Jesús envía a los discípulos a anunciar el Reino Jesús envía a los discípulos a anunciar el Reino
Después de haber enviado
a los Doce, ahora, Jesús
envía 72 discípulos con
la misión de preparar el camino
para su llegada. Las
instrucciones para la misión
tienen dos rasgos importantes:
premura eficiente y previsible
hostilidad.
La predicación
del Reino no tolera
estorbos de ninguna clase;
la curación de los enfermos
debe llevarse a cabo de manera
rápida, como corresponde
a labradores en época
de recolección.
Los discípulos deben
darse cuenta de que su tarea
no va en la línea de los
convencionalismos sociales
ni busca la comodidad; el
objeto de su palabra y de su
acción llegará a apartarlos
de la gente.
Más aún, estarán
expuestos a toda clase
de ataques y enfrentamientos:
“los envío como corderos
en medio de lobos”.
No habrá tiempo para
saludos, ni para comidas
exquisitas ni alojamientos
confortables. Su proclamación
tiene que ser: “el Reino
de Dios está cerca de ustedes”.
La misión de proclamar
la llegada del Reino de Dios
debe ir acompañada de la
oración para pedir al Padre
que envíe más “obreros” para
la mies, discípulos y misioneros
del Reino.
Conclusión
Así como el Padre envío
a Jesús, de la misma manera
él envía a los discípulos a
anunciar el Reino de Dios.
Este anuncio es el centro de
la vida de los discípulos, su
razón de ser, su alegría, por
eso no debe existir nada que
pueda interponerse en esta
misión: ni las expectativas
personales, ni las necesidades
humanas cotidianas.
El
anuncio supone el enfrentamiento
con los poderes del
mal, que se manifiesta en
el obrar de aquellos que no
quieren que el Reino de Jesús
se plenifique en la historia.
Pero los discípulos deben
saber, que Jesús ha derrotado
a Satanás (símbolo
del mal), y de la misma manera,
los discípulos lo harán
si llevan adelante la misión
en el nombre de Jesús. La
misión será siempre exitosa,
el mal nunca podrá vencer.
El Papa Francisco nos
dice que la Iglesia “es misión”
o no es.
En varias
oportunidades nos dice
que sueña con una “Iglesia
en salida”, esto no sólo supone
su acción evangelizadora,
es decir, llevar a Jesús
a todos las personas y
pueblos, sino también una
salida de sí misma, es decir,
una Iglesia que esté al
servicio del mundo, que
venza la tentación de la autoreferencialidad
institucional
para ser levadura en
la masa. Parresía (Audacia),
inmediatez y descentralización
son características
de esta Iglesia en salida
que el mundo reclama
hoy.
Se trata de “volver a Jesús”,
hacer experiencia de
comunión con él y su proyecto
del Reino y discernir
con la fuerza del Espíritu
la voluntad de Dios para el
presente. Seguramente, esto
exigirá una “conversión”,
no sólo del corazón, sino
institucional. Dios nos de la
gracia de aceptar
este desafío
siendo
dóciles a la
voz del Espíritu.