“Por sus frutos los conoceréis” “Por sus frutos los conoceréis”
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con los
profetas falsos; se acercan
con piel de oveja,
pero por dentro son lobos
rapaces.
Por sus frutos los
conoceréis. ¿Acaso se
cosechan uvas de las
zarzas o higos de los
cardos?
Así, todo árbol
sano da frutos buenos;
pero el árbol dañado da
frutos malos. Un árbol
sano no puede dar frutos
malos, ni un árbol
dañado dar frutos buenos.
El árbol que no da
fruto bueno se tala y se
echa al fuego. Es decir,
que por sus frutos los
conoceréis”.
De cada uno de nosotros va
a depender que se pierda
tan extraordinaria semilla
Hay alumnos que se
quejan de que algunos
de sus profesores no
se explican bien y que
por lo tanto no les llega
ni entienden la verdad
que quieren transmitirles.
No es el caso de Jesús.
Tenía sus recursos
pedagógicos para que
su mensaje lo entendiesen
todos a los que se
dirigía.
Uno de esos recursos
son las parábolas.
Algunas de ellas de
carácter agrícola, dada
la sociedad en la que vivió
Jesús. Es el caso de
la parábola de sembrador,
que unos versículos
más adelante al pasaje
de hoy se la explica
a sus discípulos y a
nosotros en todos sus
puntos.
Allí debemos
ir.
La principal enseñanza
de esta parábola
es que en la vida de
cualquier cristiano entran
en juego dos elementos:
en primer lugar,
la semilla, la palabra
de Dios, el mismo
Jesús que, de una manera
u otra, llega a sus
oyentes, llega hasta nosotros.
En segundo lugar,
cada uno de nosotros.
De cada uno de nosotros
va a depender que
se pierda tan extraordinaria
semilla o dé fruto
en distinta medida en
la cosecha. No defraudemos
a Jesús, y acojámosle
en nuestro corazón
para que dé los
frutos que él desea en
nuestra vida.