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A los setenta años del fallecimiento de la compañera Evita

26/07/2022 03:23 Opinión
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A los setenta años del fallecimiento de la compañera Evita A los setenta años del fallecimiento de la compañera Evita

Su testamento: Eva Perón en su lecho de enferma seencontraba escribiendo un libro Mi mensaje, que nunca terminó. Poco antes de su muerte, el 29 de junio de 1952, Evita redactó de su puño y letra y tal vez para incluirlo en su libro:Mi mensaje, un testamento que fue leído el18 de octubre de ese mismo año, ya sin su presencia física, ante la multitud concentrada en Plaza de Mayo. Dice:

“Quiero vivir eternamente con Perón y con mi pueblo. Esta es mi voluntad absoluta y permanente y es por lo tanto mi última voluntad. Donde este Perón y donde estén mis descamisados allí estará siempre mi corazón para quererlos con toda la fuerza de mi vida y con todo el fanatismo que me quema el alma. Si Dios lo llevase del mundo a Perón, yo me iría con él, porque no sería capaz de sobrevivir sin él, pero mi corazón se quedaría con mis descamisados, con mis mujeres, mis obreros, con mis ancianos, con mis niños, para  ayudarlos a vivir con el cariño de mi amor; para ayudarlos a luchar con el fuego de mi fanatismo, y para ayudarlos a sufrir un poco de mis propios dolores”

“Porque he sufrido mucho, pero mi dolor valía la felicidad del pueblo. Yo no quise negarme -yo no quise negarme- -yo no quiero negarme- yo acepto sufrir hasta el último día de mi vida si eso no sirve para restañar alguna herida o enjuagar una lagrima. Pero si Dios me llevase del mundo antes que a Perón, yo quiero quedarme con él y con mi pueblo, y mi corazón y mi cariño y mi alma y mi fanatismo seguirán con ellos, haciendo todo el bien que falta, dándoles todo el amor que nos les pude dar en los años de mi vida, y encendiendo en sus almas todos los días el fuego de mi fanatismo que me quema y me consume como una sed amarga e infinita”

“Yo estaré con ellos para que sigan adelante y por el camino abierto de la Justicia y de Libertad, hasta que llegue el día maravilloso de los pueblos. Yo estaré con ellos peleando en contra de lo que no sea pueblo puro, en contra de todo lo que no sea la raza de los pueblos. Yo estaré con ellos, con Perón y con mi pueblo, para pelear contra la oligarquía vendepatria y farsante, contra la maldita raza de explotadores y de los mercaderes de los pueblos”

“...Quiero que todos mis bienes queden a disposición de Perón, como representante soberano y único del pueblo. Yo considero que mis bienes son patrimonios del pueblo y del Movimiento Peronista que es también del pueblo y de todos mis derechos como autora de La Razón de mi Vida y de Mi Mensaje cuando se publique sean también considerados como propiedad absoluta de Perón y del pueblo argentino. Mientras viva Perón, el podrá hacer lo que quiera con todos mis bienes: venderlos, regalarlos e incluso quemarlos, porque todo en mi vida le pertenece, todo es de él, empezando por mi propia vida que yole entregue por amor y para siempre, de una manera absoluta. Pero después de Perón, el único heredero de misbienes debe ser el pueblo y pido a los trabajadores y mujeres de mi pueblo que exijan, por cualquier medio, el cumplimiento inexorable de esta voluntad suprema de mi corazón que tanto los quiso. Todos los bienes que he mencionado y aun los que hubiera omitido deberán servir al pueblo, de una u otra manera. Quisiera que se constituya con todos bienes un fondo permanente de ayuda social para los casos de desgracias colectivas que afecten a los pobres y deseo que ellos los acepten como una prueba más de mi cariño. Deseo que en estos casos, por ejemplo, se entregue a cada familia un subsidio equivalente a los sueldos y salarios de un año, por lo menos”

“Su muerte: El sábado 26 de julio, día gris y húmedo, el padre Benítez, su confesor y amigo que no se separaba de su lado, le dio la extremaunción. Poco después entró en coma. A las 16,30 la Secretaria de Información lanzó un comunicado escueto y estremecedor para los que estaban pendiente de su estado: El estado de salud de la señora Eva Perón ha declinado sensiblemente. A las ocho de la noche el comunicado decía que la señora: estaba muy grave. Rodeado de Perón, sus hermanas, su madre, Nicolini, su hermano Juancito, Renzi,  Aloe, Campora y Apold a las 20,25 hora en que 

millares de argentinos sintieron paralizarse sus propios, corazones, Evita dejo de existir. Un minuto después el país fue informado de su deceso y que los restos de la Jefa Espiritual de la Nación serán velados en el Ministerio de Trabajo y Previsión.

El gobierno decreto duelo nacional: toda actividad oficial quedaba suspendida por dos días; la bandera nacional permanecería a media asta durante diez días. En todas las iglesias se rezarían plegarias por el eterno descanso de Eva Perón. El velatorio se realizaría en el lugar de sus luchas y más fervorosas actividades cívicas -la Secretaría de Trabajo y Previsión- y sus restos descansarían en la sede de la C.G.T, hasta que se erigiera el monumento que guardaría su memoria. De inmediato entro a actuar el doctor Pedro Ara conocido especialista en anatomía y técnicas de momificación, quien sería el encargado de preservar el cuerpo de Evita de la corrupción de la muerte. Autoridad de renombre mundial el doctor Ara preparó el cuerpo de Evita para las honras fúnebres de manera que luego pudiera trabajar sin dificultad.

