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Invierno: cómo proteger los ojos del frío

13/06/2022 00:34 Opinión
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Invierno: cómo proteger los ojos del frío Invierno: cómo proteger los ojos del frío

Estamos transitando un otoño frío y seguramente el invierno también lo será. No hay estación del año que no suponga una amenaza para nuestra salud ocular. Lo que en una temporada se convierte en ventaja, meses después se convierte en inconveniente.

Si al verano le echamos la culpa que nos llena de sol, arena, cloro y sal a nuestros ojos, o a la primavera le recriminamos que la alergia haga estragos con ellos, provocando incómodas conjuntivitis y sequedad, el invierno y el otoño también afectan a nuestra salud ocular.

Es el invierno, aunque el otoño no se queda corto, así que podríamos sintetizarlo en "los meses de frío" como un mal momento para nuestros ojos. Y el momento idóneo para que prestemos más cuidado a nuestros ojos, no debiendo olvidar que el sistema visual rara vez descansa.

Los enemigos de la salud ocular en invierno

Uno de los errores habituales para proteger nuestra salud ocular es considerar que no necesitamos prestarle atención. Aquellas personas que no tienen ninguna ametropía o defecto de refracción (miopía, hipermetropía o astigmatismo) o que todavía no han entrado en la barrera de la presbicia (la vista cansada) es frecuente que descuiden la protección de los ojos.

Pasar por un control oftalmológico para chequear nuestra vista es desde ya una muy buena decisión para controlar la posible aparición de alguna afección o enfermedad ocular.

Ninguna franja de edad está exenta de sufrir problemas oculares, ni tampoco por género, aunque sí es cierto que a medida que envejecemos somos más sensibles a todo tipo de patologías. Si además metemos en la ecuación otros factores como las ametropías, el uso de lentes de contacto, conjuntivitis de repetición, vista cansada o el síndrome del ojo seco, es conveniente que no perdamos tiempo sobre las señales que mandan nuestros ojos.

Dicho esto, conviene que tengamos en cuenta a quiénes nos enfrentamos para saber cómo remediarlo.

Calefacciones

La calefacción del auto suele ser bastante agresiva porque se dirige de manera muy directa a la cara, pocos espacios se libran de sus "inclemencias". Da igual que sea en casa, en el trabajo, cuando salimos o en el auto. De hecho, en algunos casos nos enfrentamos a una corriente de aire caliente que se dirige directamente a la cara. Seca así nuestros ojos y genera sensaciones de escozor, ardor y también las de algún cuerpo extraño en los ojos.

Esa sensación además puede implicar irritaciones o pequeñas conjuntivitis si estamos expuestos a estas corrientes cuando proceden de focos no especialmente limpios. Pasa con los acondicionadores de aire o las bombas de calor y con la calefacción de los automóviles que no tienen sus filtros limpios.

Por ello, es normal que las personas que sufren del síndrome del ojo seco se vean especialmente afectadas. Dolor, visión borrosa, escozor, enrojecimiento o lagrimeo excesivo se aprecian entre los síntomas más frecuentes. Algo que también sucede para las personas que utilizan lentes de contacto.

La mayoría de las causas que deterioran nuestra salud ocular son multifactoriales y no se suelen explicar la una sin la otra. Si tenemos la calefacción alta también se deberá a que hacemos más actividades en nuestras casas. Como sabemos, también es un territorio abonado a las alergias -especialmente a las de los animales domésticos y a las de los ácaros-. Este par de causas se multiplican en invierno porque la ventilación de los espacios es menor, motivo por el que deberíamos buscar alguna solución para ventilar sin provocar que las casas se pongan muy frías.

Puede parecer un contrasentido que en estaciones aparentemente frías pueda haber una baja humedad ambiental. Sin embargo, ocurre que el frío no siempre viene cargado de humedad, sino que puede ser seco, como es una característica de nuestra provincia; motivo por el que la exposición prolongada al aire puede deshidratar nuestros ojos y dañarlos.

Las consecuencias habituales: ojo seco, irritación, escozor, ardor, lagrimeo excesivo e injustificado y la sensación de tener cuerpos extraños en el globo ocular. Por este motivo, conviene que en cualquier caso recurramos a fórmulas humectantes para tener los ojos lo más hidratados posibles.

Menor luminosidad

Al forzar la vista en situaciones de baja luminosidad, aumenta la sequedad ocular y también las probabilidades de sufrir dolores de cabeza.

El verano lastima nuestros ojos con los rayos de sol muy directos y de calor, así que podríamos pensar que el invierno será una bendición, todo lo contrario. Por desgracia, el invierno tampoco muestra clemencia con nuestros ojos. Al haber menos luz natural, abusamos de la luz artificial, lo cual también supone una ligera alteración ocular. En ese mismo sentido, se debe remarcar el esfuerzo que los ojos deben hacer para adecuarse a ella, lo cual puede generar también el llamado estrés visual, enemigo de la salud ocular.

A eso hay que sumarle también otro factor: el universo de las pantallas. Teléfonos, ordenadores, televisores, tabletas. Toda clase de aparatos domésticos que nos exigen ese plus de concentración que además obligan a utilizarlos con mucha luz artificial. Por este motivo, es conveniente que además tengamos en cuenta el tipo de luz en función de la estancia.

Las destinadas al descanso

deberían tener una luz cálida y

amarillenta, relegando las luces

blancas para los cuartos de baño

y para las cocinas. Eso también

significa que hemos de tener

varios puntos de luz, una

causa habitual de fatiga ocular

al depender de una sola fuente,

que en ocasiones podemos bloquear

en función de su procedencia.

Por ejemplo, cuando estamos

en un despacho o en una

sala de estudio.

Forzar así los ojos en situaciones

de baja luminosidad también

implica a menudo dolores de

cabeza. Si se focalizan en la zona

de la frente es habitual que se deba

a una ametropía no diagnosticada.

Por el contrario, si son dolores

de cabeza que implican aura

o destellos lo más común es que

sean migrañas oculares y tengan

otro origen, ante cualquier duda

recuerde consultar siempre a un

oftalmólogo para un buen diagnóstico

de su salud ocular.

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