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Fernando Ulloa, el psicoanalista de la ternura

21/03/2022 12:28 Opinión
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Fernando Ulloa, el psicoanalista de la ternura Fernando Ulloa, el psicoanalista de la ternura

Por Susana Kesselman. Psicóloga Social.

El doctor Fernando Ulloa fue un psicoanalista cercano, es decir amigo, es decir maestro. Fue quien introdujo la ternura en eldiscurso psicoanalítico, quien hizo de este concepto un concepto político. "Donde no hay ternura hay maltrato", decía. El maltrato contrapuesto a la ternura. Cultura de la mortificación.

En su momento me invitó a una conferencia que pronunciaría en la Universidad de las Madres, en el marco de un Congreso anual. Ese año yo exponía allí sobre la con frecuencia olvidada “Ley de la silla”. Una ley histórica del  socialismo que consideraba el derecho de cada trabajador a tener una silla para cuando precisara un descanso, un no estar de pie una jornada completa, con las consecuencias para la salud que el hecho podría producir.

¿Por qué le pedí a Fernando Ulloa que escribiera el prólogo a mi libro "Cómo afinar el cuerpo sin ir a California"? ¿Por qué pedirle a un psicoanalista que opine, que hurgue en un libro que pretende develar con humor algunos aspectos del mundo de los terapeutas corporales? Un mundo que aparece a veces atravesado por un pensamiento mágico que se consuma en recetas sabias e infalibles, un mundo casi prodigioso y organizado alrededor de creencias y poderes sanadores, un mundo si se quiere algo quimérico y dispuesto a ofrecer “la” verdad entre tantas verdades que buscan ser verdaderas. Sabía que él haría una lectura distinta y que me abriría nuevas miradas sobre el texto y sobre mi trabajo, sobre la política de los vínculos que ponen al cuerpo en el centro de la escena. Y fue así.

El pensamiento de Ulloa 

“Entre el hacedor y la hechura. Entre la ternura y la crueldad” fue un artículo que Ulloa publicó, más de dos décadas atrás, en el periódico Página/12. Aquí algunos de sus conceptos más importantes:

“La idea de tensión es fundamental -en tanto dinamizador- de los procesos sociales y va más allá de lo pertinente y lo transgesivo. La tensión social como motor de la cultura, queda ilustrada por el hecho de que para cualquier comunidad que respete principios éticos básicos, los sujetos son a la vez hacedores y hechuras de la cultura que ahí se está procesando. En psicoanálisis esto se traduce como ‘malestar en la cultura’. Un malestar fundado precisamente en ese accionar contrapuesto entre ser hechura y hacedor propio de la dinámica social. Para expresarlo de otra manera diré que ahí se juega, en cada individuo, su ética entre el deseo propio y su compromiso social. Cuando los sujetos dejan de ser hacedores, se instaura un malestar hecho cultura, más precisamente la 'cultura de la mortificación'. Cuando esta mortificación se ha establecido, desaparece en lo manifiesto esta tensión y los sujetos terminan naturalizando la intimidación… Una comunidad mortificada es fácil presa de cualquier embaucador y sus falsas promesas".

“Dentro mismo del psicoanálisis, se plantea un nuevo desafío metodológico y técnico. Este desafío consiste en abandonar los tradicionales dispositivos, en pos de enfrentarse con las producciones socio-culturales sobre las que se despliega la idea de salud mental”.

“Este desafío lleva trabajar en las organizaciones institucionales, en tanto lugares donde se procesan los esfuerzos para obtener los bienes necesarios a la organización y subsistencia de la gente. Se trata de trabajar desde un psicoanálisis decidido a sostener su quehacer en la numerosidad social. Esto puede llevar, incluso, a tomar a los sectores empobrecidos como ámbito de trabajo. De esta manera, se opera desde una concepción de la salud mental articulada con la ética y con los derechos humanos”.

“Esta nueva modalidad de trabajo implica abordar, no solo a los sectores marginados, sino a las instituciones asistenciales que presentan una carencia crónica de recursos, tanto materiales como de capacitación de sus integrantes. El desafío también pone en beneficiosa tensión la disciplina de la abstinencia y la no neutralización del operador, aun respetando la neutralidad clínica”.

“Cultura de la mortificación: Un matiz de sufrimiento social contemporáneo que afecta a sectores sumergidos en la mudez sorda y ciega de la mortificación. Se habla de cultura en sentido estricto, pues no ha desaparecido la producción de pensamiento ni el suficiente valor para resistir, bajo la forma de protesta que incluso pueda animar alguna trasgresión enfrentando un estado de cosas que en el ámbito institucional de esa persona provoca sufrimiento. La mortificación aparece por momentos acompañada de distintos grados de fatiga crónica, estrés, hasta patologías difusas o definidas".

Comienzos para un final

Tuve muchos privilegios por convivir 57 años con un psicoanalista. He caminado, conversado, reído, trabajado, aprendido del psicoanálisis y de la vida a través de estos hombres y mujeres que conocí. Privilegios, pero también tristezas cuando sucedieron sus pérdidas. Pero no sólo por la muerte, también por la política. A veces hemos sido crueles entre nosotros, entre nosotras.

Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, no sería una frase del doctor Fernando Ulloa. Chichu la llamábamos y siempre tuvo la luz de las mujeres de las grandes epopeyas.

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