“No se lo impidáis” “No se lo impidáis”
En aquel tiempo, se
suscitó entre los discípulos
una discusión sobre
quién sería el más
importante.
Entonces Jesús, conociendo
los pensamientos
de sus corazones,
tomó de la mano a
un niño, lo puso a su lado
y les dijo:
“El que acoge a este
niño en mi nombre, me
acoge a mí; y el que me
acoge a mí, acoge al que
me ha enviado. Pues el
más pequeño de vosotros
es el más importante”.
Entonces Juan tomó
la palabra y dijo:
“Maestro, hemos visto
a uno que expulsaba
demonios en tu nombre
y se lo hemos prohibido,
porque no anda con nosotros”.
Jesús le respondió:
“No se lo impidáis: el
que no está contra vosotros,
está a favor vuestro”.
El que no está contra
vosotros, está a favor vuestro
Lucas finaliza el capítulo 9
de su evangelio, presentándonos
una situación tremendamente
humana; los apóstoles
discutiendo quien era el más
importante entre ellos.
íEn cuantas ocasiones queremos
ser más que los demás!
Los más altos, los más guapos,
los más inteligentes, los más
buenos, en fin, los mejores en
todo.
Nuestro afán de protagonismo
no tiene límite, estar por
encima de todo el mundo, y no
queremos asumir que lo más
importante en la vida es vivirla
con naturalidad, aceptando
nuestras carencias e intentando
superarlas, y poniendo
nuestras virtudes al servicio de
los demás.
La actitud de Jesús ante
esta situación es decisiva, pone
a un niño en medio de ellos
y les invita a ser sencillos y humildes
como el niño, pues así
el más pequeño será el más
importante, ya que el ejemplo
que les pone no admite discusión:
“el que acoge a este niño
en mi nombre, me acoge a mí, y
el que me acoge a mí, acoge al
que me ha enviado”.
Olvidemos personalismos
y orgullo mal entendido y asumamos
la humildad como parte
esencial de nuestra vida; olvidemos
el querer ser el “ombligo
del mundo”, es decir, el centro
del universo, y no creamos que
somos los escogidos y aceptemos
que los otros tengan tanto
o más méritos que nosotros
mismos.
La respuesta de Jesús a
Juan cuando intentaban impedir
que alguien echara demonios
en su nombre, porque
“no era de los nuestros”,
es inflexible: el que no está
contra vosotros, está en favor
vuestro.
Dejemos, pues, de ampararnos
en “los nuestros” y
abramos nuestro corazón a todos,
pues como dice la escritura,
Dios envía la lluvia a malos
y buenos, y el sol brilla para
todos.