“Hijos de una memoria donada”

arafraseando a San Agustín en su libro “Ciudad de Dios”, y su complemento, “Ciudad de los hombres”, saludo a la antigua Estación únzaga, en el 147° aniversario de su fundación. Somos hijos de la memoria donada y construida, la que nos permite abrazar agradecidos a las familias criollas con raíces indígenas, pues choyanos somos, y las diferentes corrientes migratorias que aquí construyeron su hogar segundo.

“Al viejo camino del Taco me voy”, cantamos trasnochados con Raly. Desmemoria trágica nos tientas, “andar los caminos al poniente, echando al olvido el naciente”.

Por vocación y destino Frías ha de madurar como “Ciudad de Dios”, en el sentir de San Agustín, en una “fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona, más allá de la cercanía física” (Cfr. Fratelli Tutti 1), haya nacido o viva esta en Las Violetas o en El Esperanza, en Villa Paulina, en El Bajo o en el centro.

La pandemia del Covid-19 nos obligó a distanciarnos, por momentos a encerrarnos, y en ocasiones casi a desconocernos, pero en todo momento y circunstancias, el noble pueblo friense ha producido, y lo seguirá haciendo, milagros de amor y solidaridad. Es que “el camino de fraternidad, local y universal, sólo puede ser recorrido por espíritus libres y dispuestos a encuentros reales” (Idem 52).

Celebramos con memoria agradecida el legado que nos dejaron nuestros abuelos y abuelas, nuestros padres y madres, y renovamos el compromiso de que sea cada vez más auténtica la identidad de “Ciudad de la Amistad”. El diálogo ciudadano en la escucha del otro, del que piensa y siente diferente, embellecerá más nuestra sociedad.

La dirigencia política, social y religiosa, ha de acrecentar el espíritu de sinodalidad, esto es caminar juntos, siempre a la par del pueblo, escuchando sus clamores, para la conquista del derecho al trabajo digno, a la salud, la vivienda, la educación, a la justicia, entre otros.

Frienses, con los jóvenes y junto a ellos, seamos artífices del desarrollo humano ecológico, esto es integral. Creo en ustedes, en todos y cada uno, porque nuestros corazones están forjados en el amor de un tal Jesús de Nazaret. Dejémonos completar por los otros para enriquecernos mutuamente. El querido Francisco agrega que “los amigos son para abrir el corazón en círculos, para volvernos capaces de salir de nosotros mismos hasta acoger a todos” (Idem 89).

Te abrazo hermano friense,

en la porfiada y terca utopía

que nos lanza a la conquista

de la universal fraternidad

y la siempre inacabada

amistad y justicia social. l