Paternidad implica el manejo de varias ansiedades Paternidad implica el manejo de varias ansiedades
Ante la posibilidad de tener un hijo, algunos
hombres se sienten invadidos por cuestionamientos
recurrentes sobre el sentido de tener
el hijo, la capacidad de cuidar al niño y responder
por las necesidades, y en los casos de papás
adoptivos, se observa la duda de si será elegido como padre
en el futuro con el temor de que buscará al padre biológico.
Con esto se induce que hay tantas nociones de paternidad
como padres y a su vez, la revisión sobre el tipo de padre
que se es con cada hijo.
Sí, no se es el mismo padre para todos los hijos porque
cada hijo tiene necesidades y sorpresas diferentes. De igual
manera que cada hijo reconoce los cambios en el ejercicio de
la función parental en las elecciones de permisos, compra de
insumos, y actividades a compartir.
Es notorio el cambio de tensión al ser padre del segundo
hijo respecto de ser padre primerizo. La experiencia de la paternidad
va acompañada de temores, frustración, angustia,
incertidumbre, sorpresa, alegría. Y todo ello requiere, además
del control parental, el autocontrol conductual ante la
emergencia de la diversidad emocional.
Ser padre no es práctico, es tan desgastante como apasionante.
Implica hacer cosas que no son prácticas, pero que
son necesarias para la evolución en la crianza de un hijo.
Por
ejemplo, puede ser más práctico no dejar salir a un hijo para
no estar pendiente de su entorno o el horario de regreso, pero
eso limitará habilidades sociales para el futuro.
O puede ser más práctico darle un objeto para que esté
en silencio y no llore, empero será un adulto que no tolere la
frustración y le cueste los desafíos de la vida.
O quizás puede
ser más práctico dejar a un hijo casi todo el día con un cuidador,
sin embargo luego aparecerá la queja de que el cuidador
es más respetado, sabe más del niño, etc.
Ser padre requiere conocer y aprender de las nuevas niñez
y adolescencias, de los nuevos cambios sociales y preparar
a un hijo para el autocuidado y desarrollo en este entorno
vertiginoso. Implica reconocer lo que un hijo comprende en
las indicaciones, en las evaluaciones, en los valores fraternos.
No es lo mismo decirle a un adolescente “andá a dormir”
que darle a un niño la misma indicación.
El adolescente probablemente
irá a la cama, pero no dormirá y estará conversando
virtualmente con otros. De la misma manera que no
es lo mismo el juego presencial que el jugar virtual, los padres
notarán que el hijo habla como si estuviera jugando en
ronda con los amigos, pero no está presente nadie más que
su hijo en la habitación.
Muchos papás están preocupados y motivados en la
crianza de un hijo para que tenga el mayor y mejor desarrollo
posible, y eso a veces lleva a que la ansiedad de los padres
exija demasiado al hijo.
No es lo mismo sentirse el padre que
conecta al hijo con el mundo llevándolo de una actividad a
otra, que ser el padre que al llevarlo de una actividad a otra
muestra preocupación.
Ser mejor padre no significa tener que estar tenso, también
se puede educar y conectar con un hijo de manera divertida
o usando ironías.
Ello quiere decir que la paternidad puede ser entendida
como una aventura con distintas emociones y que tiene que
ver con ciertos miedos al ridículo, cierta preocupación por la
educación moral, el uso de sentido común y la revisión continua
sobre la misión personal de ser padre.
Los límites no son necesarios, son indispensables.
El padre
en el psiquismo debiera ser el que instale la ley, y es de vital
importancia la concordancia de las normas en el caso de
la pareja parental. Esto no es lo mismo en la monoparentalidad
masculina.
La monoparentalidad, la crianza de un hijo por un solo
padre, en este caso hablamos de la ejercida por padre masculino,
puede ser adquirida o por elección. El caso de la primera
se da por la viudez o por separación.
En el caso de la viudez, requiere en primera medida la
acomodación a esta pérdida que puede haber sido anticipada,
en el caso de una enfermedad, o no, como son los accidentes,
catástrofes, guerra, y enfermedades repentinas y
mortales. Enfrentar la viudez es doloroso. Inclusive se comprobó
estadísticamente que la tasa de suicidio de padres viudos
es mayor que la tasa de suicidio de mujeres viudas. Esto
se debe a que los hombres suelen encerrarse en el dolor o evitar
especialmente conductas de consumo.
Cuando la pareja fallecida
era la que se encargaba
de las tareas domésticas
y de cuidados, se suma
la sensación de no saber cómo
hacer. Aparece la fantasía
exigencia de ser padre
y madre a la vez. Al dolor
por la pérdida se le suma el
sentimiento de desconcierto.
Por eso es importante
el apoyo en la red más cercana
(familia, amigos, religión)
y, de ser necesaria, la
asesoría profesional.
El primer año del duelo
es el tiempo de espera de
proceso de adaptación a esa pérdida. En ese trance, es importante
que la persona viuda se dé permiso para expresar
a sus hijos el dolor de manera regulada. De esta manera, los
hijos perciben permiso para expresar el dolor y simultáneamente
la presencia de ese padre para cuidarlos.
Cuando un padre viudo queda con hijos pequeños es imprescindible
dejar en claro que ese ser querido se fue y no va
a volver.
Hay que dejar espacio para que ese hijo pregunte,
para que arme sus rituales en el juego, a modo de despedida
y a la vez de presencia interna de ese ser querido fallecido.
Actualmente emerge el concepto de padre soltero. Socialmente
estaba instalada la noción de madre soltera. De hecho,
el proceso de adopción para un hombre es aún difícil en
comparación con la solicitud de adopción por parte de una
mujer soltera.
La monoparentalidad por elección tiene la ventaja de que
las decisiones las toma el padre solo.
Pero hay una desventaja
y que no es compartida la responsabilidad, requiere un doble
esfuerzo.
Esto es parecido a la situación de padres solteros, con la
diferencia que tienen un tiempo para ellos solos mientras lo
cuida el otro padre.
Independientemente del tipo de parentalidad, la crianza
y educación de un hijo requiere como primera medida la satisfacción
de las necesidades prioritarias, alimentación, hogar,
seguridad. Hay cosas que hay que hacer porque la función
así lo exige.
Ser padre desafía la conciliación entre la vida laboral y
personal. En el caso de padres solteros, surge la posibilidad
de realizar cosas pendientes y, a la vez, la sensación de que el
hijo depende únicamente de él. Es como si naciera una fuerza
extra que muchas veces motiva a emprendimientos en
pos de pensar en las necesidades a satisfacer.
El ejercicio de la paternidad implica la revisión de la forma
en que fue hijo de su propio padre. Muchas veces eso deriva
en ser totalmente opuesto a él por tener miedo de parecerse,
sobre todo en los casos de orfandad paterna real o percibida,
violencia, o consumo. Construir la paternidad implica
revisar los valores con los que fue criado. Educar a un hijo
es muy difícil y, a pesar de las circunstancias existentes, no es
imposible. Implica pensar en los recursos que le deja uno al
hijo para poder enfrentar el mundo por sí mismo.