Al día siguiente de la muerte, el cadáver estaba acondicionado para los trabajos posteriores pero era ya absoluta y totalmente incorruptible.

Las ceremonias fúnebres duraron hasta el 11 de agosto. La capilla ardiente fue instalada en el vestíbulo de entrada del Ministerio de Trabajo y Previsión y por allí desfilaron una interminable fila de hombres, mujeres, niños y ancianos que querían ver por última vez a quien fuera su incansable compañera y defensora de lucha. Las colas se extendían renovándose día y noche a lo largo de más de treinta cuadras. Grandes retratos de Evita se levantaron en las principales plazas de ciudad de Buenos Aires y de las capitales de provincias. Pronto la gente comenzó espontáneamente a depositar flores bajo los retratos. El país había quedado totalmente paralizado ante el dolor y perdida de la mujer que más se había destacado en el siglo. Las radios, las voces de cánticos sagrados que salían de las iglesias y de los altares públicos, eran el eco de un solo lamento. Todos los días los trenes y los ómnibus descargaban grandes contingentes de peregrinos que llegaban a rendir su homenaje a Evita. El consejo Superior del Partido Peronista organizó una procesión de antorchas en varios puntos de la ciudad”

“El 9 de agosto, antes de ser trasladado al Congreso, Perón colocó sobre el pecho de Evita el escudo peronista de piedras preciosas que ella usaba en sus últimos días. Luego, recubierto por la bandera argentina fue colocado en una cureña. El tercer ejército, el regimiento de Granaderos a Caballo, escolta, batallón y la Banda del Colegio Militar rindieron los honores de práctica. La cureña era movida por treinta y nueve dirigentes sindicales. Enfermeras de la Fundación, alumnos de la Ciudad Estudiantil, cadetes navales y aviadores presentaban armas a su paso. Unos dos millones de personas asistían acongojadas al triste paso de la cureña. El Congreso había sido orlado por grandes crespones negros y la escalinata recubierta de flores. Finalmente el ataúd fue colocado en el salón de la Constitución Justicialista. Más tarde el público volvió a realizar el interminable desfile para rendir el último adiós a Evita”

“Dos días después, luego del responso rezado por el cardenal Copello, de nuevo sobre la cureña el ataúdpartió esta vez a la casa de los obreros, la C.G.T. De los balcones y ventanas una lluvia de flores y pétalos caían sobre la doliente caravana que transportaba los restos de Eva Perón. Veintiún cañonazos y un toque de silencio marco el ingreso del ataúd a la casa de los trabajadores cuyo edificio de grandes escalinatas y columnas imponentes había obsequiado la Fundación al movimiento obrero organizado. Eva Perón entraba en una vida legendaria que va más allá del espacio y del tiempo

En el segundo piso de la C.G.T el doctor Ara comenzó su especialísimo trabajo de preparar el cuerpo de Evita para enfrentar la corrupción. En los barrios, en la campaña, empezaron a levantarse por manos anónimas altares populares donde se veneraba su nombre y su recuerdo. Tiempo después y como una acentuación de lo que había empezado en forma anónima y espontánea, la C.G.T aprobó por intermedio del Comité Central Confederal, la entronización laica de Eva Perón, disponiendo que la figura de Eva Perón en todos los locales sindicales, lugares de trabajo y demás instalaciones, veneren el recuerdo de la ilustre Abanderada”

“Después vino lo que se llamó el tiempo del desprecio. En 1955, caído el gobierno peronista, el antiperonismo cayó sobre la figura de Eva Perón tratando de borrar con saña y encono todo rastro de lo que ella realizara en su breve paso por el mundo. Se paralizaran las obras encargadas por la Fundación, se quemaron públicamente sus retratos, se voltearon sus bustos y altares, se transformaron en cenizas los centenares de miles de frazadas, ropa, alimentos, camas, enseres y todo lo que hubiera pertenecido a la Fundación. Grandes hogueras se tragaban sus libros, folletos y discursos políticos. En la residencia presidencial se organizó la exposición de alhajas, objetos de arte, muebles, telas, vestidos, tapados y zapatos de Eva Perón. El desprecio continuo con la subasta de todas sus pertenencias cuyo monto nunca se supo  donde fue a dar porque nadie rindió cuentas. El diario La Nación del 13 de octubre de 1955 dice que: En el vestíbulo se han instalado gráficos y fotografías referentes a las casas de las calles Teodoro García y Gelly y Obes –cuyos valores respectivos, sin muebles, ni decoraciones- ascienden a dos millones y seis millones. Esas casas de Evita también fueron rematadas sin que nunca se haya informado a donde fueron a parar esos millones cobrados por ambas”

“Pero aun muerta Eva Perón seguía produciendo escozor en sus enemigos. El 13 de noviembre de 1955 el general P.E. Aramburu reemplazo a Lonardi. Entonces se designó al Teniente Coronel Carlos Eugenio de Moore Koenig como jefe de Servicios de Informaciones del Ejército. Y fue este teniente coronel quien encabezo una comisión militar, la noche del 22 de diciembre de 1955 se apodero del cadáver. El desprecio continuo durante muchos años en que el  pueblo peronista ignoraba el paradero de los restos de Evita.

Finalmente y tras larga lucha popular, otro gobierno militar se vio obligado a devolver el cadáver de Eva a su esposo, como símbolo de pacificación. En España, Perón recibe los restos de Evita. Más tarde, Isabel Perón, siendo presidenta de la Nación Argentina, restituye al país los restos de quien superando la categoría de líder de un movimiento se ha transformado en bandera de liberación de los pueblos”.


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