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EL LIBERAL . El Evangelio

“¡Ten compasión de mí!”

13/11/2022 21:14 El Evangelio
Escuchar:

“¡Ten compasión de mí!” “¡Ten compasión de mí!”

Cuando se acercaba

Jesús a Jericó, había

un ciego sentado al borde

del camino pidiendo

limosna. Al oír que pasaba

gente, preguntaba

qué era aquello; y le informaron:

«Pasa Jesús el Nazareno”.

Entonces empezó a

gritar: «¡Jesús, hijo de

David, ten compasión de

mí!”.

Los que iban delante lo

regañaban para que se callara,

pero él gritaba más

fuerte: «¡Hijo de David,

ten compasión de mí!”.

Jesús se paró y mandó

que se lo trajeran.

Cuando estuvo cerca,

le preguntó:

«¿Qué quieres que haga

por ti?”.

él dijo: «Señor, que recobre

la vista”.

Jesús le dijo: «Recobra

la vista, tu fe te ha salvado”.

Y enseguida recobró

la vista y lo seguía, glorificando

a Dios. Y todo el

pueblo, al ver esto, alabó a

Dios.

¿Qué quieres que haga por ti?

Sentado al lado del

camino por donde pasa

Jesús está un ciego.

Se trata de un hombre

que conoce muy bien lo

que es el dolor de la vida

y el rechazo de la sociedad.

Jesús pasa por

allí, camino de Jerusalén.

Paradójicamente,

es el ciego el que llega a

“ver” quién es Jesús, el

Mesías. Y esa luz interior

del hombre que tiene

fe le impulsa a gritar

cada vez con más fuerza

e insistencia, ¡ten compasión

de mí!

Esta actitud provoca

dos reacciones; la

repulsa de la gente a

quien molestan los gritos

que piden ayuda y el

interés y acogida de Jesús

que ha venido a salvar

a los hombres.

La pregunta de Jes

ú s p a r e c e i n g e n u a ,

¿qué quieres que haga

por ti? ¿Qué puede desear

ardientemente un

ciego, sino ver? Pero este

hombre, que pasaba

todos sus días pidiendo

unas monedas para poder

vivir tiene fe en Jesús,

cree que él le puede

dar más, porque es

Dios, y por eso se atreve,

confiado, a pedirle

la vista. La misma súplica:

“Señor, que vea

otra vez” es un acto de

fe. Y esa fe le cura, y con

la curación, la salvación

entra en él. Sigue a Jesús,

camino de J erusalén,

alabando a Dios.

Si Jesús se presentase

a nosotros ahora,

preguntándonos lo que

queremos de él, ¿cuál

sería nuestra petición?,

¿algo que también un

poderoso de la tierra

puede darnos, o bien

lo que sólo Dios puede

otorgar? Y, sin embargo,

la fe nos dice que

no es necesaria la presencia

física de Jesús

de Nazaret para obtener

de Dios todo lo que

le pedimos.

¿Cuál es para ti la

mayor felicidad?

¿Qué le pedirías a

Jesús si hoy se presentase

y te preguntara qué

quieres de él?

Lo que debes saber
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