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EL LIBERAL . El Evangelio

“Velad, porque no sabéis el día ni la hora”

25/08/2022 21:25 El Evangelio
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“Velad, porque no sabéis el día ni la hora” “Velad, porque no sabéis el día ni la hora”

En aquel tiempo, dijo

Jesús a sus discípulos

esta parábola: “El

reino de los cielos se

parece a diez vírgenes

que tomaron sus lámparas

y salieron al encuentro

del esposo.

Cinco de ellas eran

necias y cinco eran prudentes.

Las necias, al tomar

las lámparas, no se proveyeron

de aceite; en

cambio, las prudentes

se llevaron alcuzas de

aceite con las lámparas.

El esposo tardaba,

les entró sueño a todas

y se durmieron. A medianoche

se oyó una

voz: “¡Que llega el esposo,

salid a su encuentro!”.

Entonces se despertaron

todas aquellas

vírgenes y se pusieron a

preparar sus lámparas.

Y las necias dijeron a

las prudentes: “Dadnos

de vuestro aceite, que

se nos apagan las lámparas”.

Pero las prudentes

contestaron: “Por

si acaso no hay bastante

para vosotras y nosotras,

mejor es que vayáis

a la tienda y os lo

compréis”.

Mi e n t r a s i b a n a

comprarlo, llegó el esposo,

y las que estaban

preparadas entraron

con él al banquete

de bodas, y se cerró la

puerta.

Más tarde llegaron

también las otras vírgenes,

diciendo: Señor,

señor, ábrenos.

Pero él respondió:

“En verdad os digo que

no os conozco”.

“Por tanto, velad,

porque no sabéis el día

ni la hora”.

“Nuestra vigilancia ha de nutrirse de oración”

El Evangelio de hoy nos

pone ante la parábola de las

diez vírgenes. Jesús explica

los misterios del Reino de los

Cielos, usando el género literario

de la parábola.

A menudo, ese lenguaje

confunde a los escribas y

fariseos dando cumplimiento

a las profecías del Antiguo

Testamento. Luego, el maestro

se las explica a sus discípulos.

En esta ocasión, Cristo

compara el Reino de los Cielos

con diez vírgenes que,

con su lámpara en la mano,

salieron al encuentro del novio,

e insiste en que las prudentes

se proveyeron de

aceite y las necias no. Aquí

las vírgenes representan a

las almas cristianas que viven

a la espera de su esposo,

Cristo.

Aun cuando tarde, la

lámpara de la vigilancia ha de

estar a punto con las armas

que Dios da. También muestra

esa tensión que supone el

combate espiritual y la debilidad

humana.

Todas las vírgenes se

duermen. Todas al oír el grito

de “íllega el esposo!” reciben

la gracia de despertarse y de

levantarse; pero unas, pueden

perseverar en el combate

gracias al aceite, esa oración

y vigilancia que nutre la

fe y la esperanza; y las necias

que no tienen armas se quedan

indefensas en medio de

la batalla.

Cada uno necesita tener

su propio aceite, el combate

nadie lo puede hacer por ti,

no valen las armas del otro.

Por eso, las necias se excluyen

ellas mismas y las prudentes

entran.

¿Qué tiene que ver esto

con nosotros? Nuestra vida

es también un combate semejante.

Nuestra vigilancia

ha de nutrirse de oración, vida

sacramental y, en definitiva,

de todas las armas que

la Iglesia nos ofrece. ése es

el aceite que nos abre al encuentro

con el Señor, porque

nos hace conocerlo, reconocerlo

y por amor salir a su

encuentro.

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