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EL LIBERAL . Opinión

¿Qué sostiene el deseo?

06/08/2022 12:22 Opinión
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¿Qué sostiene el deseo? ¿Qué sostiene el deseo?

Por Francisco Viola 

@francisco.viola.salud.sexual

Esta pregunta nos interpela. La escuché por primera vez en alguna discusión nocturna y luego planteada por la terapeuta americana Esther Perel (altamente recomendable su libro “El dilema de la pareja”). En esa pregunta se muestra uno de los problemas modernos más acuciantes que viven muchas personas en su vida de parejas: que el deseo se perdió o disminuyó muchísimo. Esto, obviamente, genera que sea difícil disfrutar la vida sexual y, en ocasiones, eso lleva a cuestionar el vínculo que los une. No por nada la falta de deseo es una de las consultas más constantes que existe actualmente en el campo de la salud sexual. Recordemos que el deseo sexual se produce cuando el cerebro interpreta determinado estímulo como sexual. Para eso se basa en el imaginario que uno tiene, la experiencia que ha vivido y, en ocasiones, con algo que no pensábamos que podía ser un estímulo pero que nos genera deseo.  Algo de ello desencadena una serie de estímulos neurológicos y que nos motiva a ciertos comportamientos sexuales. Así, el deseo es una combinación de mecanismos genéticos, neurotransmisores variados y de información aprendida a través de experiencias personales. Porque más allá de la explicación fisiológica que tiene el deseo, este se vive en el aquí y ahora donde podemos sentirlo y experimentarlo.

Por eso, valga insistir que el deseo al ser un impulso que tenemos los seres humanos que se basa no tanto en nuestro sentimiento –maravilloso que se asocien, eso si- sino en nuestra propia capacidad de crear estímulos a partir de nuestro imaginario sexual y asentado en nuestro propio mapa erótico. El deseo, diciéndolo simple: se lo puede estimular a partir de uno mismo como también comprender que el deseo tenga sus propios enemigos o inhibidores que, no pocas veces, uno mismo genera.

Entonces, ¿cómo hacemos para mantener el deseo encendido? En primer lugar, tomarlo en serio, que no significa otra cosa que darle importancia, o sea tiempo. Esto implica lo obvio, tiempo de calidad. Desear es sumergirse en escuchar los estímulos que nos gustan y buscarlos en la medida de lo posible. Me estoy refiriendo específicamente a las imágenes que nos estimulan nuestro propio imaginario. De más está decir que eso siempre partiendo de dos límites que siempre señalamos: no producir daño y el consentimiento como hilo rector de todo comportamiento sexual.

Darle tiempo implica dos tiempos importantes: el primero para escucharse uno, que es una forma de decir, descubrir lo que nos estimula el deseo, o sea el autoconocimiento. El segundo, escuchar a nuestra pareja, porque hoy es sabido que uno de los estimulantes mayores del deseo es notar la mirada de excitación en la persona que tienes enfrente, si tú la recibes bien, claro. Esto conlleva dos herramientas esenciales para poder sostener el deseo: la comunicación –que ya insistimos muchas veces- y el autorizarnos a disfrutar. Esto incluye recuperar lo lúdico que tiene el sexo también.

El deseo no sólo es algo humano, sino que es imprescindible para nuestra felicidad. Sostenerlo no sólo es posible, sino necesario. No es una posibilidad arbitraria, sino algo que se puede estimular, se puede generar y, cuando está indicado, se puede tratar. Para ello, recordemos la clave humana: lo que es bueno se debe estimular, cuidar y ocuparnos. No hay otro camino para que el disfrute sea lo que corresponde, una de las tantas formas de encuentro que la humanidad tiene y necesita siempre.

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