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El cuidado de la casa común, uno de los ejes del pontificado de Francisco

26/05/2022 12:06 Opinión
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El cuidado de la casa común, uno de los ejes del pontificado de Francisco El cuidado de la casa común, uno de los ejes del pontificado de Francisco

Por Lucas Schaerer

El primer Papa latinoamericano lo sabe y reconoce en su encíclica Laudato Sí (Alabado Seas), donde cita que su nombre lo tomó como guía e inspiración en el momento que fue elegido como Obispo de Roma. “Era un místico y un peregrino” y el título de su encíclica sobre el cuidado de la casa común también es inspiración de San Francisco por su “Cántico de las Criaturas”.

La ecología integral desde el Papa impactó a nivel global en referentes ambientales y alcanzó a intelectuales ateos y agnósticos. Hasta se convirtió en una herramienta de debate para los científicos y los académicos e, incluso, fue varias veces citada tanto en fallos judiciales como por sindicatos y movimientos populares en su lucha contra la cultura del descarte y la explotación.

Fue el 24 de mayo de 2015, el Día de María Auxiliadora, que salía a la luz la encíclica que renueva la visión de los anteriores cuatro vicarios de Cristo (San Juan Pablo XXIII, San Pablo VI, San Juan Pablo II y el Papa Emérito Benedicto XVI). Si bien el cuidado de la “Madre Tierra” no es sólo una preocupación de los católicos, es especialmente reconocido por el Papa Francisco que cita “el aporte del querido Patriarca Ecuménico Bartolomé”.

La belleza de la creación y su cuidado, la justicia con los pobres y la paz interior ha provocado una aplicación territorial en América del Sur. La alianza de la iglesia católica y los pueblos originarios en la Amazonía (el gran pulmón y fuente de agua dulce del planeta) generó la construcción de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), que encabezó el cardenal brasileño y franciscano, Claudio Hummes, aquel religioso conocido en el mundo por acompañar a Bergoglio en el balcón de la Basílica de San Pedro, tras ser elegido en el cónclave.

La REPAM luego inspiró un Sínodo Amazónico en el Vaticano, que fue la convocatoria a una asamblea presencial de un mes de duración, en octubre de 2019, donde el debate llevó a un documento final y en el Papa, a una exhortación pos-sinodal que título: “Querida Amazonía”.

Uno de los pocos argentinos presentes en el Sínodo Amazónico fue el obispo de Reconquista, ángel Macin, quien desde entonces se ha dedicado a la construcción de la Red Eclesial Gran Chaco-Acuífero Guaraní (REGCAG).

Tras casi tres años de trabajo personalizado, el obispo Macin confirma que “la Red Gran Chaco Acuífero Guaraní tiene su origen en Laudato Sí y en el Sínodo de la Amazonía”.

Fue una experiencia que lo marcó, al punto que durante un encuentro con el entonces secretario ejecutivo de REPAM, Mauricio López Orapeza, y el arzobispo emérito de Asunción de Paraguay, Edmundo Valenzuela, comenzaron a soñar con replicar el trabajo amazónico en el otro gran bioma de América del Sur.

Primero tuvieron reuniones virtuales el obispo Macin, el laico López Orapeza (en Cáritas Ecuador) y el obispo Valenzuela. Entonces, cada uno fue tejiendo la red de contactos incluyendo a Brasil, Uruguay y hasta Bolivia.

La Red Eclesial Territorial Gran Chaco-Acuífero Guaraní tuvo su primera reunión virtual el 2 de julio de 2020. Desde entonces la comisión organizadora, encabezada por el obispo mantuvo encuentros virtuales una vez por mes.

De allí nacieron desde el mapeo de la región hasta los ejes fundamentales de la Red: el agua, el vínculo y el cuidado de los territorios, y la relación de amistad y aprendizaje de los pueblos originarios.

“La Red es un nuevo sujeto eclesial emergente, que trasciende la frontera de países o circunscripciones eclesiales, sin dejar de tener una referencia en el obispo, e iglesias locales, pero apuntando al trabajo en conjunto que superan o son en común a las iglesias de la región”, afirmó el obispo desde Reconquista.

Para el religioso es clave que “no se pierda referencia al lugar concreto, aquellas zonas más profundas, sobre todo tener contacto con la pobreza y exclusión, para que la red nunca pierda ese sentido encarnado, que el verbo se hace cultura”.

En cuanto a unir el Gran Chaco y el Acuífero Guaraní, Valenzuela reconoció que “fue un debate muy trabajado al principio de las charlas y conversaciones, ya que son dos realidades interconectadas y diferentes en este sentido”.

“En un principio - agregó - pensamos una sola red con dos pulmones, u otras imágenes, para pensar en la unidad y a la vez diversidad, entonces poco a poco fuimos consolidando esta idea de considerar al Gran Chaco y el Acuífero Guaraní como un solo bioma. Además, los datos científicos que pudimos ir recabando, también hicimos unos seminarios con gente competente en este sentido. Entonces conocimos que se habla que el Gran Chaco y Acuífero Guaraní subterráneamente es un gran cuenco de agua dulce, que está más en superficie más en la zona de la cuenca del Paraná, o Esteros del Iberá, o zonas de Brasil, y más subterráneo en la zona del Gran Chaco, pero científicamente forma parte como una única fuente de agua. Luego existen otras razones que nos unifican como el cultural que es importante para tener en cuenta y caminar juntos, que en los pueblos originarios son diferentes etnias o grupos, pero están presentes en ambos territorios”.

Laudato Si tiene esta semana una mayor relevancia con actividades en toda la iglesia. El domingo hubo una misa en la Catedral de Buenos Aires, concelebrada por el obispo Jorge Lugones y el obispo villero Gustavo Carrara, que unió a diversos grupos eclesiales de Pastoral Social Nacional, Cáritas y los Hogares de Cristo.

La REGCAG tendrá un encuentro fundacional presencial en pocos meses en Paraguay, como centro equidistante de la región. Allí también estarán convocados instituciones u organizaciones que no son católicas y trabajan el cuidado de la casa común.

A nivel de la iglesia latinoamericana el responsable de guiar la Red es Miguel Cruz, un joven mexicano miembro de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) y por el Vaticano la Red Eclesial Territorial del Gran Chaco Acuífero Guaraní, reconocida por el Dicasterio de Desarrollo Humano Integral, que dirigen el cardenal Miguel Czeny y sor Alessandra Smerilli.


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