HUACHANA: UN SANTUARIO EN EL MONTE, PRESENCIA MATERNA DE LA VIRGEN EN NUESTRA DIÓCESIS DE AÑATUYA

La devoción a la Virgen de Huachana se remonta al año 1820, cuando sucedió el hecho milagroso de la aparición de la Virgen a una niña campesina, Telésfora Verón. A partir de ese momento, la gente comenzó a peregrinar hacia la grutita donde se encontraba la Virgen, en la casa de la familia Verón. Años después, se le construyó una capillita de barro, de 9 metros de largo por 3 metros de ancho, atrás del lugar donde se encuentra la actual “capilla chica”.

Cada año, la familia Verón realizaba la “velación” de la Virgencita, el 2 de febrero, en torno a la fiesta de la Candelaria. Con el paso de los años, se corrió a la fecha actual del 1° de agosto. Desde la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Campo Gallo, se acompañaba pastoralmente con las celebraciones de la misa y de los otros sacramentos. A partir de 1975, el padre Duilio Guerrieri, párroco de Santos Lugares, comenzó a atender a los peregrinos para el mes de julio, junto a tres hermanas religiosas de la fraternidad de Nuestra Señora de América Latina (Hna. Elvia, Hna. Cecilia y Hna. Isabel), que vivían también en la recién fundada parroquia “El Santo Cristo” de Santos Lugares. A su vez, los sacerdotes jesuitas Juan Carlos Constable y Agustín López participaban también desde la nueva parroquia de San José del Boquerón.

En el año 1976, Don Dimas Verón, siendo consciente de la trascendencia de esta fiesta religiosa y por no disponer de medios para atender a tantos peregrinos que empezaban a sumarse como devotos de la Virgen, hace entrega de la imagen al obispado de Añatuya, en la persona de Mons. Jorge Gottau. Al poco tiempo, se comienzan las obras de construcción de la Capilla. En 1977 los peregrinos que llegaban de lejos ya podían contemplar el resplandor del sol reflejado en el techo de chapa que, para el mes de julio, ya estaba levantado.

En medio del monte santiagueño, la gente se las ingeniaba para llegar. Así cada año crecía la cantidad de peregrinos que iban llegando a ver a su Madre (según un documento que data del año 1958 se habla de 2000 personas, mientras que en la fiesta de 2019 se superó la cantidad de 150 mil peregrinos). Dado el crecimiento veloz y progresivo de los devotos de la Virgen, el obispado de Añatuya en la persona de Mons. Antonio Baseotto, decide construir un templete a un kilómetro de distancia del predio de la Capilla, para resguardar el silencio y el respeto de las celebraciones, ya que habían crecido mucho los puestos de venta, y los comercios alrededor de la capilla chica. La familia Villagrán donó las 36 hectáreas para la construcción del templete y del templo nuevo. Así fue como ante la presencia del Nuncio Apostólico, Mons. Santos Abril y Castelló, el 31 de julio del año 2000 se inauguró la escalinata de quebracho y la casita debajo de la misma. Al poco tiempo se comenzó a construir el tinglado del templete. En el año 2007 se pusieron los cimientos para la construcción del templo nuevo. Hasta el día de hoy se sigue levantando el templo nuevo con mucho esfuerzo y dedicación.

El 18 de diciembre de 2020, a raíz de la pandemia, se realizó el traslado definitivo de la imagen de la Virgen al templo nuevo, donde se encuentra actualmente para recibir a tantos devotos que cada día llegan a su encuentro para honrarla y venerarla.

El vocablo quichua Huachana significa lugar de nacimiento, lugar de parición, donde se da a luz. Es allí donde se quedó la Virgen, en donde todos renacemos a una vida nueva, donde María nos da a luz, y nos vuelve a engendrar. Huachana es un lugar de gracia y de encuentro con Dios, entre las familias, los hermanos y con la naturaleza. Su original manto verde, color del monte santiagueño donde ha querido bendecirnos con su presencia, nos anima a cuidar y a defender toda vida amenazada. l