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EL LIBERAL . El Evangelio

“Bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”

07/10/2022 21:12 El Evangelio
Escuchar:

“Bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” “Bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”

En aquel t i empo,

mientras Jesús hablaba

a la gente, una mujer de

entre el gentío, levantando

la voz, le dijo:

“Bienaventurado el

vientre que te llevó y

los pechos que te criaron”.

Pero él dijo:

“Mejor, bienaventurados

los que escuchan

la palabra de Dios y la

cumplen”.

La enseñanza va directa al interior

como un imperativo: “Escucha”

El pasaje del evangelio de

hoy, aunque breve, nos invita

a una clave importante en

el seguimiento de Jesús, como

lo es la escucha de la Palabra

de Dios. Mandato imprescindible

para los que se quieren iniciar

en algo, incluso para aquellos

que se tienen por doctos,

aunque tengas muchas ansias

de lanzarte a la acción: “Escucha”

como principio de sabiduría.

Así recuerda Dios al pueblo

elegido: “Escucha, Israel: El Señor

es nuestro Dios, el Señor es

uno solo. Amarás, pues, al Señor,

tu Dios, con todo tu corazón,

con toda tu alma y con todas

tus fuerzas” (Dt 6,4-5).

La enseñanza que quiere

marcar hoy el Maestro de Nazaret

a su discipulado va directa

al interior de la persona como

un imperativo: “Escucha”.

El seguidor de Jesús necesita

de esa quietud. Párate un poco.

Busca ese momento vital y

para un poco la vida, haz silencio,

deja de lado el correr de la

agenda, de lo inmediato y llénate

de Dios. Deja que la Palabra

de Dios, llegue a la esencia

de tu interior. Deja que esa Palabra

de Dios hable en lo profundo

de tu corazón. Deja que el Mandato

de vivir en el amor abrase

todo tu ser. De ese modo, la Palabra

de Dios saldrá hacia fuera

como respuesta comprometida.

De ese modo ya no habrá excusas,

no habrá medias tintas, no

habrá miedos, no habrá faltas

de caridadà La fuerza de la Palabra

de Dios rebosará con fuerza

en tu corazón y obrarás coherentemente.

Jesús ante ese “piropo”

que le lanzan, le da un sentido

más amplio y más profundo.

De hecho, podemos tomar

como ejemplo la actitud en María,

“Bienaventurado el vientre

que te llevó y los pechos que te

criaron”, en ella se cumple perfectamente

esa nueva categoría

de bienaventuranza de ser: “dichoso”,

que plantea Cristo. María

en su vida terrena no se vio

privada de dudas, incertidumbres,

obstáculos o espadas que

atraviesan su ser por completo.

Sin embargo, eso no la paralizó,

sino que hizo de la Palabra

de Dios su escudo y fortaleza:

«Hágase en mí según tu palabra

» (Lc 1,38). ¡Aquí estoy! Como

respuesta al plan de Dios en

mi vida, se convierte en el modelo

del discipulado. Que nos invita:

Escucha la Palabra de Dios,

interiorízala, rúmiala, hazla tuya.

De ese modo germinará en tu interior

la luz, la fuerza, el amor y

la vida de esa Palabra.

Bienaventurado es aquel

que es capaz de escuchar la Palabra

de Dios y hacer de ella el

estandarte de su vida. La escucha

de la Palabra y su acogida te

lleva a luchar contra las contrariedades

que se presentan en

la vida. Esa escucha de la Palabra

de Dios es la lámpara que

acompaña tu historia personal y

alumbra las sombras de muerte

que en tantas ocasiones nos

vemos sumergidos. La escucha

de la Palabra de Dios deja un poso

de sabiduría en el interior de

tu corazón para que sepas discernir

con acierto las riendas de

tu existir. La escucha y contemplación

de la Palabra de Dios es

lo que te lleva a amar a Dios y al

prójimo.

Bienaventurado si eres capaz

de contemplar la Palabra de

Dios, ese camino te lleva a la felicidad.

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