“Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” “Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”
En aquel tiempo, mientras
Jesús hablaba a la gente, una
mujer de entre el gentío, levantando
la voz, le dijo:
“Bienaventurado el vientre
que te llevó y los pechos
que te criaron”.
Pero él dijo:
“Mejor, bienaventurados
los que escuchan la palabra
de Dios y la cumplen”.
COMENTARIO
Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron
Cuando Jesús inició su vida
pública se dio a conocer
poco a poco. A través de la
predicación de su palabra,
a través de los signos especiales
que hacía, muchos de
sus oyentes empezaron a intuir
que Jesús era una persona
especial. Sus palabras no
eran como las de las demás
personas.
Tenían un algo que
tocaba lo más íntimo de nuestro
vivir humano y arrojaban
una luz como nadie antes lo
había hecho. Algunos, empezando
por sus apóstoles, comenzaron
a intuir que estaban
ante el Hijo de Dios.
Una de sus oyentes, una
mujer, con acento femenino
y materno, se desbordó y ante
el gentío que le estaba escuchando
gritó: “Dichoso el
vientre que te llevó y los pechos
que te criaron”. Un gran
elogio de María, la madre de
Jesús
Los cristianos de todos
los tiempos siempre hemos
reconocido “las obras grandes”
con las que el Señor favoreció
a María. Empezando
por el inigualable privilegio
de su maternidad divina.
Y en ella, mejor que en
nadie, se cumplen también
las palabras de Jesús: “Mejor:
¡Dichosos los que escuchan
la palabra de Dios y la
cumplen!”. Lejos de rebajar a
María, esta afirmación es un
nuevo piropo de Jesús a su
Madre, porque nadie como
ella escuchó la palabra de
Dios y la cumplió. “He aquí la
esclava del Señor, hágase en
mi según tu voluntad”
Pidamos a María, en su
advocación de la Virgen del
Pilar, que nos ayude a imitarla,
a escuchar con atención y
emoción las palabras de su
Hijo y que nos dé fuerzas para
cumplirlas sabiendo que
nos llevan a la alegría de vivir.
Celebramos hoy la fiesta
de la Virgen del Pilar.
Quizás
lo primero que nos sugiere
María, que fue la buena Madre
de Jesús, es que es también
nuestra Madre y lo que
nos brota espontáneamente
es acudir a ella para pedirle
algo, algo que creemos que
necesitamos. Por eso, el pasaje
de la primera lectura de
hoy nos sorprende un poco.
Una vez que Jesús concluyó
su etapa en la tierra, y subió
al cielo después de su muerte
y resurrección, vemos a María
en compañía de otras mujeres
y de los apósteles en la
casa de Jerusalén “dedicándose
a la oración”.
Además de nuestra Madre,
María es también para
nosotros nuestro ejemplo. La
debemos imitar en su actitud
de orar junto a los amigos de
Jesús.