“A vino nuevo, odres nuevos” “A vino nuevo, odres nuevos”
En aquel tiempo, los
discípulos de Juan se
acercan a Jesús, preguntándole:
“¿Por qué nosotros y
los fariseos ayunamos
a menudo y, en cambio,
tus discípulos no ayunan?”.
Jesús les dijo: “¿Es
que pueden guardar luto
los amigos del esposo,
mientras el esposo
está con ellos? Llegarán
días en que les arrebatarán
al esposo, y entonces
ayunarán.
Nadie echa un remiendo
de paño sin remojar
a un manto pasado;
porque la pieza tira
del manto y deja un roto
peor.
Tampoco se echa vino
nuevo en odres viejos;
porque revientan
los odres: se derrama
el vino y los odres se estropean;
el vino nuevo
se echa en odres nuevos
y así las dos cosas se
conservan”.
Jesús nos enseñó cómo
humanizar nuestra sociedad
Ciertamente que las
situaciones por las que
pasa la humanidad parecen
no engendrar confianza
e ilusión, sin embargo,
es más necesario
que nunca. Es el evangelio
el que nos da una pequeña
pista, aunque es
muy exigente, es fijarnos
en la actuación de Jesús y
en su palabra.
Siempre, el creyente,
tiene que recordar la actuación
de Jesús, el hombre,
que, siendo Dios, nos
enseñó cómo humanizar
nuestra sociedad. Su actuación
y sus palabras,
son la mejor manera para
liberarnos del desánimo y
de la desesperación. él está
con nosotros y, con la
fuerza de su Espíritu, nos
capacita y nos impulsa a
hacer realidad lo que Dios
Padre quiere para toda la
humanidad. Quiere la paz,
la concordia, el bienestar,
la justicia para todos. Para
lograr esto no nos debemos
quedar parados, sino
que tenemos que saber
situarnos y no hacer lo de
siempre, sino estar siempre
en proceso de conversión.
La conversión nos exige
descubrir la novedad de
los tiempos y poner novedad
en nuestra actuación.
Eso es lo que ha pretendido
el Papa cuando ha convocado
a toda la Iglesia al
Sínodo de la sinodalidad.
Hay que cambiar.
Hay que escuchar al
Espíritu y escucharnos para
descubrir entre todos lo
que nos están diciendo estos
tiempos de superficialidad,
de relativismo, de
indiferencia y de falta de
compromisos, tanto a nivel
eclesiástico como civil
y social. Pongamos soluciones
nuevas a estos nuevos
tiempos. Seamos audaces
para proponer entre
todos cómo anunciar,
hoy, la paz a nuestro mundo.
Podemos hacer hoy esta
oración.
“Señor Jesús, dame Tu
Paz, esa que sólo Tú puedes
dar. Sin ella Tu envío
no tiene futuro. Dame Tu
Espíritu para ser como Tú,
para alegrarme como Tú
y vivir Tu misma vida resucitada.
Que ese mismo
Espíritu me ilumine para
adentrarme en la Palabra
que hoy me diriges.
Amén.