“Tomó la decisión de ir a Jerusalén” “Tomó la decisión de ir a Jerusalén”
Cuando se completaron
los días en que iba a
ser llevado al cielo, Jesús
tomó la decisión de
ir a Jerusalén. Y envió
mensajeros delante de
él.
Puestos en camino,
entraron en una aldea
de samaritanos para hacer
los preparativos. Pero
no lo recibieron, porque
su aspecto era el de
uno que caminaba hacia
Jerusalén.
Al ver esto, Santiago
y Juan, discípulos suyos,
le dijeron:
«Señor, ¿quieres que
digamos que baje fuego
del cielo que acabe con
ellos?”.
él se volvió y los regañó.
Y se encaminaron
hacia otra aldea.
“Tan libre fue Jesús que no buscó el mal de
aquellos que no pensaban como él ni les destruyó”
El Evangelio de Lucas nos
narra a lo largo de este capítulo
un largo y duro caminar,
en el cual va preparando a los
discípulos:
“El que quiera venir en pos
de mí niéguese a sí mismo, tome
su cruz cada día y sígame”.
“El que quiera salvar su vida
la perderá; pero quien pierda
la vida por mí, la salvará”.
Y también les permite contemplar
cómo “mientras él
oraba, cambió el aspecto de
su rostro y sus vestidos se
volvieron de una blancura resplandeciente”.
En este capítulo existe una
concentración de enseñanzas
y acontecimientos que buscan
expresar la urgencia de comprender
lo que va a pasar.
La decisión de ir a Jerusalén
está vinculada a una decisión
mucho mayor y vital para
Jesús: el proyecto de su Padre
Dios. Y toda decisión implica
asumir las consecuencias que
se desprenden de ella.
Es en este contexto en el
cual se encuentra el texto de
hoy. Impacta la resolución que
tanto Santiago como Juan le
presentan a Jesús: bajar fuego
del cielo para acabar con quienes
no les acogen, destruir a
quienes piensan diferente, a
quienes optan por no recibirles.
Y una vez más, vemos cómo
Jesús les regaña y sigue el
camino hacia Jerusalén y buscan
posada en otra aldea.
Múltiples preguntas pueden
abordar nuestro corazón.
Desde qué acogida tienen las
enseñanzas y vida del maestro,
hasta cuál es mi actitud
frente a la ausencia de acogida
y del rechazo que puedo
experimentar por vivir el discipulado.
El P. Jaques Philippe lo expresa
con sencillez y con un
lenguaje muy accesible en
nuestros días: “Si no entendemos
la importancia del perdón
y no lo integramos en nuestra
convivencia con los demás,
nunca alcanzaremos la libertad
interior, permaneciendo prisioneros
de nuestros rencores”.
Jesús fue tan libre, que
su vida expresa cómo seguir
hasta las últimas consecuencias
el proyecto de Dios. Tan
libre fue Jesús que no buscó
el mal de aquellos que no
pensaban como él ni les destruyó.
No se trata de huir de
la realidad, sino de asumir la
capacidad de amar con sus
consecuencias.