Hijo de

Dios. A este ser humano le

toca en suerte reconocerse

como hijo amado de Dios

y tratar de sembrar en este

mundo las semillas del

mandamiento nuevo que

nos hablan del Reino del

amor y su justicia en medio

de tanto sinsentido. 

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