“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados...” “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados...”
En aquel tiempo ,
tomó la palabra Jesús
y dijo:
“Venid a mí todos los
que estáis cansados y agobiados,
y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros
y aprended de mí,
que soy manso y humilde
de corazón, y encontraréis
descanso para vuestras
almas. Porque mi yugo
es llevadero y mi carga
ligera”.
Aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón
Cansados y agobiados
¡Qué familiar nos resulta este
señalamiento de Jesús!
Muchas veces nos domina
el cansancio-desaliento. Es
como si el esfuerzo realizado
se viera enriquecido con
la frustración. Tanto esfuerzo
para nada, porque no logramos
superar las debilidades,
corregir las actitudes,
cambiar las relaciones
y los modos de actuar.
Es el lamento en muchas
confesiones: “¡Padre, siempre
lo mismo!”. Cansados y
agobiados. Y en esa situación,
Jesús invita a acudir a
él, con todas nuestras cargas;
con la conciencia cargada,
para depositar en él toda
esta frustración. “Y yo os aliviaré.”
Una invitación que debemos
entender dejando de
lado el consejo bien intencionado:
deja todo lo que
te agobia a la puerta, cuando
vayas a orar. Yo les diría,
no lo dejes, hazle caso a Jesús,
llega a él con todo lo que
cansa y agobia y trata de todo
eso con él, en la oración.
Tiene un doble provecho: te
hace llevadera la carga y
además te ilumina en las situaciones
confusas en las
que nos encontramos. Trata
con él tus asuntos, que eso
es orar. Saldrás de ese encuentro
como los discípulos
de Emaús: renovados.
Aprendamos de él. También
nos invita a hacerlo.
Buena ocupación ese
aprendizaje, pues para encarar
las complicaciones
de la vida, tenerlo como referente,
ilumina, orienta y
acompaña, de modo que
descubrimos que su yugo es
llevadero y su carga ligera.
Aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón,
y encontraréis vuestro
descanso
Jesús es un libro abierto,
en el que vamos leyendo
y aprendiendo. Un libro
con la historia más grande
jamás contada. Nuestra
historia personal escrita
sobre los renglones señalados
por él. Escrita con
un apuntador que nos coloca
delante lo que tenemos
que hacer y que, además,
sostiene mientras la
vamos escribiendo. Aprended
de mí, mansedumbre y
humildad.
Cuando todo nos
alborota, nos cansan las relaciones
familiares, comunitarias,
profesionales, sociales.
Hasta nos cansamos de
nosotros mismos. Pues ahí
viene a cuento el aprendizaje.
Tomar en cuenta cómo
ha actuado él y procede
del mismo modo. En ese
momento se experimenta el
descanso.
¿Cómo encaja en mi vida
estas palabras de Jesús?