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Una mirada sociológica, frente a la pandemia, en el día de la sociología

01/06/2021 17:14 Opinión
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Una mirada sociológica, frente a la pandemia, en el día de la sociología Una mirada sociológica, frente a la pandemia, en el día de la sociología

En el Día de la Sociología, que en nuestra Argentina se celebra todos los años el 1° de junio, es oportuno reflexionar, desde la mirada del sociólogo, sobre las extraordinarias circunstancias familiares y sociales que se están viviendo en este país y en el mundo entero.

Familia y sociedad, como es sabido y así lo entiende la Sociología, desde sus comienzos, de la mano de Augusto Comte, están unidas por lazos inescindibles. La idea del hombre aislado, tal el caso del anacoreta que vive solo en una isla, es, como ya se dijera, solo fruto de la imaginación del novelista. Por eso se dice que el ser humano, más que vivir, convive, más que existir, coexiste.

Partiendo de este axioma incuestionable, en una reflexión sobre la pandemia universal que está azolando al mundo, es válido detener la mirada sociológica, sobre los impactos que obligan a la familia, célula básica dela sociedad, y a ésta misma en su globalidad, a remodelar las interacciones de diversa índole que las caracterizan.

Como se advierte a simple vista, los hábitos de la vida doméstica, las costumbres sociales, las actividades laborales y todos los medios usuales de las familias para solventar sus necesidades, trabajo, producción, consumo, recreación, etc., bajo el impacto de la feroz pandemia, se ven trastocados, copernicanamente modificados y hasta impedidos.

Según el meticuloso trabajo de la especialista, Annie Acevedo, difundido el 30 de abril del año recién pasado,

Una pandemia sin cura llegó de manera inesperada y obligó a todos los países a tomar medidas fuertes como el asilamiento forzoso y el distanciamiento físico. Se acabaron las salidas fuera de casa y quedaron en el olvido los gestos y los abrazos.

Para todo el mundo, niños, jóvenes y adultos, ha sido una experiencia bastante compleja. Se ha hecho necesario apoyar a las familias en esta convivencia altamente intensa. Por lo general, el encierro tiende a ser difícil porque se dan entre elementos negativos como el miedo y la ansiedad. Algunas familias tienen mucha organización en sus hogares e implementan rutinas con horarios estables. Esto es de gran ayuda.  Invito a todas las familias a tener un modelo de rutina acorde con sus necesidades para crear un sentido de normalidad y productividad.

Adultos y niños, se han visto obligados a modificar sus conductas dentro del hogar, además de privarse, por ser abolidas, de las demás que cotidianamente desarrollaban fuera de casa. A raíz del confinamiento impuesto por el Covid-19 ha las familias se encuentran hoy, en una situación excepcional, la de pasar las veinticuatro horas juntos, en casa. Según otra especialista, Eva Millet, en un trabajo difundido el 22 de marzo del año pasado, ello es

Una situación agobiante pero, también, una oportunidad de pasar un difícil examen familiar en el que no hace falta sacar un sobresaliente: con un aprobado, basta. Dos semanas en casa, con los hijos. Ejerciendo de padres y madres las veinticuatro horas del día. Sin apenas poder salir y con la incertidumbre sobrevolando nuestras vidas. La perspectiva, no nos vamos a engañar, es dura. Para empezar, porque la situación obliga a cambiar, drásticamente, de ritmo. Y eso cuesta en una sociedad adicta a una hiperactividad a la que los pequeños no son ajenos.

En un meduloso ensayo sobre el impacto de la pandemia de Covid 19 en las familias argentinas, otra especialista, Romina Centioni sostiene que,

Si se piensa que el ser humano es, de por sí, un ser social, se entiende que el hecho de cumplir con el deber de quedarse en casa - no salir, no realizar las actividades a las que cada uno estaba habituado, no ver a familiares o a una pareja con la que no se convive, no realizar ningún encuentro con amistades, ni colegas- y que todo pase por lo virtual (sin la presencia del otro), produzca estrés, tensión, incomodidad, impotencia, miedo y aburrimiento, entre muchas otras cuestiones.

En medio de una convivencia de 24 hs. diarias, estas situaciones, sumadas a las dificultades económicas, sociales, de educación, y de salud en general, pueden ser agobiantes y hacer que las relaciones entre miembros de una familia, o de una pareja, y hasta con uno mismo, puedan complejizarse.

A todo lo anteriormente enunciado, se suman los efectos sobre la situación económica. A propósito, un estudio del Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, sostiene que “la pobreza llegó al 45% en la Argentina por los efectos de la Pandemia”. Ello, debido a que por la cuarentena, muchas personas no están percibiendo ningún tipo de ingreso por ser comerciantes no esenciales, o empleados por día, o por tener un empleo no blanqueado, o por ser jubilados con jubilaciones mínimas.

Sin n ninguna duda, todos los hábitos sociales, laborales, recreativos, e incluso los religiosos, se han visto sustancialmente modificados. La realidad social que aflora a la mirada del sociólogo, y que seguramente no dista mucho de la del simple sentido común, presenta un cambio radical. Y es un cambio para el presente, pero que seguramente dejará improntas bien marcadas que signarán los comportamientos sociales en el futuro.


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