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Paternidad implica el manejo de varias ansiedades

18/06/2022 23:28 Opinión
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Paternidad implica el manejo de varias ansiedades Paternidad implica el manejo de varias ansiedades

Ante la posibilidad de tener un hijo, algunos

hombres se sienten invadidos por cuestionamientos

recurrentes sobre el sentido de tener

el hijo, la capacidad de cuidar al niño y responder

por las necesidades, y en los casos de papás

adoptivos, se observa la duda de si será elegido como padre

en el futuro con el temor de que buscará al padre biológico.

Con esto se induce que hay tantas nociones de paternidad

como padres y a su vez, la revisión sobre el tipo de padre

que se es con cada hijo.

Sí, no se es el mismo padre para todos los hijos porque

cada hijo tiene necesidades y sorpresas diferentes. De igual

manera que cada hijo reconoce los cambios en el ejercicio de

la función parental en las elecciones de permisos, compra de

insumos, y actividades a compartir.

Es notorio el cambio de tensión al ser padre del segundo

hijo respecto de ser padre primerizo. La experiencia de la paternidad

va acompañada de temores, frustración, angustia,

incertidumbre, sorpresa, alegría. Y todo ello requiere, además

del control parental, el autocontrol conductual ante la

emergencia de la diversidad emocional.

Ser padre no es práctico, es tan desgastante como apasionante.

Implica hacer cosas que no son prácticas, pero que

son necesarias para la evolución en la crianza de un hijo.

Por

ejemplo, puede ser más práctico no dejar salir a un hijo para

no estar pendiente de su entorno o el horario de regreso, pero

eso limitará habilidades sociales para el futuro.

O puede ser más práctico darle un objeto para que esté

en silencio y no llore, empero será un adulto que no tolere la

frustración y le cueste los desafíos de la vida.

O quizás puede

ser más práctico dejar a un hijo casi todo el día con un cuidador,

sin embargo luego aparecerá la queja de que el cuidador

es más respetado, sabe más del niño, etc.

Ser padre requiere conocer y aprender de las nuevas niñez

y adolescencias, de los nuevos cambios sociales y preparar

a un hijo para el autocuidado y desarrollo en este entorno

vertiginoso. Implica reconocer lo que un hijo comprende en

las indicaciones, en las evaluaciones, en los valores fraternos.

No es lo mismo decirle a un adolescente “andá a dormir”

que darle a un niño la misma indicación.

El adolescente probablemente

irá a la cama, pero no dormirá y estará conversando

virtualmente con otros. De la misma manera que no

es lo mismo el juego presencial que el jugar virtual, los padres

notarán que el hijo habla como si estuviera jugando en

ronda con los amigos, pero no está presente nadie más que

su hijo en la habitación.

Muchos papás están preocupados y motivados en la

crianza de un hijo para que tenga el mayor y mejor desarrollo

posible, y eso a veces lleva a que la ansiedad de los padres

exija demasiado al hijo.

No es lo mismo sentirse el padre que

conecta al hijo con el mundo llevándolo de una actividad a

otra, que ser el padre que al llevarlo de una actividad a otra

muestra preocupación.

Ser mejor padre no significa tener que estar tenso, también

se puede educar y conectar con un hijo de manera divertida

o usando ironías.

Ello quiere decir que la paternidad puede ser entendida

como una aventura con distintas emociones y que tiene que

ver con ciertos miedos al ridículo, cierta preocupación por la

educación moral, el uso de sentido común y la revisión continua

sobre la misión personal de ser padre.

Los límites no son necesarios, son indispensables.

El padre

en el psiquismo debiera ser el que instale la ley, y es de vital

importancia la concordancia de las normas en el caso de

la pareja parental. Esto no es lo mismo en la monoparentalidad

masculina.

La monoparentalidad, la crianza de un hijo por un solo

padre, en este caso hablamos de la ejercida por padre masculino,

puede ser adquirida o por elección. El caso de la primera

se da por la viudez o por separación.

En el caso de la viudez, requiere en primera medida la

acomodación a esta pérdida que puede haber sido anticipada,

en el caso de una enfermedad, o no, como son los accidentes,

catástrofes, guerra, y enfermedades repentinas y

mortales. Enfrentar la viudez es doloroso. Inclusive se comprobó

estadísticamente que la tasa de suicidio de padres viudos

es mayor que la tasa de suicidio de mujeres viudas. Esto

se debe a que los hombres suelen encerrarse en el dolor o evitar

especialmente conductas de consumo.

Cuando la pareja fallecida

era la que se encargaba

de las tareas domésticas

y de cuidados, se suma

la sensación de no saber cómo

hacer. Aparece la fantasía

exigencia de ser padre

y madre a la vez. Al dolor

por la pérdida se le suma el

sentimiento de desconcierto.

Por eso es importante

el apoyo en la red más cercana

(familia, amigos, religión)

y, de ser necesaria, la

asesoría profesional.

El primer año del duelo

es el tiempo de espera de

proceso de adaptación a esa pérdida. En ese trance, es importante

que la persona viuda se dé permiso para expresar

a sus hijos el dolor de manera regulada. De esta manera, los

hijos perciben permiso para expresar el dolor y simultáneamente

la presencia de ese padre para cuidarlos.

Cuando un padre viudo queda con hijos pequeños es imprescindible

dejar en claro que ese ser querido se fue y no va

a volver.

Hay que dejar espacio para que ese hijo pregunte,

para que arme sus rituales en el juego, a modo de despedida

y a la vez de presencia interna de ese ser querido fallecido.

Actualmente emerge el concepto de padre soltero. Socialmente

estaba instalada la noción de madre soltera. De hecho,

el proceso de adopción para un hombre es aún difícil en

comparación con la solicitud de adopción por parte de una

mujer soltera.

La monoparentalidad por elección tiene la ventaja de que

las decisiones las toma el padre solo.

Pero hay una desventaja

y que no es compartida la responsabilidad, requiere un doble

esfuerzo.

Esto es parecido a la situación de padres solteros, con la

diferencia que tienen un tiempo para ellos solos mientras lo

cuida el otro padre.

Independientemente del tipo de parentalidad, la crianza

y educación de un hijo requiere como primera medida la satisfacción

de las necesidades prioritarias, alimentación, hogar,

seguridad. Hay cosas que hay que hacer porque la función

así lo exige.

Ser padre desafía la conciliación entre la vida laboral y

personal. En el caso de padres solteros, surge la posibilidad

de realizar cosas pendientes y, a la vez, la sensación de que el

hijo depende únicamente de él. Es como si naciera una fuerza

extra que muchas veces motiva a emprendimientos en

pos de pensar en las necesidades a satisfacer.

El ejercicio de la paternidad implica la revisión de la forma

en que fue hijo de su propio padre. Muchas veces eso deriva

en ser totalmente opuesto a él por tener miedo de parecerse,

sobre todo en los casos de orfandad paterna real o percibida,

violencia, o consumo. Construir la paternidad implica

revisar los valores con los que fue criado. Educar a un hijo

es muy difícil y, a pesar de las circunstancias existentes, no es

imposible. Implica pensar en los recursos que le deja uno al

hijo para poder enfrentar el mundo por sí mismo.

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