Miguel Ángel Estrella: un artista comprometido con la inclusión social Miguel Ángel Estrella: un artista comprometido con la inclusión social
Miguel ángel Estrella (Tucumán,
4 de julio 1940-Francia,
7 de julio 2022), vivió en
Vinará desde los 7 a los 18
años, adoptándolo como su
terruño. Hijo de una santiagueña
y un poeta libanés, allí
nacieron su madre y otros 14
hijos que su abuela parió en
un hogar con influencia quichua.
El apellido de su abuelo
paterno era Nashem (“estrella”
en árabe). Cuando sus
abuelos inmigrantes llegaron
a la Argentina, en Migraciones
les preguntaron su nombre
y el abuelo señaló el cielo
varias veces. El funcionario
vaciló y ordenó: “Pónganle
Estrella”.
Su infancia fue atravesada
por 2 acontecimientos
fundamentales: en 1950, con
10 años, conoció a Eva Perón
y ello marcaría a fuego su carácter
de peronista visceral.
En 1952, su padre lo llevó a un
concierto de la Orquesta Sinfónica
de Tucumán, donde tuvo
la “revelación del piano”.
De inmediato empezó a estudiar
y tocar. La actividad artística
correría paralela a la
labor de militante social. Estudió
música en el Conservatorio
Nacional de Buenos Aires
y para afrontar gastos
preparaba a estudiantes de
secundaria en Historia y Literatura.
Se recibió y viajó a Europa,
perfeccionando su arte
en Bélgica, Inglaterra y Francia.
Fueron sus maestros Vlado
Perlemuter, Yvonne Loriod,
Nadia Boulanger y Marguerite
Long.
De manos gigantescas,
era muy dúctil interpretando
aspectos complejos del pentagrama.
Tocaba de igual en
una cárcel, un barrio pobre, el
Teatro Colón o el Carnegie Hall
de Nueva York, encendiendo
de emotividad el ambiente.
“La satisfacción de hacer
lo que uno ama tiene línea directa
con la perseverancia.
Hay que buscar el sonido, y
eso es un placer. Mi guerra
cotidiana es ensayar 5 horas
por día”, afirmaba. Sus grabaciones
con obras de Bach,
Brahms, Chopin y Beethoven
fueron consideradas versiones
de referencia. Alain Lompech,
crítico de Le Monde de
París, afirmó: “Sus manos poderosas
se funden en el teclado
como las de un padre sobre
la cabeza de sus hijos, capaces
de conducir toda música
a la vida. Toca con perfección
y humildad”, Carol Bergeron,
de Le Devoir de Montreal,
lo definió: “Suspende el
tiempo y hacer surgir la música
del silencio”. Charles Philipon,
de Le Soir de Bruselas:
“Una forma de expresión fervorosa
y sin artificios”.
Enamorado de la música
y leal con la política
La música fue su resistencia,
transformada en organización
comunitaria: la idea de
la Fundación Música Esperanza
cobijando la cultura en sus
diversas formas de expresión
surgió ídurante una sesión
de tortura!, cuando estaba
desaparecido en Uruguay
como parte del siniestro
plan Cóndor. Ya liberado (por
gestión y presión de sus colegas
franceses Yves Haguenauer
y Henri Dutilleux, más
la intervención de la reina de
Inglaterra y la primera dama
de Francia), tras permanecer
un tiempo en Canadá decidió
canalizarla destinando
la mitad de los ingresos de
sus conciertos como pianista.
El primer paso lo dio en Vinará,
extendiendo luego filiales
por Argentina y el mundo: Italia,
Estados Unidos, España,
Francia, Bélgica, Suiza, Bolivia,
Uruguay, México y Burundi,
entre otras.
Ernesto Sábato, que solía
acompañarlo en encuentros
de la Fundación, supo decir:
“Reconocido como uno de
los más grandes pianistas del
mundo, su arte no ha quedado
limitado a los teatros importantes,
porque su pasión por
lo humano lo ha impulsado a
enseñar la música a nivel social,
en un afán que considero
sagrado”. De padre socialista
y madre yrigoyenista, familia
clase media baja, Estrella
se conmovió desde pequeño
con Evita. Años después,
cursando una beca en Europa
del Fondo Nacional de las
Artes, dialogaría por primera
vez con Juan Domingo Perón
(ya exiliado en Puerta de Hierro),
en un encuentro con jóvenes
estudiantes argentinos.
En los años de proscripción
militaba a la par de los abogados
que defendían presos
políticos.
Cuando quedó viudo
de Marta (cantante y porteña
de Flores), y a cargo de
la crianza de sus pequeños hijos
Paula y Javier, continuaría
haciendo aquellas riesgosas
pintadas de “Luche que Vuelve”
por la zona de Mataderos
y el Bajo Flores.
Francia le concedió asilo
político y nacionalidad. Miembro
de la asociación France-
Libertés fundada por Danielle
Mitterrand, en París iba a la
puerta de la Embajada Argentina
y pedía por desaparecidos,
solicitando a la dictadura
“aparición con vida y castigo
a los culpables”, en rondas
donde a veces también participaba
la consagrada actriz
Catherine Deneuve.
Con sesgo de cultura y
política, más un pensamiento
jerarquizado por el conocimiento,
Estrella consideraba
que “lo que construye a
la humanidad es la confluencia
de ideas, especialmente
cuando se brega por la paz”.
Formó la Orquesta de la Paz,
agrupación con 40 músicos
“seleccionados de diferentes
países enfrentados como Israel,
Irak, Jordania, Egipto,
Marruecos, Argelia y Palestina”.
Entre 2007 y 2015 ejerció
como embajador argentino
ante la Unesco. Fue delegado
de la Federación Indígena Tucumana.
Recibió distinciones:
Naciones Unidas por los Derechos
Humanos; Mención de
Honor del Senado de la Nación
por los Derechos Humanos;
Comendador de la Orden de
las Artes y las Letras del Ministerio
de Cultura de Francia;
Caballero de la Legión de Honor
de Francia; Doctor Honoris
Causa de la Universidades
Charles De Gaulle; Católica
de Lovaina; de París; de Rennes;
de Cuyo; de Lanús; de Tucumán;
de Catamarca; de Río
Cuarto; profesor emérito de la
UBA, por citar algunas.
Humanista de talla, pianista
excelso e imprescindible,
concibió su función artística
como herramienta de cambio
social, profundizando la forma
de ver, entender y vivir el
mundo.
Alternando presentaciones
en las mayores salas y
teatros con conciertos de solidaridad
en barrios vulnerables,
comunidades indígenas
y poblaciones rurales, impulsó
la conciliación de la música
clásica con sectores populares
marginados de su goce.
El suyo por la vida fue un generoso
viaje de talento, compromiso
e inclusión.